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¡Ojo, papás!, gordito no significa sano

Problema. La falsa creencia de que un niño gordito es un niño sano, sigue retrasando un diagnóstico oportuno de obesidad que, de no ser atendido a tiempo, lleva a menores de edad, tan sólo de nivel preescolar a problemas de sobrepeso tan severos como grado tres.

(La Crónica de Hoy)

La falsa creencia de que un niño gordito es un niño sano, sigue retrasando un diagnóstico oportuno de obesidad que de no ser atendido a tiempo, lleva a menores de edad, tan sólo de nivel preescolar a problemas de sobrepeso tan severos como grado tres, y es que apenas el cinco por ciento de los pacientes atendidos en la Clínica de Obesidad Infantil del Hospital General de México (HGM), lo son porque los papás están plenamente conscientes de que sus hijos tienen un problema con su peso.

El otro 95 por ciento de los pacientes (al año se atienden en promedio a 1,500 menores), llega por otra razón, ajena a la obesidad o sobrepeso, y suelen ser problemas por alguna alteración musculoesquelética, genu valgo, alguna lumbalgia, o algún problema alérgico o asmático, y después son canalizados a la clínica de obesidad y cuando llegan a la clínica, los papás no están plenamente conscientes de que sus hijos tengan esta enfermedad llamada obesidad.

PEQUEÑOS CUERPOS, ENFERMEDAD DE ADULTOS. La doctora Eréndira Villanueva Ortega, endocrinóloga pediatra y obesóloga adscrita a la referida clínica de obesidad infantil, indicó que muchos papás creen que al llegar a la adolescencia sus hijos o hijas van a mejorar y persiste la creencia de que un niño gordito, es un niño sano, “lo cierto es que 40 por ciento de los menores con obesidad grado 3 están en nivel preescolar, el resto llegan con obesidad grado 1 y los adolescentes obesidad grados 2 o 3.

La mayoría de ellos tienen comorbilidades como alteraciones en el metabolismo de la glucosa, resistencia a la insulina, entre el 5 y 7 por ciento tienen prediabetes y alrededor del 3 por ciento ya tienen diabetes mellitus tipo 2, padecimiento que hace algunos años, era exclusivo de personas adultas.

También tienen afecciones musculoesqueléticas, por ejemplo, genu valgo hasta 50 por ciento, apnea del sueño o hipoapnea, aproximadamente el 30 por ciento, síndrome metabólico hasta un 45 por ciento y enfermedad hepática grasa 30 por ciento de los pacientes, tan sólo por mencionar algunas.

Entrevistada en el marco de la “Primera Reunión de Clínicas de Obesidad”, organizada por los laboratorios Novo Nordisk, en el estado de Puebla, la especialista refirió que entre algunas comorbilidades que se han estudiado, está la enfermedad hepática grasa que puede llevar a una expectativa de vida apenas 40 a 50 años, “aunque no se tienen muchas proyecciones, porque es una enfermedad relativamente nueva —unas tres décadas—, y aún no se tiene un pronóstico real de qué pasa con estos pacientes”.

El tratamiento pilar son cambios en los estilos de vida y se individualiza acorde con las comorbilidades de cada paciente, pero en aquellos pequeñitos que ya tienen resistencia a la insulina o enfermedad hepática grasa, se les da una intervención mucho más personalizada.

RELACIÓN AFECTO-COMIDA. Con la experiencia de ocho años, en la atención y tratamiento de pacientes pediátricos con problemas de obesidad y sobrepeso, y recientemente haber sido reconocida esta clínica como uno de los dos centros de excelencia —que hay en el país—, por la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO), otro aspecto fundamental en el tratamiento de la obesidad infantil, es el psicológico.

