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Entre vitrales, madera antigua y un guante firmado por Muhammad Ali, esta cantina clásica se ha convertido en un referente del Centro Histórico

Bar Mancera: la cantina de CDMX con más de 100 años y un guante firmado por Muhammad Ali

Interior del Bar Mancera
Bar Mancera Foto: Facebook/ Bar Mancera

Sin duda alguna, nunca terminas de conocer las historias que encierra la Ciudad de México entre sus resquicios menos esperados. Una de esas historias la tiene en Bar Mancera. Si observas bien, no es una cantina cualquiera, es una cápsula del tiempo llena de madera reluciente, vitrales clásicos, candelabros que parecen estar ahí tiempos inmemorables y, sí, también hay un guante firmado por Muhammad Ali que anda por ahí, simplemente existiendo; porque en este lugar cada objeto habla.

Un bar con mucha historia

Y es que el edificio ubicado, El Bar Mancera, se ubica en la Calle de Venustiano Carranza 49, en el Centro Histórico de la CDMX, data de mediados del siglo XIX, cuando el ingeniero y filántropo Gabriel Mancera mandó a construir una mansión que luego se convirtió en el famoso Hotel Mancera. En 1912 ya había empezado a operar en parte como cantina “de primera clase”, pues la frecuentaban personas de clase alta.

Con el paso del tiempo, el Bar Mancera se consolidó como “una cantina de abolengo”, un lugar donde lo tradicional no se contradice con lo elegante, donde lo clásico no es sinónimo de antiguo y donde cada mueble parece querer relatar una historia.

Pero quizá te preguntarás que lo hace tan especial. Como lo mencionamos, no es un bar común. De entrada es un deleite visual, pues será imposible no ver la barra de caoba, los vitrales, la cabina telefónica antigua, los cuadros que evocan otros tiempos. Todo intacto. Todo impoluto.

Una vitrina resguarda el guante original firmado por Muhammad Ali
Una vitrina resguarda el guante original firmado por Muhammad Ali Foto: Facebook/ Bar Mancera

¿Qué hace un guante de Muhammad Ali en un bar de centro?

De acuerdo con crónicas orales de los dueños y antiguos clientes, Ali habría regalado el guante durante una de sus visitas a México en la década de 1970, cuando acudió para diversos compromisos promocionales y encuentros con figuras del boxeo nacional.

Algunos testimonios señalan que Ali fue invitado por un reconocido empresario y cliente habitual del bar, quien lo llevó a conocer este emblemático sitio del Centro Histórico. La anécdota cuenta que el boxeador, fascinado con el ambiente de este lugar (y con el cariño de la gente), dejó su firma en uno de sus guantes como gesto de amistad y gratitud.

Aunque no existe registro fotográfico del momento, el guante ha sido autenticado por expertos y preservado por generaciones de administradores que entienden su valor histórico y simbólico.

El Bar Mancera es el claro ejemplo del dicho “Si las paredes hablaran…”, ya que sus muros, ventanas y comensales han escuchado boleros, debates políticos y confesiones de madrugada. Y entre todo ese legado, el guante de Ali es la joya que corona su pasado y el atractivo principal porque que tienes que pasar alguna vez a tomarte un trago y vivir la experiencia citadina.

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