Cultura

La UNAM recibirá el premio Carlo Scarpa por el Espacio Escultórico

Es para obra colectiva y se entregará el 13 de abril en la sede de la FBSR, en Treviso, Italia

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Es un proyecto muy respetado en el mundo, tanto que ahora se otorga un premio en calidad del paisaje monumental, dice Sebastian.

Es un proyecto muy respetado en el mundo, tanto que ahora se otorga un premio en calidad del paisaje monumental, dice Sebastian.

“Nos reunieron y nos dijeron: queremos hacer un proyecto magno, ¿qué se les ocurre? Tienen toda la libertad y estos terrenos para una buena propuesta”, recuerda el escultor Sebastian, en conversación sobre el proyecto del Espacio Escultórico que se encuentra en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.

A inicios de este año, la Fundación Benetton Estudios de Investigación (Fondazione Benetton Studi Ricerche/FBSR) anunció que el Premio Internacional Carlo Scarpa en la categoría Paisaje 2023-2024 se entregará en la sede de la FBSR el 13 de abril, en Treviso, Italia, a la obra colectiva mexicana, de la que son autores: Federico Silva, Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Sebastian y Hersúa.

De todos ellos, sólo Sebastian y Manuel Hernández Suárez -Hersúa- siguen vivos y creando.

Al recibir la petición de Crónica para una entrevista, Manuel Hernández Suárez (Hersúa) se abstuvo de comentar. Lo volveremos a intentar después de la ceremonia de premiación –así como de una serie de materiales en torno al Espacio Escultórico que se publicarán en los próximos meses.

Por su parte, Enrique Carbajal González, conocido como “Sebastian” por ser autor de “El Caballito” y el “Guerrero Chimalli” entre otros referentes escultóricos actuales, relata sus memorias de aquel proyecto, así como las dificultades que acaecieron.

“La Universidad lo provocó, nos juntó y coordinó todo el asunto en la época del doctor Soberón -que le decían Soberón El Magnífico, extraordinario rector- y a un colaborador que después fue también un gran rector, Jorge Carpizo”, apunta.

A los decanos de la escultura, Federico Silvia y Manuel Felguérez, se les convocó a reunir a los más importantes artistas escultores de la Universidad, entre los cuales Enrique Carbajal ya había hecho una imagen en tanto que Sebastián y se consideraba una firma importante a pesar de su edad.

En ese entonces, el escultor daba clases en la Academia de San Carlos, donde estaba a cargo de las materias de escultura urbana y diseño formal –“cómo diseñar piezas escultóricas era lo que yo enseñaba, lo más bonito era la escultura monumental urbana”- por ahí de 1969/1970, según indica.

UN ANILLO DE COMPROMISO.

El Espacio Escultórico consta de un anillo dentado compuesto por 74 prismas de cemento dispuestos en una circunferencia de 120 metros que rodea un terreno volcánico.

“Es difícil juntar los egos de los artistas… es muy, muy difícil, pero cuando hay madurez en cada artista puedes juntarlos y pueden sacrificar un poco de ego en torno a un proyecto de equipo”, confiesa Sebastian respecto de la experiencia colectiva con aquellos grandes nombres del arte mexicano.

Para ponerse de acuerdo, los artistas pusieron reglas de trabajo que facilitaran compartir su voz y voto de una manera sistemática y organizada. Entre ellas, una de las más importantes era la renuncia de autoría individual del proyecto, mediante un acuerdo verbal.

“Hicimos un juramento de no traicionar el proyecto como equipo y como grupo, que no íbamos a sacar los egoísmos y que todo lo votado, así lo dijera uno u otro jamás íbamos a andar diciendo fui el autor de eso o de lo otro, sino que eran las ideas que se votaban y se discutían hasta que llegamos a un consenso”, explica el escultor.

Así trabajaron con los contratiempos usuales de empresas tan grandes. A veces discutían o peleaban y luego volvían al proyecto, “nos hicimos a final de cuentas muy amigos en una experiencia extraordinaria”.

“Fue logro de los años 70/80, era el proyecto y no solo en México”, detalla, pero no todo fueron albricias y diálogos sencillos.

“Cuando nos reunimos y empezamos a trabajar forjamos la escuela mexicana de escultura de lo contemporáneo, en el momento moderno y eso no fue fácil: dentro del grupo -no voy a decir cómo, ni quien, ni cuando- todos nos enojamos porque hubo una traición, alguien rompió ese pacto que teníamos, empezó a decir ese proyecto es mío y yo hice eso”, cuenta con resabios de emoción.

Si bien Sebastian no comparte nombres, es posible encontrar un artículo publicado por Proceso en el 2015 donde se refiere a la polémica en la cual Hersúa reclama la autoría del Espacio Escultórico, apoyado por el crítico Juan Acha. Aquello supuso una ruptura insuperable.

“Así quedó, pero se convirtió en lo que es, un proyecto muy respetado en el mundo, tanto que ahora se otorga un premio en calidad del paisaje monumental y muchas características extraordinarias que tiene en su creación”, continúa Sebastian, quien asegura que todavía tiene un recuerdo especial y respeto profesional por todos los artistas que participaron en el proyecto.

Ahora que el Premio Internacional Carlo Scarpa se entrega a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y no a los artistas que lo crearon, Sebastián considera que quizás es una forma de evitar polémicas, ya que la mayoría de los autores han fallecido.

“El gusto es que, a final de cuentas, a través de los años se ha impuesto ese proyecto colectivo que es único, de todos y de cada uno, uno de los pocos ejemplos en el mundo de una obra colectiva que triunfa para espectadores internacionales, una creación mexicana”, agrega.