Una belleza que llama la atención tan solo al entrar. El retablo del altar mayor que alberga al Señor de la Ascensión o de Huentitán y fue restaurado por el escultor Juan José, se tejen un par de leyendas en torno a su origen que hablan de la religiosidad de la comunidad que habita en los alrededores del Templo de Huentitán el Bajo.
Construido por fray Antonio de Segovia en 1543, este espacio se encuentra ubicado en la calle Volcán San Francisco #78 en la colonia con el mismo nombre en Guadalajara.LEYENDAS SOBRE SU ORIGEN
La primera leyenda apunta que el templo pertenecía a los indios de Mezquitán quienes lo prestaban dos veces al año a los de Huentitán para las festividades. En una de las visitas el Cristo ya no quiso salir, no pudieron sacarlo por la puerta, al parecer siempre ocurría algo que lo impedía por lo que finalmente decidieron dejarlo en el lugar que a decir de los pobladores deseaba quedarse.
La segunda es un poco más simple: se asegura que la imagen fue rescatada por los indios de las aguas del Río Santiago y fue colocado finalmente en el templo.
De acuerdo a los archivos existentes del mismo, la capilla fue construida aprovechando parte de la del Hospital de la Limpia Concepción. Es de tres naves de orden dórico, sobria y elegante; solo las columnas son de cantera. Se conserva al parecer la primera imagen de San Andrés, es una estatua de 45 centímetros. Antiguamente fue panteón de San Andrés. En el año de 1973 el cura Fausto Pelayo colocó el piso de madera que aún conserva.
En 1759 fue adjudicado a la Parroquia de San José de Analco, de ahí pasó en el Siglo XVIII al Corregimiento de San Cristóbal de la Barranca, a finales del Siglo XIX perteneció a la jurisdicción parroquial de San Pedro, Zapopan, en 1948 a la de San Martín de Tours, en 1972 a Huentitán El Alto y por fin en 1985 se constituyó como Parroquia.
Copyright © 2024 La Crónica de Hoy .