
Marilú Acosta, pionera en inteligencia artificial aplicada a salud con algoritmos para predecir gravedad en pacientes con COVID19, advirtió que el sistema hospitalario mexicano “opera gracias a trabajo no reconocido, mal pagado y precarizado de estudiantes de medicina”.
Sostuvo lo anterior, con base en un análisis en el cual calculó, que las horas de trabajo que aportan los estudiantes de medicina durante su formación, en pre y posgrado, equivalen a por lo menos el 1.92% del PIB nacional, lo cual es más que lo que aportan unitariamente 15 estados de la República Mexicana.
Sin embargo, abundó, no figuran en ninguna estadística oficial ni en presupuestos públicos.
“Este cálculo no ha sido publicado ni reconocido por ninguna autoridad educativa, sanitaria, estadística o económica. Es un aporte invisible que sostiene una industria que vive de la enfermedad”, afirmó.
Más de 300 horas al mes, sin contrato ni derechos laborales
En este sentido, puntualizó que las y los estudiantes de medicina, durante el internado y la residencia, cumplen guardias de hasta 333 horas al mes, muy por encima del límite legal de 180 horas.
Reciben, abundó, becas simbólicas de 4.20 a 37.54 pesos por hora trabajada, sin contrato laboral, sin seguridad social, ni condiciones dignas.
De toda la formación médica, el momento más vulnerable es el servicio social, sobre todo cuando éste se realiza en comunidades rurales o semi rurales, en donde se ven obligados a estar disponibles las 24 horas del día.
Becas para pasantes, en realidad es explotación
La beca más baja para pasantes, es en investigación, de apenas $1,000 pesos mensuales, con lo que, consideró, a lo que se le llama formación, en realidad es explotación, no hay otra palabra para describirlo, “porque en estos años ni siquiera se cumplen los programas académicos”, señaló Acosta.
Ante tal panorama, Marilú Acosta, quien es médico cirujano, con maestría en Salud Pública y Promoción de la Salud, consideró que para hacer frente a la situación que hoy en día enfrentan las y los estudiantes de medicina se debería incluir oficialmente en el PIB el valor del trabajo estudiantil en salud.
También destacó la necesidad de reformar los esquemas de formación médica para eliminar prácticas de explotación, así como rediseñar el sistema de salud con enfoque en prevención, dignidad y sostenibilidad.
“Queremos una medicina del siglo XXI, no hospitales sostenidos por estudiantes explotados. Es tiempo de reconocer el trabajo oculto que mantiene en pie al sistema, y de empezar a rediseñar la salud desde la raíz”, enfatizó.