Se hacía llamar El Comandante Pantera o El Padrino Endoque. Era líder del Grupo Santa Muerte Internacional y ayer fue acribillado con más de 150 disparos de armas AR-15 y AK-47.
La ejecución se dio sobre los carriles centrales de la Vía José López Portillo, en el municipio de Ecatepec, muy cerca de donde hace algunos meses coordinó la construcción de una figura sin rostro de la Santa Muerte de más de 22 metros de altura, y que se había convertido en uno de los puntos de reunión más populares entre los fieles a la llamada Niña Blanca.
Se presentaba como Policía Federal. De hecho, las autoridades encontraron dentro de la camioneta en la que viajaba una placa de la corporación, que la Secretaría de Seguridad Pública federal no confirmó como auténtica.
La Procuraduría General de la República había recibido reportes de que El Comandante Pantera estaba relacionado con redes de narcomenudistas en el Estado de México y el Distrito Federal.
Esta es una de las líneas de investigación que se sigue respecto a su asesinato, aunque la Procuraduría de Justicia del Estado de México recabó testimonios en el sentido de que había recibido amenazas tras la inauguración de la efigie gigante en Tultitlán, la cual convirtió en santuario de culto. “No te metas en el negocio”, le dijeron, según las versiones.
La estatua se construyó en un terreno donado por él mismo. “Todo en honor de la Niña, porque me salvó del cáncer”, dijo en la inauguración El Padrino, quien narraba éste y otros supuestos milagros en un programa radiofónico nocturno.
David Romo, quien se dice arzobispo de la Iglesia Oficial de la Santa Muerte, y cuya sede es el barrio bravo de Tepito, se opuso a los planes de El Pantera, a quien calificó de charlatán y vividor. “Ese hombre lo que quiere es un negocio fraudulento”, señaló.
Pero El Comandante Pantera rechazó hablar de dinero y dijo que podía adorarse a la Santa Muerte en cualquier lugar y no sólo en Tepito, “donde predominan el narco y el tráfico de armas”, acusó.
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