
Sin duda, este fin de semana quedó como uno de los más emblemáticos del año, pues la celebración de uno de los festivales más importantes de la música se llevó a cabo con grandes momentos que marcaron el quince aniversario del Corona Capital.
Tres días de música, emociones desbordadas, presentaciones musicales icónicas, demasiadas sonrisas y un cúmulo de experiencias que quedarán grabadas en la memoria para posteridad. Esto y mucho más fue el Corona Capital 2025.

Un poco de historia para entender el peso del aniversario
Desde su primera edición en 2010, el Corona Capital se ha consolidado como uno de los festivales de música internacional más importantes de América Latina. Sin embargo, seguramente te preguntarás como nació este festival. La respuesta se remonta por allá del año 2010, cuando Interpol tenía un concierto programado en la Ciudad de México y Pixies tenía el propio unos días después. Pero la idea de un festival con enfoque anglo ya tenía precursores como el Moto Rokr Fest y el Coca-Cola Zero Fest, cuyo venue ya había sido el Autódromo Hnos. Rodríguez...¿Se acuerdan?
Y a pesar de que ambos festivales ya traían una propuesta enfocada a traer a bandas y artistas internacionales, tristemente no trascendieron. Sin embargo, el empresario Guillermo Parra no se dio por vencido y en un nuevo intento por materializar su suelo de un festival gestó el proyecto del Corona Capital.

Y fue así como en el 2010 se llevó a cabo la primera edición junto a Interpol y Pixies, además de Regina Spektor, White Lies, The Temper Thrap, Metric, Furland, Foals, Two Door Cinema Club, entre otras. El resto de las ediciones continuaron marcando historia con otras memorables presentaciones y colocaron al Corona Capital como uno de los festivales referentes de la música sólo después del Vive Latino.
Un breve recuento sobre el Corona Capital 2025 y sus mejores momentos
El Corona Capital 2025 se sentía distinto desde la fila para entrar: no era sólo otro año de festival, era la celebración de 15 años de historia, con una curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez completamente reventada por casi 79 mil personas en la primera jornada, dispuestas a cantar, brincar y envejecer un poquito menos durante tres días seguidos.

La ciudad amaneció gris y fría, pero adentro el ambiente era justo lo contrario: colores, glitter, chamarras de bandas que han ido marcando generaciones y esa mezcla rara de nostalgia y expectativa que sólo se da cuando sabes que vas a ver a tus ídolos del escenario, a bandas nuevas favoritas y, de paso, a descubrir algo que no tenías en el radar.
El arranque del viernes fue una declaración de intenciones: si el Corona Capital festejaba 15 años, lo iba a hacer con guitarras arriba. Queens of the Stone Age saldaron la deuda que tenían con el público mexicano tras la cancelación del año pasado y salieron como si tuvieran que recuperar cada minuto perdido: riffs densos, temas que recorrieron varios discos y un Josh Homme en modo frontman total, bromeando, provocando y dejando que canciones como “Little Sister”, “No One Knows” o “Burn the Witch” se volvieran gritos de guerra compartidos.

Antes, Kaiser Chiefs ya había prendido la mecha con un show hiper enérgico, saltos, intentos de “ola humana” y clásicos como “Ruby” e “I Predict a Riot” que recordaron por qué el brit rock de mediados de los 2000 sigue teniendo un lugar asegurado en los corazones treintones y cuarentones.

Ese mismo espíritu de fiesta rockera siguió con Franz Ferdinand, que con “Do You Want To” y “Take Me Out” convirtió la plancha en un mar de vasos volando, gente empapada de cerveza y un Alex Kapranos jugando con el público, hablando en español y alentando a que guardaran el celular para dejarse ir de lleno en el momento.
Antes, Kaiser Chiefs ya había prendido la mecha con un show hiper enérgico, saltos, intentos de “ola humana” y clásicos como “Ruby” e “I Predict a Riot” que recordaron por qué el brit rock de mediados de los 2000 sigue teniendo un lugar asegurado en los corazones treintones y cuarentones.

La noche también tuvo su dosis pesada de nostalgia noventera con el debut de Garbage en el festival: Shirley Manson apareció con su porte desafiante de siempre, entre comentarios políticos y una setlist que pasó de temas nuevos a himnos como “Stupid Girl” o “I’m Only Happy When It Rains”, dedicando canciones a la comunidad LGBTQ+ y recordando que el rock alternativo también puede ser profundamente político.
4 Non Blondes se encargó de completar el viaje al pasado: Linda Perry llevó a toda una generación de chavorrucos directo a los 90, mezclando rolas nuevas con el momento que todo el mundo esperaba, “What’s Up?”, convertida en coro generacional donde se juntaron fans originales y quienes la conocieron por TikTok.

