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“Si tuviéramos acceso a la justicia, el Tren Maya ya estaría detenido”

El proyecto es una puerta para aumentar el desarrollo que ha precarizado a las comunidades, señala Ángel Sulub, del CNI · “La desinformación ha sido fundamental para que continúen estos megaproyectos”: Wilma Merino

SUSMAI-UNAM

Los megaproyectos como el Tren Maya son imposiciones del capital y del gobierno, denuncian activistas.

Los megaproyectos como el Tren Maya son imposiciones del capital y del gobierno, denuncian activistas.

Cuartoscuro

El Tren Maya no es un tren y mucho menos es maya, es una puerta. Ángel Sulub se explica:

El magaproyecto es más cosas que una máquina, vagones, turistas y materias primas, es además una gran puerta para el incremento de la agroindustria, de los parques industriales, termoeléctricas, parques eólicos y fotovoltáicos; significa también el incremento del turismo masivo, un tsunami que ya ha traído destrucción ambiental, social, económica y comunitaria de los pueblos mayas, como Cancún y la Riviera Maya lo han dejado claro.

Es además una puerta para incrementar la urbanización, la construcción de aeropuertos, el incremento de industria de la carne, inmobiliarias…, y además el tren “que se dice maya” se conectará con otros megaproyectos, como el Corredor Interoceánico y otros más que incluyen a Guatemala y Belice.

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Durante las consultas previas a la votación no se expusieron los impactos ambientales y a las comunidades, señalan activistas.

Lo anterior fue expuesto por Sulub, maya delegado ante el Congreso Nacional Indígena, durante el encuentro “Tren maya: miradas y aproximaciones desde las comunidades”, realizado por el Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI) de la UNAM.

SIMULACIÓN.

El activista refirió que el mega proyecto en el sureste viola sus derechos conforme lo establecido en el convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales, así como la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, específicamente en lo relacionado con su consulta y consentimiento para el desarrollo de este tipo de infraestructura.

“Para el gobierno federal este proceso se cumplió a partir de la consulta de 2019, sin embargo, quienes vivimos y conocimos los procesos y asambleas sabemos que se trató de una simulación y un fraude para nuestros pueblos. La misma ONU reconoció que no cumplió con los estándares internacionales”.

Durante su participación, Wilma Merino, educadora medioambiental y miembro del Congreso Nacional Indígena enfatizó que en la región la desinformación ha hecho que estos megaproyectos sean aceptados por un gran número de personas. “La desinformación ha sido fundamental para que continúen, desde que inició el proyecto ha sido brutal”.

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Gran parte de los tramos carecen de evaluaciones de impacto ambiental, como el número 5.

Recuerda que la fase informativa de la consulta contenía información errónea, no fue de buena fe ni con pertinencia cultural. “Es mentira que todos estemos celebrando la llegada de los megaproyectos, por el contrario, la resistencia está viva y presente”.

“MODELO” DE DESARROLLO.

Merino añadió que la idea de desarrollo expuesta por el gobierno –“que es vista como una barca de salvación ante la deuda histórica que tienen con nuestro pueblo ante el empobrecimiento”– reproduce un turismo elitista, racista, clasicista, excluyente y depredador, sostenido por la mano de obra de quienes habitan estos territorios.

Además, este modelo de desarrollo en Cancún y la Riviera Maya ha provocado la migración de mujeres del resto de la península, donde son asesinadas.

“En la consulta expresamos nuestras preocupaciones de siempre: llegan con promesas y terminamos trabajando en los hoteles y enriqueciendo a los empresarios y empresarias. Hubo mil promesas de que todo alrededor de Tren Maya tendría beneficios desde el Estado hacia las comunidades, lo que sabemos no es real”.

La ambientalista cuestionó ¿qué se le ha dicho al pueblo para convencerlo de que habrá cosas positivas?, ¿cómo los convencieron de vender sus tierras ante promesas de desarrollo? “Se trata de un enorme espejismo que tiene el mensaje implícito de que se debe acabar la vida rural”.

Ambos ponentes enfatizaron la preocupación de las comunidades por la militarización de la región que, dado el entorno de inseguridad, parecía algo bueno, pero no es así. “La militarización no obedece a la paz y seguridad, sino es para cuidar los intereses de los inversionistas y del gobierno”, dijo Ángel Sulub.

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El tramo 5 del Tren Maya fue redirigido selva dentro por presión de los hoteleros.

“Los pueblos mayas son diversos y desde nuestras comunidades y organizaciones estamos en total desacuerdo con este modelo que nos imponen, con estos megaproyectos que amenazan nuestro territorio, las formas de vida tradicionales, las relaciones internas como pueblos y, lo más indignante, violan derechos y leyes que son parte del marco jurídico mexicano, hemos sido atropellados totalmente”, añadió el activista. “Si tuviéramos acceso a la justicia, el Tren Maya ya estaría detenido”.

Enfatizó que el proyecto no nació de las necesidades del pueblo, sino de los grandes capitales y del poder político, que dicen llevarles el desarrollo, “como si no supiéramos qué necesitamos”.

Y va más allá: “la lucha no es sólo ésta, debe ser de toda la humanidad contra este modelo de desarrollo capitalista que nos lleva como humanidad al colapso y destrucción, de los megaproyectos de explotación, dañando a la madre Tierra”.

Panorama duro

El Tren Maya tiene muchas dimensiones, pero en las comunidades es preocupante la violación al derecho, al consentimiento previo, libre e informado, así como la compra masiva de volutades a través de los programas sociales y, quizá lo más preocupante, es la mitilarización de la región y su división. Es un panorama duro para las comunidades, señaló Leticia Merino, directora de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM.

Durante el Seminario permanente del SUSMAI añadió que las historias de las comunidades sobre el megaproyecto se repiten y exacerban problemas que ya existen en la región: erosión del tejido social, despojo, agroindustria, turismo, falta de agua y la violación de otros derechos.

“Es de suma importancia escuchar y poner en el centro de la discusión la opinión experta de las comunidades que viven ahí, de los herederos de la región, de sus activistas e intelectuales. Miembros de diversas comunidades locales que dan una mayor perspectiva”.