Opinión

Socavar la democracia

A menudo se repite la frase de Winston Churchill de que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las demás formas de gobierno. Detrás de la ironía del famoso político británico, el planteamiento se refiere a que a pesar de sus imperfecciones, la democracia es el mejor sistema político disponible. Así parece haberlo confirmado la historia política. 

Paradójicamente, en al menos las últimas cinco décadas, un par de ellas en coincidencia con fin de la guerra fría, una constante ha sido la lucha política para crear sistemas políticos en diversas partes del mundo, aún en pleno proceso de globalización de la economía mundial y del auge del neoliberalismo después del colapso del llamado socialismo real. El balance de ese proceso es de altibajos en función del éxito o no de esas luchas en favor de la democracia. 

Durante esos largos años, países como México, por ejemplo, han transitado de manera difícil y compleja en ese mar de claroscuros de un régimen autoritario tenaz a una democracia todavía frágil, buscando su consolidación frente a su inveterada historia política de autoritarismo.

En todo caso parece haber quedado claro que es posible construir formas de gobierno democrático en condiciones adversas, aunque no existen garantías para ello, pues lo contrario también es factible. 

Uno de los más recientes experimentos esperanzadores en favor de aspiraciones democráticas en la raíz de regímenes autoritarios, es la llamada primavera árabe, iniciada en 2011, y que como sabemos acabó en fracaso estrepitoso. También ha quedado claro que la construcción de la democracia entraña procesos permanentes de construcción que permitan transitar de su gestación a su consolidación. Incluso en las llamadas democracias consolidadas, que tradicionalmente sirvieron de ejemplo a seguir por las democracias en construcción, hemos visto en años recientes, que están sujetas a fenómenos políticos, económicos y sociales que han puesto en tela de juicio sus fundamentos, mismos que hacían suponer que esos sistemas gozaban de pilares sólidos como columnas dóricas.

La corrupción entre otros fenómenos han acarreado graves problemas a su viabilidad. Analistas políticos como Charles Davidson y Ben Judah sugieren que la secrecía financiera está socavando la democracia. Señalan que ese mundo secreto y su entramado encubierto, afectan tanto a la democracia como al propio capitalismo. Las élites a lo largo del mundo están escondiendo su riqueza para evitar pagar impuestos y evadir el escrutinio internacional en el marco de “un reino de sombras” basado en cuentas escondidas, entidades fachada y comercio artificial. (“How Financial Secrecy Undermines Democracy”, Journal of Democracy, Vol. 34., No. 4, octubre 2023, pp. 94-108, www.journalofdemocracy.org.).

Los ricos de países con graves niveles de pobreza desvían sus fortunas a paraísos fiscales

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Statista

De acuerdo con los autores señalados, ese entramado obedece a fuertes intereses creados, vinculados a un sistema financiero que oculta la cleptocracia, el crimen y la intervención extranjera, pero también exacerban la inequidad a niveles desconocidos precisamente por la opacidad de dicho sistema. Es cada más difícil hacer a las élites rendir cuentas en el espacio público. Dicen que se trata de un mundo paralelo al sistema financiero regular de trillones de dólares, localizados en distintas partes del orbe. 

Contradictoriamente, este sistema secreto ha alcanzado tales dimensiones que se ha vuelto visible al estar perjudicando al mismo orden político del que surgió. Los analistas recuerdan los hallazgos dados a conocer en los Papeles de Panamá (2016), los Papeles del Paraíso (2017) y los Papeles de Pandora (2021), entre otros, en los que la opinión pública pudo conocer detalles de operaciones opacas de grandes conglomerados como Apple, Facebook, McDonald´s y de famosos individuos de la política, los negocios y la farándula.

Si bien el fenómeno es global en cuanto a su alcance y la búsqueda un tanto frenética de ocultar fortunas por los más privilegiados, Davidson y Judah ponen el énfasis en los países paradigma de las democracias consolidadas como la estadounidense, y subrayan la importancia de enarbolar un llamado ético para iniciar el combate y la abolición de este sistema secreto. Tal llamado debe comenzar por explicar la existencia y las consecuencias negativas de la secrecía financiera, a fin de fortalecer la armonía social, proteger las instituciones y evitar el surgimiento de demagogos que explotan el resultado de la consternación y las desmoralización que produce este fenómeno.

Para Charles Davidson y Ben Judah, el capitalismo requiere normas y regulaciones para un buen funcionamiento en alineamiento positivo con la democracia.