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Yihadistas asesinaron a 130 personas (dos sobrevivientes se suicidaron después), pero no lograron doblegar la cultura hedonista de la capital francesa

París recuerda el X aniversario de su peor ataque terrorista: “Quisieron acabar con la alegría; no lo lograron”

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Aniversario Imágenes de las víctimas proyectadas durante el homenaje con luces en el inaugurado "Jardín del 13 de noviembre de 2015", frente al ayuntamiento de París (LUDOVIC MARIN / POOL/EFE)

El odio al hedonismo, al placer de disfrutar de la libertad, fue lo que llevó a un comando yihadista, leal al Estado Islámico a cometer, la noche del 13 de noviembre de 2015, el peor ataque sufrido por París desde la Segunda Guerra Mundial, que se saldó con 130 muertos esa noche y otros dos sobrevivientes que se suicidaron meses después por estrés postraumático.

Ese odio, surgido del fanatismo religioso y el oscurantismo, convirtió a los espectadores de un partido de futbol, a los que bailaban en una sala de conciertos y a los que tomaban copas o cenaban en terrazas de restaurantes en objetivos terroristas.

Este jueves, Francia conmemora el décimo aniversario del ataque al corazón de una nación que entonces seguía aún traumatizada por otro ataque terrorista ese mismo año, el ocurrido el 7 de enero de 2015 en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo, donde otro comando yihadista mató a 12 personas e hirió a otras 11, en venganza por una portada sobre Mahoma que no gustó a los islamistas.

La hija de la primera víctima de los atentados del 13-N, Sofia Dias, inauguró los homenajes oficiales programados con un alegato a no olvidar nunca: “El deber de memoria es precioso”, dijo.

“Quisiera saber por qué”

“Diez años después, quisiera saber por qué, quisiera entender, quisiera que cesaran estos ataques. Lamentablemente, somos impotentes. No podemos aceptar estos actos reiterados, este odio hacia nuestro país y nuestra gente. El deber de recordar es precioso”, afirmó la hija de Manuel Dias, un portugués de 63 años fallecido en la explanada del Estadio de Francia, en Saint Denis, a las afueras de París.

Allí comenzó la cadena de atentados yihadistas que causaron 132 muertos (se suma oficialmente a dos personas que se quitaron la vida por el estrés postraumático), y más de 400 heridos. Al no poder entrar al estadio, tres terroristas se inmolaron detonando los explosivos que llevaban adosados a sus cuerpos mientras en el interior disputaban un partido amistoso las selecciones de fútbol de Francia y Alemania. De haber logrado los terroristas introducirse en el interior del abarrotado estadio, la tragedia habría sido inimaginable.

Tras el primer ataque en el estadio de Francia, a las 9.17 p.m., la cronología de ataques es aterradora:

9:25 p.m. Tiroteo en el bar Le Carillon y el restaurante Le Petit Cambodge: 15 muertos; 9:30p.m. Ataque en el café La Bonne Bière y el restaurante Casa Nostra: 5 muertos; 9:35 p.m. Tiroteo en el café La Belle Équipe: 19 muertos; 9:49 p.m. Asalto al teatro Bataclan. Tres terroristas irrumpen durante un concierto de Eagles of Death Metal. Comienza una toma de rehenes; 12:20 a.m. Las fuerzas especiales abaten a los atacantes en el interior de Bataclan: 90 muertos en la sala.

Contra las redes del odio

Philippe Duperron, padre de una de las 132 víctimas, denunció que las redes sociales “inundan” a los jóvenes con “contenidos de odio”.

Duperron, quien es también presidente de la asociación de víctimas 13onze15, manifestó su satisfacción por la implicación del presidente francés, Emmanuel Macron, y de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, para crear espacios de memoria de los víctimas, e hizo hincapié en la importancia de transmitir el recuerdo y la comprensión a las nuevas generaciones.

Se trata -dijo- de educar “para que las luces del conocimiento iluminen las tinieblas de la barbarie” porque “conmemorar los acontecimientos no sirve si no se entienden”.

En silencio, detrás de las autoridades, una pancarta resumía la resiliencia de la ciudad ante su peor ataque: “Quisieron acabar con la alegría; no lo lograron”.

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