Un medicamento contra la violencia en México siempre será el arte; una satisfacción para los cantantes es tener un salario, y buscar la manera para no dejar en el último vagón del tren a la cultura, son reflexiones que menciona en entrevista el tenor Ramón Vargas (Ciudad de México, 1960), quien celebrará 40 años de trayectoria con una gala este domingo 10 de septiembre a las 17:00 horas en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
“Estoy muy agradecido con la gente, con la música, con el arte y la ópera porque me dejan llegar a esta celebración en Bellas Artes, ese teatro que es el ombligo de México, el que me vio nacer. Aunque tengo más de 50 años de trayectoria, cumplo 40 de estar en Bellas Artes, llevando una vida de canto, de expresar mis emociones a través de la voz”, comenta.
Ramón Vargas realizó su debut profesional en 1983 cuando Eduardo Mata lo invitó a cantar el rol de Fenton en la ópera “Falstaff” de Verdi, seguido por el de Don Ottavio en “Don Giovanni” de Mozart, en el Palacio de Bellas Artes. Después, en Europa debutó en el Teatro de Lucerna, Suiza, como Edgardo en “Lucia de Lammermoor” de Donizetti.
Su principal incursión en el escenario mundial ocurrió en 1992 en el Metropolitan (MET) de Nueva York cuando sustituyó a Luciano Pavarotti en el rol de Edgardo. A partir de entonces ha pisado los escenarios más importantes del mundo operístico.
–¿Cuál ha sido el momento de mayor satisfacción?
–Te podría decir que cuando debuté en el Metropolitan o cuando gané el Concurso Nacional Carlo Morelli en México (1982), pero ¿sabes cuál es el momento más importante en la carrera de un cantante y también lo fue para mí? Cuando me di cuenta que puedo vivir del canto, cuando me contrataron en el Teatro de Lucerna y me pagaban mensualmente como si fuese un trabajador.
“Ese momento fue el más importante de mi carrera, cuando me di cuenta que podía ser una persona que podía vivir con dignidad cantando”.
Ramón Vargas expresa que para el concierto en el Palacio de Bellas Artes interpretará arias de óperas que han marcado su carrera: “El rapto en el serrallo” y “Don Giovanni” de Mozart; “Il viaggio a Reims” y “La Cenerentola” de Rossini, “La bohème” de Puccini, “L'elisir d'amore” y “Lucia di Lammermoor” de Donizetti, “Carmen” de Bizet, “I Lombardi, Il trovatore”, “Attila” e “I due foscari” de Verdi.
“No estaré solo, estaré acompañado de los chicos del Estudio de Ópera de Bellas Artes, (institución) que fundé. Que un veterano como lo soy sea acompañado de la nueva generación es motivador. Hemos buscado un repertorio que se adapte, interpretaré los inicios de mi carrera con Mozart hasta lo último que es ‘Carmen’ de Bizet, que acabo de debutar hace unos días en Austria”, indica.
En la gala también participará la soprano María Katzarava, el Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes con la dirección coral de Luis Manuel Sánchez y orquestadora de Iván López Reynoso.
–¿Qué retos se plantea aún?
–Ser un veterano es un orgullo para mí y para mucha gente, que pueda mantener mi voz aun después de tantos años significa que la ópera no tiene edad, que la ópera está hecha para cantantes capacitados, para gente que tiene las cualidades de seguir y cantar, no importa tanto tu edad, sino como manejas tu voz, esto es importante hacerlo notar.
“La ópera es teatro cantado, somos actores que cantamos y es curioso porque la ópera es una convención perfectamente establecida donde las emociones se resaltan a través del canto, eso no tiene edad, no tiene tiempo, es algo maravilloso que vuelve todo universal y que te expresa todas las emociones humanas.
“Cuando ves las óperas te das cuenta que seguimos siendo las mismas personas con los mismos pecados y las mismas virtudes de hace 200 o más años; la ópera tiene 500 años y nos sigue uniendo”.
