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Advierte que la forma en que se asignen los recursos en 2026 será clave para reducir las desigualdades educativas y atender la creciente demanda de educación superior de calidad por parte del sector privado.

México el que menos invierte por estudiante en educación superior de los países de la OCDE; 3.4% veces menos: IMCO

La UNAM fue de las contadas universidades que logró salvar el recorte de recursos a educación superior en el 2025

México destina 3.4 veces menos presupuesto por estudiante en educación superior que el promedio de los países de la OCDE lo que se traduce en que nuestro país es la economía con la menor inversión pública por estudiante en educación superior dentro de este grupo de 38 países.

Ello a unos días de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presente el Paquete Económico 2026, donde se determine los recursos que serán destinados a la educación en México.

En 2025, el gasto destinado a la función educativa reportó una reducción real de 0.6%. Si bien los recursos para educación básica aumentaron 1.7% en términos reales, los niveles de educación superior y posgrado registraron recortes de -7.5% y -12.8%, respectivamente, recordó el Instituto Mexicano para la Competitividad.

El organismo recordó que tras la discusión presupuestal, instituciones de educación superior como la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional recibieron un incremento de 3.5% en su presupuesto para 2025 según lo subrayó la Presidenta Sheinbaum en su primer informe de gobierno con el propósito de reafirmar su compromiso de fortalecer el sistema educativo

El próximo lunes 8 de septiembre vence el plazo para que la Secretaría de Hacienda entregue el Paquete Económico 2026, que incluye el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación y ahí se verá si el Ejecutivo mantiene el recorte de recursos a la educación superior o le aumenta a este sector más allá de la UNAM y el IPN.

Según el Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2025, en México el nivel de escolaridad promedio alcanza 9.7 años,

sin embargo, no se puede dejar de lado la realidad que viven los estados. Mientras que en la Ciudad de México el promedio de años estudiados alcanza casi 12, en los estados del Sur-Sureste, como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, las personas tienden a estudiar menos de 8 años.

Esta diferencia equivale a estudiar hasta el bachillerato en comparación con dejar la secundaria trunca. Estas disparidades en las trayectorias educativas reflejan las desigualdades en el acceso y la permanencia en las aulas a nivel estatal.

El IMCO establece que este nivel de gasto posiciona a México como la economía con la menor inversión pública por estudiante en educación superior dentro de este grupo de 38 países.

Advierte que una inversión limitada en este nivel educativo impacta en la infraestructura, la formación docente, el acceso a tecnología y las oportunidades educativas de los jóvenes.

Según la OCDE, aunque una mayor inversión no asegura por sí misma mejores resultados educativos, sí existe una correlación positiva. Los países que destinan más recursos por estudiante suelen alcanzar una mayor cobertura, menores tasas de abandono escolar y un mejor desempeño académico.

“En un contexto en el que el capital humano es un motor esencial del desarrollo, la falta de inversión educativa no solo refleja un desafío presupuestal, sino también un reto estratégico para el futuro económico del país”, indica el IMCO

El IMCO asevera que la forma en que se asignen los recursos en 2026 será clave para reducir las desigualdades educativas y atender la creciente demanda de educación superior de calidad por parte del sector privado.

Alcanzar las metas trazadas por la actual administración, como la creación de 330 mil nuevas plazas universitarias y la formación de 150 mil nuevos profesionistas y técnicos cada año, solo será posible con una inversión que respalde dichas políticas públicas

En México, los hogares destinan en promedio 4 mil 346 pesos al trimestre a educación. No obstante, la proporción del gasto destinada a este rubro aumenta conforme incrementa el nivel de ingreso de las familias.

Mientras que los hogares con menores ingresos (primer decil) destinan 13% del gasto total a educación, los hogares con mayores ingresos (último decil) asignan 21%.

Ante la baja calidad de la educación pública del país, estas diferencias en el gasto profundizan las brechas educativas por nivel socioeconómico.

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