
Fotos: Rodolfo Jasso
El virtuoso violinista Ara Malikian ofreció una velada emotiva y llena de anécdotas en su primer encuentro con el público mexicano, el pasado 30 de mayo, rompiendo esquemas tradicionales y no sólo por su forma de tocar sino también por su estilo de vestir pues los trajes de cola larga quedan fuera de su look.
Este músico ha optado por una imagen más desenfadada, muy al estilo de los rockstars, con un chaleco que le permite lucir sus múltiples tatuajes, así como una melena afro que se mueve al compás de sus notas que van de la emotividad a la tristeza y la euforia.
Suaves notas de teclado poco a poco se diluyeron para dar paso al violín de Ara, quien se dio su espacio para contar un poco de lo que ha sido su vida y por lo que ha atravesado para ser considerado de los mejores en su género.
Tras ofrecer las piezas “Concerto grosso” y “Rough dog”, para calentar los ánimos, el violinista hizo un espacio para romper el hielo y acercarse a sus seguidores y a quienes por primera vez lo acompañaban.
“Buenas noches, estamos felices de volver a esta tierra que es México y encontrarnos con este público maravilloso”, expresó Ara Malikian.
“Los músicos buscamos los garages. En Líbano, donde he nacido, allá por la época de los 70, misma década en que empezó una guerra, yo tenía seis años y no estaba consciente del peligro, pero mi padre supo cómo convencerme de hacer música como los Beatles”, apuntó.
"Pisando las flores” fue otro de los temas emblemáticos de la velada, ya que se remontó a su adolescencia, cuando tenía 15 años y estuvo en Alemania. “Castor”, “Lucine”, “Sweet child o' mine” daban cuenta de este espectáculo que forma parte de su Royal Garage World Tour, que lo llevará por el mundo durante los próximos tres años.
Como se esperaba también soñaron temas de bandas como Guns n' Roses y Led Zeppelin, así como propios con los que robó la atención.
“Muchas gracias”, apuntó Ara, quien también narró cómo llegó a España, país en el que radica y donde encontró buenos amigos que al igual que él amaban la música.
En estas breves charlas con su público también aprovechó para jugar con las palabras y darles un doble sentido, lo que puso el toque picante al encuentro musical, donde también recordó a grandes figuras como el compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski con el vals Scherzo.
“Milongas de Kairo”, “Bacherolette”, “Aliens office”, “Kashmire”, “La llorona” y “Misirlou” también fueron parte del repertorio del violinista, quien dejó a su público con un grato sabor en esta cálida velada en la Ciudad de México.
Enamorado del violín. La mayoría de los músicos elige el instrumento que será representativo en su carrera, el que expresará de una mejor manera sus emociones y su arte, pero ese no fue el caso de Ara Malikian, pues al virtuoso violinista no le dieron oportunidad de escoger.
“Mi padre era un enamorado del violín y cuando yo nací, él me puso un violín en la barbilla y ahí se me quedó. Nunca tomé la decisión de ser violinista o no, tampoco decidí si quería vivir del violín o no, lo hice debido a las circunstancias y porque siempre formó parte de mi vida”, reveló en entrevista con Notimex.
Aunque tiene una vasta colección de violines, incluso algunos en edad de 300 años, existe uno especial, aquel que lo acompaña durante sus conciertos importantes. Data de 1924, fue de su abuelo y se lo obsequió su padre cuando él tenía 15 años.
Es frágil y requiere de muchos cuidados especiales, aunque el músico no siempre tiene el tiempo para hacerlo. Cuando le preguntan por el tipo de madera con el que está hecho su violín, Ara lo consulta en internet y aunque promete no olvidarlo, le sucede de nuevo, “como ahorita”, dijo entre risas.
El cambio de cuerdas tiene que ser a menudo para que suenen bien, mientras que las cerdas del arco deben renovarse cada tres o cuatro conciertos. “Mi abuelo nunca fue violinista. Él sobrevivió al genocidio armenio en el que murieron más de un millón y medio de personas. Mi abuelo perdió a toda su familia, pero pudo salvar su vida gracias a este violín.
“Se lo dio un señor mayor para que fingiera ser parte de un grupo musical, sólo así logró huir a Líbano donde tuvo a su primer hijo y formó su propia familia”.
El libanés Ara Malikian se encuentra en México porque el pasado 30 de mayo presentó su espectáculo Royal garage world tour en uno de los recintos más importantes de la capital del país y en el que rinde homenaje al lugar donde comenzó a crear música: el garage de su casa.
“En el Líbano de los años 70, cuando empezó la guerra, la población tenía que resguardarse en lugares seguros como cocheras subterráneas, sótanos y lugares underground”, recordó el músico.
Debido a que pasaban semanas y hasta meses al interior, había que ocuparse en alguna actividad para no estar tristes, preocupados, asustados y estresados ante el caos que afuera se estaba viviendo. Fue entonces que su padre bajó lo más valioso que tenía y eran sus instrumentos. Le pidió que tocara y cuando lo hizo, sucedió la magia.
“Me di cuenta del poder que tiene la música, de cómo ésta puede transformar a las personas, pues observé que cambió el ánimo de los vecinos al escucharme, saqué una sonrisa de sus rostros.
“Unos empezaron a bailar, otros a tocar otros instrumentos y dentro de esta situación tan dramática, empezamos a hacer una fiesta, a tener más alegría. A partir de ahí, me di cuenta de lo necesario que es la música en nuestra vida”, destacó.
Aunque el garage lucía oscuro, sucio, lleno de ratas y cucarachas, para Ara Malikian significaba un sitio de lujo, pues fue ahí donde empezó su amor por la música. Lo primero que tocó fueron temas alegres tradicionales, tanto libaneses como armenios.
“Con el tiempo me fui haciendo de una formación clásica porque mi padre amaba este tipo de música. Ya después me fui en otras direcciones, en otras culturas y estilos que abrieron mi horizonte”, indicó.
Lo que importa ahora, dice, “es lo que sale del instrumento, del cuerpo. Se trata de crear una energía, una magia para que el momento sea inolvidable, de trance, de meditación para mí y para el público, para que la experiencia valga la pena en aquellas personas que pagaron para ir a verte, porque no van a criticarte, van a disfrutarte”.
Subrayó que el violín es un instrumento de amplias posibilidades. Con él se puede tocar lo clásico, el jazz, lo folclórico, el rock y música de todos los estilos y culturas del mundo, incluso el reggaetón y la música urbana, como lo hizo en su más reciente álbum.
“Cuando vives en el mundo de la música clásica, te enseñan a rechazar otro tipo de géneros, pues te dicen que cualquiera siempre será menor. Sin embargo, yo he aprendido a deshacerme de estas etiquetas, para mí no hay música menor ni música mayor, es la manera en que interpretas y se lo ofreces al público”.
El artista que ensaya por lo menos tres horas al día, ha tocado casi de todo, pero aún le falta, sobre todo explorar más la música folclórica mexicana. “El mundo es tan grande y rico que para tocar todo se tendrían que vivir cien vidas”, concluyó.
ijsm
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