
Yo no soy Santa. En el Colegio Santo Tomás de Aquino, el prefecto se encontró con el primer rostro femenino con un cigarrillo entre los labios y un fósforo sustraído de la cigarrera de mi madre. Fui expulsada con urgencia, mientras fui testigo ese medio año de las sanciones de mis compañeros varones por fumar detrás de las canchas. Yo no soy Santa ni Puritana. En la escuela Santa María de la Providencia, al hablarnos de abstinencia en la primera clase de educación sexual, expresé mi disgusto en crear miedo he hice hincapié en la alternativa del uso de métodos anticonceptivos. La monja, al escuchar decir tales “barbaridades” emanando de mi boca, ordenó mi suspensión inmediata. Yo no soy Santa, Puritana ni Mentirosa. En el Instituto Santo Domingo Sabio, tras ver el hostigamiento de un compañero hacia el hijo del intendente, salí corriendo a dirección a reportar semejante atrocidad, donde me frenaron tachándome de falsa porque resultó que el hostigador era hijo de la directora y me gané un pase de salida sin retorno. Yo no soy Santa, Puritana, Mentirosa ni Adaptable. En el Colegio San Martin de Porres, nos obligaban a portar uniforme de una manera esclavizante, cabello repelado, moño blanco en perfecta simetría, camisola abotonada hasta el cuello y falda a media pantorrilla. Cuando decidí tomarme la libertad de hacer unas pequeñas modificaciones y tomar mi propio estilo, se me negó el acceso a la entrada y jamás pude regresar. Yo no soy Santa, Puritana, Mentirosa, Adaptable ni Estúpida. En la escuela San Juan Bosco, reprobé las materias de matemáticas, física y cálculo. El profesor me tildó de tonta e incapaz de aprender algo, derivándome con un psicólogo de atención especial que me hizo pruebas de Coeficiente Intelectual donde el mío estaba por arriba del promedio. Me corrieron para mandarme a una escuela donde si hubiera un maestro que impartiera clases sumamente avanzadas. Yo no soy Santa, Puritana, Mentirosa, Adaptable, Estúpida ni Sumisa. En el Instituto Sagrado Corazón de Jesús, mis compañeros encontraron gracioso, posicionar la cámara del teléfono justo mientras bajaba las escaleras en el receso para grabar debajo de mi falda y así exponer públicamente mi intimidad. Al darme cuenta, me fui a los arañazos y tras cometer el homicidio del celular de uno de ellos, terminó mi exilio en esa escuela. Yo no soy Santa, Puritana, Mentirosa, Adaptable, Estúpida ni Cuerda. En el Colegio San Juan de Dios, nos sorprendió el estruendo de la lluvia, me arrebaté el calzado y me uní a bailar al son de las gotas al caer sobre el asfalto. Ignoré la orden de mi profesora y en lugar, invité a mis compañeras a bailar bajo la lluvia, al unirse cada uno de los compañeros, fue mi último día en esa escuela. Yo no soy Santa, Puritana, Mentirosa, Adaptable, Estúpida ni Cuerda. En la locura no hay reglas, no hay limitaciones, sólo la expresión de ser quien realmente somos, sin miedo a la sentencia y a la condena.