Cultura

"Cráneos de mujeres en Tzomplantli estarían asociados al mito de Huitzilopochtli"

Raúl Barrera añade que se identificaron 655 cráneos humanos: 60% pertenecen a hombres; 38% a mujeres y 2% a infantes


Raúl Barrera inició el ciclo académico que acompaña a la muestra temporal Coyolxauhqui. El astro, la diosa y el hallazgo

Raúl Barrera inició el ciclo académico que acompaña a la muestra temporal "Coyolxauhqui. El astro, la diosa y el hallazgo".

INAH

El arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez señala que una hipótesis sobre los cráneos de mujeres en el Huei Tzompantli de Tenochtitlan, es que estarían asociados con el mito del enfrentamiento entre la diosa lunar y el numen solar y patrono de los mexicas, Huitzilopochtli.

Al inaugurar este sábado el ciclo académico que acompaña a la muestra temporal Coyolxauhqui. El astro, la diosa y el hallazgo, Raúl Barrera Rodríguez explicó que con el Programa de Arqueología Urbana (PAU) se han identificado hasta hoy en las exploraciones del Huei Tzompantli 655 cráneos humanos, de los cuales 60% pertenecen a individuos masculinos; 38% a femeninos y 2% a infantes.

En 2015 expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron los vestigios del Huei Tzompantli y su estudio dio inicio, recordó el titular del PAU.

“Las fuentes históricas señalan que los guerreros cautivos eran llevados al Templo Mayor y sacrificados, mediante la extracción de sus corazones, en los adoratorios ubicados en su cima”.

Posteriormente, añade el arqueólogo, los cuerpos eran arrojados por las escalinatas en una clara alusión a dicho mito, el cual consigna que Huitzilopochtli, al defender a su madre Coatlicue del ataque de Coyolxauhqui y los 400 surianos, salió victorioso y lanzó, como culmen del enfrentamiento, el cuerpo desmembrado de su hermana hacia la base del Coatepec, monte sagrado que era representado por la arquitectura del Templo Mayor.

“El objetivo del sacrificio era ofrendar lo más preciado del ser humano: su vida, como un alimento al dios solar, a fin de que este hiciera posible cada amanecer, garantizando así la continuidad del mundo”, explicó.

Por esto, Barrera Rodríguez dijo que tiene sentido que los mexicas eligieran a guerreros, gobernantes o personas de alto estatus capturadas durante los enfrentamientos con otros pueblos. Un dato, incluso, que parece corroborar la antropología física, es que prácticamente todos los adultos presentes en el tzompantli gozaban de buena salud y promediaban edades de 25 a los 35 años.

En cuanto a los niños, el investigador no descartó la probabilidad de que su colocación en el tzompantli obedezca a que, cada uno de ellos fuera considerado un ixiptla –palabra nahua que significa representación, y que viene de las voces xip (piel) e ixtli (rostro o algo que está en la superficie de un ser consciente)– de Huitzilopochtli niño, aludiendo nuevamente al mito del nacimiento del dios de la guerra.

Raúl Barrera explicó que ninguno de los edificios construidos por los mexicas dentro de su Recinto Sagrado fue levantado al azar: “Podemos ver que el eje arquitectónico dedicado a Huitzilopochtli –mismo que va del costado sur del Templo Mayor y conduce a edificios como el Huei Tzompantli a través de un piso de piedra con serpientes en altorrelieve– recrea el camino seguido por Coyolxauhqui, quien se dice atravesó por Tzompantitlan y Coaxalpan –el suelo arenoso de las serpientes– en su camino al monte Coatepec”.