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El fondo del debate radica en una pregunta crucial: ¿hasta qué punto el arte y la cultura deben ser responsables de los delitos que se cometen en la sociedad?

Corridos tumbados: Entre la delgada línea de la expresión artística y la apología del delito

Portada que muestra a un cantante de corridos tumbados
Los corridos tumbados se han convertido en un género polémico en México Especial

¿Qué son los corridos tumbados y por qué han generado polémica?

En los últimos años, los corridos tumbados se han posicionado como un fenómeno musical dominante en México y otras regiones de habla hispana. Esta variante moderna del corrido tradicional mezcla sonidos urbanos con letras crudas que, en muchos casos, narran historias ligadas al narcotráfico, el poder, la violencia y la vida en los márgenes de la ley.

Su éxito ha sido tan estruendoso como polémico, abriendo un debate social y jurídico: ¿hasta dónde llega la libertad de expresión artística y en qué momento esta se convierte en apología del delito? Mientras sus intérpretes defienden su música como un reflejo de la realidad que viven miles de jóvenes, críticos, autoridades y analistas cuestionan el impacto cultural de glorificar a figuras del crimen organizado en un país donde la violencia asociada al narco es una crisis permanente.

Corridos tumbados y narcotráfico: una relación controvertida

Y es que, resulta preocupante el que un cantante o banda hagan uso de un micrófono para normalizar actividades que han desencadenado una irascible ola de violencia en México.

Existen casos muy específicos donde el artista es difícilmente separable de la obra, por ejemplo Peso Pluma ha sido relacionado con “Los Chapitos”, mientras que Natanael Cano ha sido vinculado con “Los Salazar”, una célula aliada del Cártel de Sinaloa. Recientemente, Los Alegres del Barranco estuvieron en medio de la polémica tras la cancelación de su visa para presentarse en EU dado que, en sus conciertos, exaltaban las figuras de narcotraficantes como Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, y Joaquín “El Chapo” Guzmán. Luego, semanas después, se les imputó el delito de apología de delito, por lo que tuvieron que comparecer ante el juzgado 16 y ante la propia Fiscalía estatal de Jalisco.

El debate legal: ¿dónde termina la libertad artística y comienza el delito?

Estas asociaciones han generado preocupación sobre la influencia de estas figuras en la percepción pública del narcotráfico y un debate bipartita que defiende la libertad artística y de creación versus la promoción de actos delictivos.

En contraste, Ernesto Villanueva, doctor en Derecho y especialista en libertad de expresión por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ha señalado: que “Criminalizar canciones o discursos que retratan una realidad delictiva sin que exista una incitación clara es una forma de censura previa. El arte puede ser provocador sin ser criminal”.

Por su parte, Ana Cristina Ruelas, directora regional de Artículo 19, ha advertido que: “La apología del delito es una figura ambigua que ha sido usada de forma discrecional por autoridades locales para censurar expresiones incómodas, especialmente en contextos de protesta o crítica social”.

Marco legal mexicano sobre la apología del delito

De acuerdo con el Artículo 208 del Código Penal Federal toda persona que provoque públicamente a cometer un delito o haga la apología de este o de algún vicio, podrá ser castigado con penas que van de uno a tres años de prisión y hasta cincuenta días de multa por apología del delito, siempre y cuando el delito promovido no se ejecute. Por otro lado, si el delito que se apoya se comete, la pena se podrá incrementar, y el acusado o los acusados podrían ser sancionados con la misma pena que corresponda a su participación en el delito.

Otros casos emblemáticos en la música mexicana

Hasta ahora, no existen muchas sentencias firmes por apología del delito relacionadas con músicos o artistas, aunque sí ha habido procesos abiertos y denuncias públicas, especialmente contra exponentes de los llamados narcocorridos. Rememorando algunos otros casos muy sonados se encuentran:

  • Gerardo Ortiz con Su videoclip “Fuiste mía” fue retirado de plataformas por presuntamente hacer apología del feminicidio, aunque no se judicializó como apología del delito.
  • El grupo Los Tigres del Norte fue multado y vetado temporalmente en Chihuahua (2011) por interpretar narcocorridos, aunque no enfrentaron cargos penales.
  • Café Tacuba con su canción “La ingrata” causaron controversia, ya que en la última parte de la canción se podía leer: “Por eso ahora tendré que obsequiarte /Un par de balazos /Pa’ que te duela / Y aunque estoy triste por ya no tenerte/ Voy a estar contigo en tu funeral”, hecho que desató el debate, dado que esta estrofa podría estar incitando al feminicidio.

El dilema de fondo: ¿el arte debe ser responsable por los delitos?

El caso de la apología del delito sigue siendo motivo de debate en México. Por un lado, organizaciones como Artículo 19 y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) han advertido que una aplicación amplia de esta figura podría vulnerar derechos fundamentales. Por otro, sectores conservadores y autoridades locales han buscado limitar contenidos que consideran nocivos para el tejido social.

El fondo del debate radica en una pregunta crucial: ¿hasta qué punto el arte y la cultura deben ser responsables de los delitos que se cometen en la sociedad? La respuesta jurídica y ética aún está sobre la mesa.

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