
El jazz japonés no es solo una categoría musical; es una invitación a sumergirse en paisajes sonoros que reflejan la esencia misma de la cultura nipona: precisión, emoción contenida y una profunda conexión con el momento presente. A diferencia del jazz estadounidense, que a menudo se caracteriza por su improvisación audaz y su energía expansiva, el jazz japonés ofrece una experiencia más introspectiva y matizada.
Es una música que no impone, sino que invita a ser descubierta, apreciada y vivida en cada escucha. Para adentrarse en este universo sonoro, es esencial comenzar con algunas obras clave que representan la diversidad y profundidad del jazz japonés. Por ello, en Crónica te presentamos una breve guía con artistas y discos para entrarle sin miedo.
Ryo Fukui – Scenery (1976)
Si estás buscando una puerta de entrada al jazz japonés, Scenery de Ryo Fukui es el lugar perfecto para empezar. Este pianista autodidacta nos regala una obra de pura belleza que se puede disfrutar de principio a fin sin necesidad de ser un experto en jazz.
Las melodías suaves, pero profundas, te envuelven de inmediato. La obra se siente accesible, pero no por eso menos compleja. Si quieres un primer vistazo a cómo se siente el jazz japonés, empieza con este álbum. ¡Es casi un clásico!
Masabumi Kikuchi – Black Orpheus (2016)
Ahora vamos a algo un poquito más introspectivo, pero igual de cautivante. Masabumi Kikuchi, un genio del piano, te lleva a un viaje más personal con Black Orpheus. Aquí la idea es sumergirse en las texturas sonoras.
Kikuchi hace una interpretación única del famoso tema brasileño “Manhã de Carnaval”, pero con una vuelta muy japonesa: introspectiva, lenta y llena de emoción. Es un álbum perfecto para aquellos que quieran desconectar un rato y solo dejarse llevar por el sonido.
Toshiko Akiyoshi – Long Yellow Road (1975)
Si ya estás listo para un reto un poco mayor, Long Yellow Road de Toshiko Akiyoshi es lo que sigue. Este álbum es como un juego de ajedrez para los oídos. Técnicamente complejo, pero muy emocionante. Akiyoshi logra equilibrar la sofisticación del jazz con un toque de pasión que nunca pierde el ritmo.
Además, este disco está lleno de personalidad, lo que lo convierte en una obra muy especial dentro del jazz japonés. Ideal si quieres algo que te haga pensar, pero sin perder la esencia emocional del género.
Hiroshi Suzuki – Cat (1976)
Ahora bien, si lo que buscas es algo con más energía, Cat de Hiroshi Suzuki es tu elección. Con su trombón en mano, Suzuki nos ofrece un álbum de jazz-funk que hará que quieras levantarte a bailar. ¡Nada de calma aquí!
El ritmo es vibrante, los solos son potentes y la energía de la banda te hace sentir como si estuvieras en una fiesta de jazz en su máxima expresión. Suzuki captura el espíritu del jazz japonés, pero con un toque fresco y contagioso que hace que no puedas dejar de escucharlo.
Casiopea – Casiopea (1979)
Si el jazz fusión es más tu estilo, te presento a Casiopea, una banda pionera en Japón que nos deja un disco homónimo lleno de energía. La mezcla de jazz, funk y rock en este álbum es impecable.
Con solos complejos y una sección rítmica impecable, Casiopea lleva la idea de fusión a otro nivel. La sensación es siempre vibrante, llena de virtuosismo y, sobre todo, de pura diversión.
Sadao Watanabe – Round Trip (1970)
Si quieres ir a lo grande, no te puedes perder Round Trip de Sadao Watanabe. Este saxofonista, que tiene una carrera que abarca más de seis décadas, te lleva a través de todo el abanico de emociones que puede ofrecer el jazz.
Desde la calidez del bop hasta las influencias brasileñas y africanas, Watanabe mezcla todo esto de manera impresionante. Un verdadero icono del jazz japonés que, con este disco, logra algo único: crear una atmósfera de intimidad mientras mantiene la energía del jazz al máximo.
Y sí, cuando el jazz lo interpreta un músico japonés, hay algo especial en el aire. Es como si cada acorde estuviera pidiendo que lo sigas, que lo vivas… ¡Disfruten de esta selección!