Para ello, la doctora Ana María Hernández López, psicóloga de esta clínica infantil enfatizó que la obesidad no es un asunto exclusivo de los pequeños, sino que tiene su origen desde la familia, ya que por cultura el mexicano tiene íntimamente relacionado el afecto con la comida, es algo que ha trascendido por generaciones, así se ha aprendido y es una situación que queda de manifiesto en estas fechas decembrinas, en las que está muy presente el afecto asociado directamente con la comida y entonces los niños sólo repiten patrones de conducta del núcleo familiar.

Al ser objeto de bullying por la razón de su apariencia, estos pequeños con sobrepeso que se van viendo limitados en ciertas actividades, sufren trastornos de ansiedad, ansiedad generalizada, o incluso un estado de depresión importante, y como parte del tratamiento se utiliza terapia cognitivo-conductual.

Vamos trabajando con la familia, “pero lo más importante es que los niños aprendan porque están ahí, y lograr que se sientan en confianza de hablar de lo que sienten, lo que piensan y cómo se visualizan a futuro”.

También se hace un análisis con la familia al platicar la situación con los papás, porque prácticamente estas situaciones emocionales emergen desde el sentir de los niños y la convivencia con sus papás; es ahí donde se desata este detonante, explicó, porque de alguna manera los niños son el síntoma de lo que están viviendo en el hogar.

A MOVERSE TODA LA FAMILIA.Respecto a la activación física, la doctora Karen Pedraza Escudero, pediatra con alta especialidad en Obesidad Infantil y del Adolescente se encarga de estimular a los menores en la manera correcta de ejercitarse y paulatinamente ir rompiendo las barreras del “no se puede, no hay tiempo”, o “no hay aparatos para hacer ejercicio”.

Se les enseña, dijo, a realizar rutinas sencillas importantes, pero lo más recomendable es que sea con toda la familia, que es de lo más estimulante y lo ideal es que lo hagan al menos 5 días a la semana, con ejercicios acordes a la edad de cada infante.

En la clínica se le explica a los niños los beneficios de hacer ejercicio y la necesidad de incluir a la familia en esta dinámica, a fin de romper con el sedentarismo, que papás o los cuidadores de estos pequeños, en caso de que los padres trabajen, se involucren más en la actividad física o los juegos de los infantes.

UN CAMBIO DE REGIMEN ALIMENTICIO. Alejandra Ruiz Barranco, nutrióloga de la Clínica de Obesidad Infantil del Hospital General de México, se encarga de diseñar los planes de alimentación de los pequeños acorde con los requerimientos nutrimentales de cada uno, para lo cual se educa a los padres o cuidadores y los familiarizan con los grupos de alimentos, porciones, comidas al día que deben realizar, horarios e incluso que aprendan a leer el etiquetado de los productos.

A lo mejor ahorita que venimos saliendo de las fiestas decembrinas, que sepan llevar una dieta sana, que siempre esté presente en la mesa la ensalada, pues eso es algo que ayuda mucho; que conozcan bien las equivalencias, identifiquen los grupos de cereales,después podrán comenzar a hacer algunas combinaciones y comenzar a cambiar algunos alimentos por otros sin transgredir la dieta.

El consejo para comenzar a consumir menores cantidades, es tratar de evitar los recalentados, utilizar platos más pequeños al servir, que no falte el plato de las ensaladas de vegetales en la cena, porque eso es algo que evitamos los mexicanos, respetar las porciones marcadas; no se trata de aislar, sino que aprendan a tomar decisiones.

Hay aspectos muy claros, como que el refresco no está permitido “desde la primera charla que tenemos, al establecer el plan de alimentación queda en claro que no existen los azúcares y se les explica por qué y la sugerencia es siempre que tomen agua natural, ni siquiera de frutas, porque eso implica que vayan a tomar azúcar de alguna manera”, y la verdad es que los niños se apegan a estos planes, y lo hacen muy bien, porque lo entienden, el problema es a veces con los papás, que no cumplen al cien y entonces ellos llegan a la consulta y prácticamente “acusan” a sus papás, ésa es la parte, como un poco más complicada; con los niños no es tan difícil que ellos cumplan.

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