En entrevista exclusiva con La Crónica de Hoy, la directora Andoeni y la artista Brahel compartieron los detalles detrás de En algún lugar dentro de mí, un cortometraje profundamente íntimo que fue presentado en la edición 40 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

El filme cuenta la historia real de la amistad entre ambas, desde su niñez en Guadalajara hasta su reencuentro años después, atravesado por el paso del tiempo, una relación amorosa que terminó en desamor, y la transición de género de Brahel. Más allá de un simple retrato, es un ejercicio de autorreferencia, de vulnerabilidad y de exploración afectiva a través del arte, la música y los recuerdos.
“La inquietud de hacer este proyecto surgió después del reencuentro con Brahel. Había una transformación muy potente en nuestra relación, y aunque al principio me daba miedo proponerle algo tan personal —por temor a que se sintiera usado—, cuando llegó el momento de hacer mi tesis, lo sentí claro”, recuerda Andoeni.
La propuesta fue recibida con entusiasmo.
“Yo me emocioné muchísimo cuando este proyecto llegó a mí, porque también tenía mis propios procesos creativos con la música”, cuenta Brahel.

El documental se construyó a partir de una guía, una especie de argumento documental que la directora trabajó con su equipo de guionistas, donde cada escena mantenía fidelidad con la esencia de la película, sin cerrarse del todo a lo inesperado. De hecho, fue lo espontáneo lo que acabó moldeando muchos de los momentos más poderosos del cortometraje.
“Sabía que quería incluir la música de Brahel. La grabamos, nos quedamos, la sentimos, y decidimos que tenía que estar”, añade la directora.
El proceso de montaje, a cargo de la editora Perla, tomó casi un año y fue decisivo para depurar, estructurar y pulir una narrativa que, aunque nace del pasado, dialoga con el presente.
“Queríamos que el argumento siempre fuera sobre la amistad. No tanto sobre las razones del rompimiento amoroso, que era algo que no nos interesaba explicar, sino sobre lo que se mantiene, lo que se transforma”, explica Andoeni.
Uno de los símbolos más poderosos que atraviesa la cinta es el colibrí, animal que para Brahel representa una guía espiritual:
“Siempre llegan a mí en momentos de crisis. En mi antigua casa, llegaban muchos y empecé a dejarles fresitas. Me encantaba verlos”, comparte.
Otro elemento clave es el agua: “La memoria es como un río que fluye, que se va deslavando con el tiempo. A través del agua encontré una forma de narrar ese fluir de las memorias” comentó la directora.

A pesar de que la intención inicial de Andoeni era mantenerse fuera de cuadro, eventualmente terminó apareciendo en pantalla.
“Al principio quería escribir un texto, después que fuera una voz en off, pero fue mi editora quien me incitó a aparecer. Me resistí, traté de recortar lo más posible, pero al final estoy ahí bastante. Fue un proceso muy fuerte de autodescubrimiento, de mirar al pasado y reconciliarme con esa parte de mí. Pero también fue un proceso muy sanador y agradecido”.
Brahel coincide:
“Desde el día que me propuso el proyecto, hasta ahora, ha sido un proceso profundamente transformador. Me ayudó a conectar con esa niña que fui, a dejar de juzgarla, a amarla. También a reconectar con Andoeni y darme cuenta de lo afortunada que soy de tener gente que me quiere y me lo demuestra de maneras tan hermosas”.
Actualmente, el cortometraje se encuentra en proceso de selección para otros festivales, con la esperanza de llegar a más espacios y públicos.
“Queremos que lo vean más personas. Que quienes lo vean logren conectar con su niña o niño interior, con su humanidad. Y en el caso específico de la comunidad trans, que encuentren un referente, algo que les ayude a descubrir su potencial. A veces se nos olvida creer en nosotras mismas porque creemos que ser trans es un impedimento. Y no lo es”.
En algún lugar dentro de mí no sólo es una obra sobre la memoria o la identidad: es una celebración del cariño que resiste al tiempo, que se transforma sin romperse, y que se reencuentra justo donde habita el corazón.