
No es un secreto que México enfrenta problemas estructurales y políticos profundos, ni que la sociedad ha salido a manifestarse en numerosas ocasiones en defensa de sus derechos. El repentino asesinato de Carlos Manzo generó protestas genuinas en distintas partes del país. Sin embargo, narrativas paralelas comenzaron a apropiarse de este suceso para construir un movimiento con un trasfondo político.
De internet a las calles
Aunque el grupo ya existía previo al caso Manzo,Generación Z Méxicocomenzó a tomar fuerza y se viralizó gracias a que ciertos sectores impulsaron sus discursos de “rebeldía juvenil”. Lo que inició como conversaciones digitales en la plataforma Discord (un sitio de mensajería popular entre comunidades de videojuegos) rápidamente evolucionó en convocatorias a marchas que, con el paso de los días, fueron adoptando un tono político y partidista. Ya no se trataba de una lucha contra los problemas sistémicos del país, sino de una guerra simbólica y virtual donde se culpaba al gobierno en turno, y en la que no se profundizaba en las raíces de la violencia o la corrupción.
Discord y el anonimato
El uso de Discord no es casual. Muchos movimientos de la Generación Z en el mundo también se han organizado mediante esta plataforma, pues resulta ideal para las dinámicas propias de los movimientos sociales dado elanonimato, la inmediatez y la libre circulación de información, además de que concentre, principalmente, a usuarios jóvenes. En apariencia, estas comunidades en línea representan el despertar político de una generación, sin embargo, en las manos equivocadas pueden convertirse en una plataforma para la manipulación digital, donde se insertan discursos prefabricados y estrategias de propaganda que se disfrazan de inconformidad juvenil.

Usar la cultura pop como medio de manipulación
La bandera que representa al movimiento no es más que un reflejo de la cultura popular con la que creció la Gen Z: el Jolly Roger del anime One Piece. En la serie, este ícono simboliza la rebelión frente a un gobierno corrupto, no obstante, en este contexto se volvió un gancho visual, un recurso de marketing dirigido a conectar con quienes crecieron inmersos en la cultura popular de masas, lo digital, la globalización y los contenidos audiovisuales con hondas notas de crítica.
Aunque muchos de los mensajes apelan a la libertad y la justicia, las ideologías en este contexto se sienten vacías. A diferencia de movilizaciones internacionales como las de Nepal o Perú, las convocatorias en México carecen de objetivos concretos: Las consignas son genéricas, calcadas de los bloques opositores y sin un trasfondo utópico convincente, firme u organizado.
La infodemia y el poder del anonimato
Vivimos en una era de sobreinformación, donde las narrativas pueden escribirse tan rápido y desde donde sea, tan fácil como colgar un tuit. Las imágenes, consignas y mensajes que circularon para promover la marcha del 15 de noviembre estaban acompañados, en su mayoría, de contenidos creados con inteligencia artificial. El propósito de esto no está del todo claro: ¿Legitimar una lucha a través de materiales visuales superficiales y de baja o nula producción y costo? ¿Conectar con una juventud digitalizada? ¿O simplemente burlarse de la supuesta ingenuidad e inexperiencia de las generaciones pasadas?
Sea cual sea la intención, el resultado fue el mismo: una movilización deslegitimada por la manipulación.
¿Por qué no funciona?
Toda lucha social requiere trazar objetivos claros y sólidos, al menos en la teoría. Si bien la muerte de Carlos Manzo puso sobre la mesa temas urgentes y coyunturales como la violencia, la crisis de desapariciones, las fosas clandestinas, la corrupción o la extorsión, las consignas giraban principalmente en torno a la confrontación política contra el gobierno sin una dirección definida y tratando de servir a múltiples agendas, algunas afines y otras excluyentes entre sí, un caldo que bien podría degenerar en el uso de la violencia.
Las convocatorias fueron percibidas como prefabricadas, impulsadas por intereses partidistas y construidas bajo la idea de que los jóvenes son manipulables. En un país donde desde 1968 las juventudes han sido instrumentalizadas, esto solo provoca desconfianza y apatía.
La marcha percibida como “original” y “legítima”, desde antes de los hechos de Uruapan, estaba planeada para el 15 de noviembre (así se habló en Discord), pero muchos colectivos juveniles se deslindaron al notar su giro partidista cuando diversos actores políticos y empresariales se apropiaron de la convocatoria luego de la noche del 1 de noviembre, cuando murió Manzo. En respuesta, Gen Z organizó otra movilización, con una semana de anticipación a la pactada con anterioridad, que previó tratar varias de las problemáticas que aquejan a los jóvenes hoy día —como la falta de vivienda digna, los desaparecidos, la violencia y el apoyo a Palestina —, pero tampoco lograron articular un rumbo fijo, lo que derivó en una marcha a la que las redes castigaron duramente al calificarla como carente de sentido y cohesión, diluyendo la voz juvenil en consignas dispersas.
La desinformación y el riesgo de vaciar la protesta
La desinformación no solo distorsiona los hechos, también resta sentido a la protesta, la banaliza. En un mundo donde todo puede venderse y viralizarse, incluso las causas sociales corren el riesgo de convertirse en productos.
Las nuevas generaciones están inmersas en la tecnología, pero eso no significa que crean ciegamente en todo lo que consumen. Estudiar, contrastar y discernir es esencial para evitar ser manipulados por gobiernos, partidos, medios o empresas que buscan dividirnos para mantener el control.
—Atentamente, una persona de la Generación Z