Incluso Jet, en un horario poco habitual para una banda de su tamaño, logró que desde la tarde el ambiente se sintiera como cierre: “Are You Gonna Be My Girl” sonó cuando el sol todavía caía, pero la energía ya estaba al nivel de headliner.
Y luego llegaron ellos: Foo Fighters, cierre perfecto del primer día y símbolo de lo que ha significado el Corona para varias generaciones. Con Dave Grohl al frente, la banda arrancó sin contemplaciones, usando “All My Life” y “Times Like These” como primera descarga para una multitud que los recibía con gritos, lágrimas y cervezas al aire.
Tres años después de aquella última visita al Foro Sol, que terminó siendo el último show de Taylor Hawkins en México, verlos de vuelta con Ilan Rubin en la batería tuvo un peso especial: más que un concierto, se sintió como una especie de ritual colectivo de duelo y celebración, donde canciones como “My Hero”, “The Pretender” o “Learn to Fly” funcionaron como abrazos sonoros para miles de personas.
El primer día fue un arranque “poderoso”, con un festival que no sólo miraba hacia atrás en su historia, sino que se asumía como parte del festejo por los 100 años de la marca Corona, entre activaciones, luces y un ambiente que mezclaba fiesta y agradecimiento.
Un cierre poderoso
Con el paso del fin de semana, el Corona fue confirmando por qué esta edición de aniversario se sentía grande, larga y emotiva. Deftones, uno de los actos más esperados entregó un set en el que “Change (In the House of Flies)” se convirtió en un coro masivo capaz de opacar por momentos la voz de Chino Moreno, síntoma de la conexión brutal que la banda tiene con el público mexicano.

Vampire Weekend mostró su lado más geek y juguetón al colar un guiño musical a Super Mario Bros en medio de “Sunflower”, un detalle mínimo pero muy simbólico de lo que hoy significa el indie rock: virtuosismo, humor y referencias compartidas.
Pero si hablamos de momentos que explican por qué el festival también es termómetro del pop actual, es imposible no detenerse en Chappell Roan. Su primera vez en México fue algo más que “otro acto pop” en el escenario principal: se presentó como una estrella total, con escenografía, banda impecable y una seguridad escénica que hizo que muchos la coronaran como el mejor acto pop en la historia del Corona.
Cuando sonó “HOT TO GO!”, no hizo falta que “enseñara” la coreografía: gran parte del público ya la sabía, y el festival entero pareció convertirse en un dancefloor queer-friendly al aire libre, de esos que dejas con glitter pegado en la piel y una sonrisa difícil de borrar.

El despliegue de momentos especiales siguió apareciendo en distintos escenarios: Jehnny Beth, movida casi de último momento de carpa al escenario Doritos, terminó dando un show feroz que incluyó crowdsurfing y un cover poderoso de Björk; James, una de las bandas que estuvieron en la primera edición del festival, regresó 15 años después para cantar entre la gente, con Tim Booth colgado de las vallas y abrazado por los fans como si el tiempo no hubiera pasado; OMD, ya de noche en la Viva Tent, convirtió “Enola Gay” en un momento de piel chinita colectiva.
La edición 2025 también tuvo espacio para gestos simbólicos que retratan la relación del festival con las bandas que ama: Linkin Park, en su visita festivalera del año, salió con máscaras de luchador, un guiño directo al cariño por México y al imaginario popular que rodea al país.
Weezer volvió al Corona con todo su humor característico, jugando con la letra de “Beverly Hills” para meter referencias a la CDMX y al viejo “DF”, entre covers y guiños que hicieron reír tanto como cantar.

Lucy Dacus invitó a Nilüfer Yanya para tocar juntas “Bullseye”, una colaboración que se siente casi como un secreto compartido: algún día, cuando ambas sean headliners gigantes, habrá quien diga con orgullo “yo estuve ahí”.
Regresos y encuentros esperados en la edición 2025
También hubo espacio para los regresos que se sienten más como reencuentros: Alabama Shakes volvió al festival después de años de ausencia, con Brittany Howard demostrando que su voz sigue siendo un arma fina y contundente; SYML sorprendió al llamar al escenario a Carla Morrison para una colaboración delicada, casi etérea, que dejó al público flotando unos centímetros sobre el pasto.
Aurora, por su parte, dio un show que cruzó la línea entre el pop de cuento y el manifiesto político: dedicó canciones a víctimas de violencia, a la comunidad LGBT+, a Palestina y a distintas causas sociales, antes de anunciar que sería uno de sus últimos conciertos antes de una pausa prolongada. En medio de tanto ruido, sus palabras se sintieron como un recordatorio de que la música también puede ser trinchera.

Fuera de los escenarios, el festival también aprovechó el aniversario para actualizar su propio concepto de experiencia. Uno de los espacios más comentados fue Oasis by Mindsurf, una zona de bienestar mental con psicólogos especializados, herramientas de contención emocional y un enfoque de reducción de daños que dialoga con la realidad de los grandes festivales contemporáneos: lugares para respirar, regularse y bajar las revoluciones sin abandonar la fiesta.
No fue casual que muchos asistentes hablaran del Corona como un escape, un paréntesis para desconectarse un rato de la vida diaria, compartir la pasión por una banda con miles de desconocidos y vivir la música de forma más personal.
Al final, más allá de los nombres grandes del cartel —Foo Fighters, Queens of the Stone Age, Linkin Park, Deftones, Weezer, Chappell Roan—, lo que quedó flotando en el ambiente fue la sensación de estar participando en un capítulo importante de la historia del festival.
Desde los puestos alrededor del Autódromo aprovechando el Buen Fin hasta la derrama económica que se calcula en cientos de millones de pesos, está claro que el Corona Capital ya no es sólo un evento musical: es un fenómeno cultural y social que atraviesa a la Ciudad de México.