Opinión

La “Gran mentira” de Donald Trump y AMLO en el 2024

¿Recuerda cuando Donald Trump, en octubre del 2020, se quitó teatralmente el tapabocas en un pasillo exterior de la Casa Blanca al regresar de un hospital militar, donde lo trataron por haber dado positivo a Covid? La prensa se hallaba reunida en uno de los jardines. El acto del cowboy de película lo vimos todos transmitido por la televisión. Donald Trump volvía a su mandato, libre del virus y fuerte como un roble.

BBC

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Esa imagen la tengo muy presente. Fue la actitud del todopoderoso que vence a la mismísima muerte. Durante meses había sobreestimado a la pandemia, que, contagió a siete millones de estadounidenses y mató, en ese entonces, a dos cientos mil personas en la Unión Americana. Expertos en la Universidad de Cornell en el estado de Nueva York, afirmaron que el principal impulsor de la desinformación sobre el SARS-COV-2 era el presidente Trump. En su presidencia fue que se dispersaron las teorías de conspiración de las que hicieron eco los grupos de antivacunas, los oponentes al 5G y los extremistas políticos. Muchos de estos últimos participaron en la pretendida toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando quisieron impedir que Joe Biden se convirtiera en el siguiente mandatario de los Estados Unidos de América. El propio Donald Trump, como se ha demostrado en los audiencias del Comité que indagan la insurrección de aquel 6 de enero, construyó---- un complot en su contra, dado, según él, que las elecciones habían sido un engaño.

Con la mano en la cintura, esparció la Gran Mentira de que Joe Biden no había ganado la presidencia. La cadena (des) informativa Fox News, escudera de Trump, ayudó a propagar la mentira, así como otros medios distorsionados.

Hay que explicar aquí, para entender el sistema electoral estadounidense, que el gobierno federal no se encarga de las votaciones sino que lo hace cada estado, siguiendo sus propias reglas, de manera independiente y con su propio personal. Algunos estados pesan más que otros en las elecciones. Para empezar, Alabama es un bastión republicano, el partido de Trump, pero California se inclina por los candidatos demócratas desde el año 1992. Claro que hay estados que cambian sus preferencias (swing states). También existe una mayor carga de importancia en ciertos estados. Florida, por ejemplo, se lleva 29 votos, mientras que New Hampshire solamente 4. Por lo tanto, los candidatos se dedican a convencer a los votantes de los estados péndulos. Iowa y Colorado, en zonas metropolitanas, se inclinan por los demócratas, mientras que en las zonas rurales lo hacen por los republicanos. Seguir las elecciones en ese país no es fácil. CNN es un medio informativo bastante confiable y ese veo desde hace muchos años, cuando se llevan a cabo las votaciones presidenciales o cuando surgen noticias tan relevantes como las recientes audiencias bipartidistas, de republicanos y demócratas, organizadas por una comisión especial del Congreso de los Estados Unidos, que analiza el por qué apareció una turba feroz de supremacistas blancos en su mayoría que el 6 de enero de 2021 se quiso apoderar del Capitolio para fomentar la insurrección contra las autoridades.

El meollo de ese levantamiento se encuentra en las acciones de Donald Trump, quien quiso manipular a varios personajes para que alegaran el “fraude” cometido en las elecciones. Para ello, desde el 3 de noviembre de 2020, comenzó a alimentar su Gran Mentira (Big Lie). Desde luego que hubo gente que le hizo comparsa y otros fueron proclives a la presión que ejercicio el ex presidente. Pero otros no cayeron en el juego, por más republicanos que hayan sido. El vicepresidente Mike Pence prefirió ser fiel a la verdad y no Trump. Trump lo calificó de wimp , un blandengue, porque no cedió a participar en la Gran Mentira. La infame turba que asaltó el Capitolio iba, entre otras cosas, por Mike Pence, mientras Trump promovía el golpe de estado. Grave asunto, nunca antes visto en la historia de los Estados Unidos y de su estructura democrática.

La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, contó que Trump la llamó para que divulgara la Gran Mentira, mientras el ex presidente veía cómo revertir los resultados electorales. A muchos los amenazó, como corresponde a la figura altanera y caprichosa de Donald Trump. No pocos trabajadores de la elección, donde legítimamente ganó Joe Biden (¿Sería posible hacérselo entender a Lorenzo Meyer, quien en Twitter escribió, con respecto a la Cumbre de las Américas, que Estados Unidos no debería participar “pues su gobierno actual es producto de un fraude electoral” 13-05-22) fueron intimados y advertidos de que podían morir si no cooperaban.

Donald Trump, el hombre que le cae bien a Andrés Manuel López Obrador, es un verdadero delincuente, un sátrapa que además se regocija por que “dobló” a nuestro presidente. Pero eso es lo de menos. Nuestro presidente también acarrea sus propios desplantes dramáticos. Desde 2006 afirma que las elecciones presidenciales lo favorecieron a él (sic), pero que ganó fraudulentamente Felipe Calderón, cuando el INE (Instituto Nacional Electoral), en aquel momento IFE (Instituto Federal Electoral), realizó las elecciones y las cuidó como lo ha hecho desde su creación. AMLO nunca ha podido comprobar el fraude, pero lo repite como letanía. En aquel 2006 su berrinche fue tan grande que organizó un plantón en la avenida Reforma y se hizo proclamar como presidente legítimo. ¡Un probada de gran guiñol!

La constante crítica de Andrés Manuel López Obrador al INE resulta inquietante, a pesar de que el Instituto Electoral organizó muy bien, como siempre, aunque con poco presupuesto, la inútil consulta de la Revocación de Mandato, como la calificó Cuauhtémoc Cárdenas, y de que la última jornada electoral de algunas gubernaturas resultó impecable. ¿Tendrá el señor presidente de México pensada alguna maniobra cuando Lorenzo Cordóva deje de ser el Consejero Presidente y Ciro Murayama consejero electoral? Si finalmente, las elecciones del 2024 no consiguen el resultado que López Obrador espera, porque todo puede suceder y, conociendo sus desplantes, ¿podríamos asistir a una función especial? A lo mejor no, pero que lo que le ocurra al vecino que tanta le agrada, ojalá haga que ponga sus barbas a remojar.