
Ahorros, pagos de finiquitos, herencias familiares y trabajo de toda una vida desaparecieron sin dejar rastro y generando una gran consternación en cientos de personas defraudadas por la misma empresa, siempre bajo la promesa de hacer crecer su dinero en inversiones con rendimientos tan favorables que la oferta era difícil de rechazar.
La inversión se radicaba en XY Booster, una empresa constituida en México como Sociedad Anónima Promotora de Inversión, que había reclutado a una buena cantidad de asesores provenientes del sistema financiero nacional. Los ejecutivos de cuenta provenientes de bancos llevaron consigo las carteras de sus clientes (de años) que a la postre se convirtieron en víctimas de este megafraude. El 40 por ciento son adultos de la tercera edad que lo han perdido todo, incluso la tranquilidad de los últimos años de vida; pero también hay empresarios que inyectaron 10, 20 o 30 millones en esta inversión que incluía firma formal de contrato en el que se especificaban los rendimientos a 6 meses.
Con todos los casos denunciados, el fraude sería por hasta mil millones de pesos.
El problema era que XY Booster ni siquiera podía recoger inversiones del público como si fuera una institución financiera, prometiendo rendimientos fijos, pues estaba constituida utilizando un tipo legal dentro de la ley que era más propia de una actividad mercantil que la de un banco. En efecto, el poco afortunado término de Sociedad Anónima Promotora de Inversión era propicio para hacerse pasar como una suerte de banco de nueva generación, pero en realidad era una simple y llana sociedad anónima como las que se constituyen para poner una cadena de comida rápida o una fábrica de llantas.
Estas Sociedades Anónimas Promotoras de Inversión quedaron en las leyes mexicanas como legado de las reformas ocurridas desde 2005, aunque la sociedad anónima general, la tradicional, ya tiene muchas atribuciones nuevas, así que las Promotoras de Inversión resultan bastante innecesarias a la fecha… salvo para lograr fraudes a gran escala, pues no están vigiladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.

El engaño, a diferencia de otros casos difundidos recientemente, no era una engañifa a través de una app en el celular: además de los asesores de inversión que XY Booster trajo desde bancos (junto a sus clientes), había oficinas lujosas, catas de vino y reuniones para conocer el proyecto. La empresa participaba en ferias empresariales (pueden verse los restos de su actividad en Youtube) donde en ocasiones parecen dedicarse a la alta tecnología informática y a veces a la asesoría para empresarios. La información favorable de la empresa (la investigación judicial en curso aclarará si pagadas) también eran comunes. Con su registro que correspondía a una actividad mercantil, la empresa comenzó a cooptar indebidamente inversionistas a plazo fijo. El contrato usado (en poder de Crónica) estipulaba con claridad que se invertía cierta cantidad a un plazo de 180 días, para que el dinero generará rendimientos de hasta el 25 por ciento, con opción a realizar retiros y reinversión.
Con este esquema, XY Booster logró crear una burbuja durante año y medio. Captó y captó personas que suponían entregar su dinero a tasas fijas de intereses, mostrandoseles informes de crecimiento de los capitales e incluso pagando algunos dividendos (probablemente el dinero de nuevos inversores), hasta que al fin los inversionistas de peso, los que terminaron entregando 10 millones de pesos o más, entraron al esquema.
Es importante señalar que en el mundo financiero mexicano XY Booster no era una instancia que tratara de ocultarse o de pasar desapercibida, y mostraba con orgullo que el esquema era de origen español. Se le conocía, aunque en forma superficial.
Las alertas saltaron en junio pasado, cuando trabajadores de la empresa a los que se les dejó de pagar su sueldo y algunos de los asesores traídos de los bancos mexicanos notaron elementos que hablaban de un megafraude.
La burbuja explotó hacia julio, cuando los clientes de la firma perdieron contacto tanto con la empresa, que se apresuró a vaciar las instalaciones que había usado, como con los asesores financieros.
Los retiros de dinero de los inversionistas se tornaron imposibles y, salvo llamados tibios a la calma del fundador Roberto Monturiol, la crisis estaba clara. Cientos de millones de pesos entregados a XY Booster se había esfumado. En un mar de reclamos y solicitudes sin respuesta, los clientes, comenzaron a indagar con sus propio medios. El fraude fue quedando cada vez más claro en tanto oficinas, personal y directivos de XY Booster iban desapareciendo.
Finalmente, en grupo o de manera individual, los defraudados de la Ciudad de México encontraron dos rutas legales para denunciar.
Una primera, emprendida por los grandes inversionistas, tratan de atacar el flanco mercantil, justamente porque XY Booster es -desde el punto de vista legal- una empresa con capacidad para atraer recursos a una actividad productiva (no a la especulación o el ahorro ciudadano con tasa fija). Las primeras denuncias no han ido bien. Complejas en su planteamiento (los inversionistas de 10 millones de pesos en adelante luchan con abogados especialistas para que la recuperación del recurso sea una prioridad), estas denuncias fueron rechazadas por la autoridad ministerial que solicita mayor claridad en lo que se está persiguiendo.
Han sido principalmente los inversiones de rangos monetarios de menor calado los que, durante la semana pasada, lograron un éxito insospechado: mostraron suficientes elementos para que la fiscal Bertha Lujan considerara el caso como de alto impacto social y decidiera remitir el expediente a la Fiscalía de Asuntos especiales. Es decir, el caso será abordado en forma prioritaria y analizando todas las aristas que tiene.
Los defraudados con montos que van de los 50 mil a los 800 mil pesos, encierran dramas humanos profundos. Son ancianos que sabían que lo acumulado a lo largo de su vida no les daría para un futuro independiente; sabían también que lo que les proponía su ejecutivo de banco como inversiones a plazo (dentro del propio blanco) era apenas suficiente para paliar la inflación. Así que si ese mismo asesor les comunicaba de una nueva inversión con altos dividendos, la posibilidad de que los ancianos se interesaran era muy alta.
Igualmente hay personas que debían reunir lo suficiente para una operación neurológica; otros que trataban de saldar hipotecas; algunos más que sencillamente confiaron en su asesor financiero como hicieron a lo largo de años y que, por ello, hoy están sin nada. Todo es testimonial que la Procuraduría capitalina está recopilando con premura desde hace días.
No llegarán, sin embargo, todos los testimonios ante la autoridad judicial, pues una primera víctima ha sucumbido luego de meses y meses de depresión. Su turno a relatar la ocurrido era el viernes pasado, murió poco antes.