Desde su experiencia profesional, Marian Vidaurri, economista y politóloga mexicana, sostiene que las democracias no se ven debilitadas únicamente por actores externos o conflictos geopolíticos, sino por factores endógenos como la creciente insatisfacción de la ciudadanía ante la falta de resultados concretos en ámbitos clave como el desarrollo económico, la inclusión social y la seguridad.
Cuando las expectativas básicas no se cumplen, las ciudadanos y los ciudadanos tienden a cuestionar no solo a sus gobiernos, sino al sistema democrático en su conjunto. Para Vidaurri, esta pérdida de confianza es camino fértil para viejas y nuevas formas de populismo, que ofrece respuestas rápidas, muchas veces mediante métodos que socavan las reglas y valores democráticos, donde el fin justifica los medios autoritarios. Así comienza y profundiza un proceso de erosión gradual que pone en riesgo los fundamentos institucionales de las democracias.
Populismo, autocracias y un nuevo orden internacional: opinión de Marian Vidaurri
Marian Vidaurri ha señalado con claridad que el actual escenario internacional se caracteriza por una creciente polarización afectiva entre las democracias y los regímenes autocráticos, así como dentro de los mismos sistemas democráticos. Según su análisis, la lógica del conflicto internacional ya no se define por divisiones ideológicas como izquierda-derecha, sino por el antagonismo entre democracias y autocracias y la creciente polarización tóxica dentro de las democracias mismas donde una persona que piensa diferente es el enemigo.
El orden internacional basado en reglas, que predominó desde la Segunda Guerra Mundial, está siendo reemplazado por una lógica de poder donde las autocracias ganan espacio mediante la imposición de agendas unilaterales. Esta competencia sistémica erosiona los acuerdos multilaterales y debilita los mecanismos institucionales diseñados para preservar la paz y la cooperación global. Para Vidaurri, esta evolución representa un serio riesgo para las democracias emergentes, que enfrentan presiones externas e internas simultáneamente.
Desde la perspectiva de la politóloga y economista mexicana, las instituciones internacionales a cargo de la promoción y defensa de la democracia actúan frecuentemente de manera reactiva, más que preventiva. Aunque reconoce sus limitaciones estructurales y políticas, también enfatiza el gran valor de normativa internacional como la Carta Democrática Interamericana, que, en condiciones ideales, debe aplicarse de forma consistente para evitar la ruptura del orden democrático constitucional.
En la práctica, según Vidaurri, los dobles estándares y sobreuso de objeciones tu quoque evitan el efectivo cumplimiento de las obligaciones en cuanto al derecho internacional, obligaciones que los Estados voluntariamente han suscrito.
Democracia en regímenes autoritarios: un futuro incierto
La relación entre estabilidad económica y fortaleza democrática es, para Marian Vidaurri, innegable. A través de ejemplos en América Latina, ha demostrado cómo decisiones económicas —reformas tributarias, eliminación de subsidios, aumento del transporte público— han desatado protestas masivas que derivaron en crisis de gobernabilidad. Desde esta perspectiva, una democracia sostenible debe ser capaz de mantener indicadores económicos estables y de diseñar políticas públicas que respondan a las necesidades básicas de la población. La ausencia de estas condiciones abre el camino a la desilusión ciudadana y al surgimiento de discursos populistas autoritarios.
En su análisis sobre gobiernos autoritarios, Marian Vidaurri sostiene que, aunque una cuarta ola de democratización es teóricamente posible, es improbable en el corto y mediano plazo. Las dictaduras modernas han perfeccionado sofisticados mecanismos de cooptación institucional, represión y control social. Desde su punto de vista, es factible que el colapso de los regímenes antidemocráticos del Siglo XXI se derive, por propias disputas internas y no necesariamente como resultado de esfuerzos, actitudes y comportamientos democráticos de actores domésticos e internacionales. Aun así, Vidaurri mantiene que la resistencia democrática debe continuar como una exigencia ética y política.
Uno de los aspectos que la politóloga ha hecho énfasis es la necesidad de implementar estrategias que fortalezcan la confianza de la ciudadanía en la democracia. En este sentido, la lucha contra la corrupción y la impunidad es, a su juicio, fundamental. Las experiencias fallidas de mecanismos internacionales de lucha anticorrupción en Centroamérica, por ejemplo, muestran que, sin voluntad política y sin un andamiaje institucional sólido, estos esfuerzos no logran un impacto duradero. Vidaurri advierte que si los esfuerzos anticorrupción se perciben como instrumentos de persecución selectiva, la desconfianza ciudadana hacia el sistema político se intensificará, debilitando aún más la democracia.
El deterioro democrático suele ser gradual: comienza con la captura de instituciones clave, sigue con el debilitamiento de los pesos y contrapesos, y culmina con la concentración del poder. Esta secuencia, observada en numerosos casos, debe servir como advertencia para las democracias actuales, concluyó Marian Vidaurri.