Después de estar en México, Ramón Vargas debutará en Japón con la ópera “Norma”, de Bellini. “Una ópera nueva para mí, un clásico del bel canto”, señala.
“Sigo pensando en el futuro sin pensar que algún día se tendrá que acabar. Ese fin cuando suceda, sucederá y me dedicaré a enseñar, a pasar todas las experiencias que he tenido en tantos años, tratar de ayudar a los chicos a que hagan su carrera de una manera más rápida; si les puedo ayudar dándoles un consejo, lo haré. Me veo un futuro siempre ligado al arte, teatro, ópera y música. Eso es mi vida y ahí seguiré”, afirma.
El tenor confiesa no estar tan pendiente de los apoyos a la ópera en el país, sin embargo, comenta que México necesita del arte para enfrentar los problemas derivados de la inseguridad.
“Estoy convencido al cien por ciento que la gente que tiene contacto con el arte se vuelve más sensible ante los problemas y si queremos tener una medicina, aparte de la educación, contra la violencia que estamos viviendo en México seguramente el arte es una respuesta para ello”, apunta.
Cualquier disciplina artística te cambia la perspectiva de vida, agrega. “Necesitamos contacto con las emociones humanas reales y eso te lo da la pintura, los escritores, los escultores y las cosas más sofisticadas como es la ópera. Es una parte de la medicina que necesita México”.
Ramón Vargas recuerda que en pandemia una parte del sufrimiento se apaciguó gracias a la capacidad de tener arte en casa: ver películas, mirar obras de teatro, tener libros, pero, sobre todo, escuchar música.
“A pesar de eso, el vagón del arte lo dejan como siempre último en el tren, a veces se les olvida pegarle y dejan parado al arte, pero en pandemia nos dimos cuenta de su importancia”, asevera.
–¿Qué hacer por la cultura para que sea una medicina efectiva?
–En nuestros países estamos acostumbrados a que todo nos lo den, en Estados Unidos no es así, el gobierno no da nada, no apoya nada, pero tampoco estorba.
“Todos los teatros, museos y las formas de arte son privadas para bien y para mal, para bien porque son independientes, para mal porque existe un grupo de personas que mandan y dirigen. Lo que sí tiene de positivo es que no esperan a que todo te lo den, en México tenemos que ser más conscientes de eso.
“Los mexicanos somos un pueblo muy generoso en las grandes necesidades, pero en el día a día somos muy egocéntricos, sería bueno que participáramos más en la vida social y no estemos esperando a que nos lo den todo. Lo podemos hacer como pueblo, eso es signo de madurez y en México ya podríamos empezar a pensar de esa manera, a que participemos todos en la vida cultural del país”.
En palabras de Vargas, los mexicanos no pueden esperanzarse en los esfuerzos del gobierno. “Estoy contento de haber estado tantos años en Bellas Artes y que en este momento me apoyen en celebrar mis 40 años, lo agradezco muchísimo, pero también entiendo que hay mucho trabajo por hacer y eso lo tenemos que hacer todos y no nada más una parte”.
Ramón Vargas narra que el secreto para cantar es la disciplina, tal como sucede con un deportista, un escritor y para toda profesión.
“La disciplina es muy importante porque eso te da un camino al crecimiento, no veo otra forma. La gente que no tiene disciplina no crece aunque tenga el mejor talento del mundo. Una de las confusiones más grandes en nuestra profesión del canto es que es muy fácil confundir al instrumento con el instrumentista, es como si tuvieses en tu casa un piano Steinway, los más famosos del mundo, pero de eso a que seas un gran pianista hay una gran distancia”, destaca.
La gente confunde a alguien que tiene una gran voz con alguien que es un gran cantante, pero para volverte un cantante necesitas disciplina, añade Vargas.
Copyright © 2023 La Crónica de Hoy .