La industria cinematográfica, con su deslumbrante brillo de creatividad y espectáculo ha tejido historias que acarician el corazón humano. Sin embargo, detrás de su encanto escénico yace una realidad menos amable, la generación de toneladas de residuos plásticos y materiales de un solo uso que contaminan el entorno mucho después de que las cámaras dejan de rodar.

En un set de filmación promedio, la presencia de plásticos es indispensable, botellas de agua, cubiertos y platos desechables, embalajes para catering, envoltorios de snacks individuales, cables, cintas adhesivas, materiales forrados en poliestireno, espumas de plástico, cientos de objetos de utilería y accesorios de un solo uso. La producción de grandes películas puede generar cientos de toneladas de residuos y aunque algunas producciones han logrado desviar hasta el 80–90 % de sus residuos con reciclaje y reutilización, esto sigue siendo la excepción, no la regla. Más allá de los plásticos rígidos, los sets se construyen con poliestireno, MDF, espuma de poliuretano y otros materiales contaminantes. El MDF, en particular, libera polvo y fibras de formaldehído, vinculados a la salud respiratoria y clasificados como potencialmente carcinógenos. Cuando los sets se destruyen, estos materiales acaban en vertederos o incinerados.
Afortunadamente, varias iniciativas y tecnologías están abriendo el camino hacia un cine más sostenible. Organizaciones como Green On Set promueven sencillas alternativas: tazas reutilizables, botellas rellenables con estaciones de agua, utensilios lavables o compostables, y catering libre de plásticos. Una producción en Tailandia, por ejemplo, logró evitar botellas de plástico gracias a vasos de silicona reutilizables. La compañía Ecovative desarrolló materiales a base de micelio, conocidos como myco‑foam y myco‑board, hechos con residuos agrícolas como alternativa al Styrofoam o paneles de madera pesada, estos son biodegradables, resistentes y ya se utilizan en mobiliario, embalaje e incluso en la construcción.
Investigadores del Instituto Fraunhofer en Alemania crearon una versión de PLA flexible, procesable como plástico convencional y con al menos un 80 % de origen biológico, este bioplástico permite filmaciones ecológicas para embalaje, bolsas, películas e incluso aplicaciones en escenografías. Actualmente en México (UNIVA campus Guadalajara) se trabaja en el desarrollo de un material tipo silicón biodegradable el cual puede ser utilizado en diversas aplicaciones, se ha probado en la producción de personajes y parte de las escenografías en proyectos que utilizan la técnica de stop motion y se confía en que pronto se tendrá disponible para su utilización a gran escala.

Empresas como EcoSet gestionan espacios como Materials Oasis en Los Ángeles, donde se donan y reutilizan materiales, props y escenarios descartados. Un blockbuster como Jurassic World: Dominion fundió moldes de silicón y fibra de vidrio para su reutilización. Se sabe que en The X‑Files (temporada 10) se reutilizó aluminio y acero, reciclando más del 81 % de residuos, 45 740 botellas fueron evitadas y se tuvo un ahorro de emisiones por 33 ton CO₂. Fifty Shades Freed logró un desvío de residuos del 75 %, reutilizando 99 % de sets y donando 288 toneladas de materiales. En Downton Abbey se utilizó la digitalización de documentos, se trabajó sin plásticos desechables y se usaron botellas recargables, además se hizo la donación de materiales tras el rodaje.
Estas historias demuestran que la transición es viable, aunque usualmente esté liderada por grandes producciones con recursos. La planificación temprana, con criterios de desmontaje, modularidad, materiales reciclables, esquemas de reutilización y reciclaje en el set, es clave para reducir residuos.
Todavía existen algunas barreras como el que los biomateriales y tecnologías verdes siguen siendo más caros especialmente para pequeños proyectos; la falta de estándares obligatorios, el que cada producción defina su propia política sin claridad externa ni presión normativa; la resistencia cultural, es decir las viejas costumbres de eficiencia, rapidez y el estilo de trabajo que favorece el uso de los materiales descartables y el que algunos biomateriales aún no están maduros para aplicaciones masivas en cine.

Para descarbonizar el cine y reducir la contaminación plástica, se necesitan acciones concretas, iniciativas como BC Reel Green (Canadá) o el estándar BS 8909 en el Reino Unido que han contribuido a formalizar prácticas eco-responsables, es momento de que gobiernos y gremios cinematográficos en otros países emulen estos marcos, que haya incentivos económicos, exenciones fiscales, y premios o subsidios para producciones con buen desempeño ecológico; que se formen redes de economía circular; que exista capacitación continua, el formar a directores, productores, artistas y técnicos en prácticas verdes es fundamental; el reciclaje y la utilización de biomateriales, que se lleven a cabo adquisiciones sostenibles priorizando proveedores de materiales eco‑certificados, reciclados o compostables, que se impulse el desarrollo y adaptación de bioplásticos flexibles y myco‑foam para usos concretos como decoraciones, utilería, molduras y embalajes; y no menos importante, la comunicación y visibilidad, que se destaque públicamente a las producciones verdes y se hagan campañas de concientización.
El cine es, por naturaleza, una fábrica de sueños. ¿No es irónico que al construir fantasías mágicas tengamos que destruir el planeta real? Cada director, productor, técnico o creativo puede asumir la responsabilidad, no solo contar historias emotivas, sino contribuir a un futuro respetuoso con el entorno, no se trata de limitar la creatividad, sino de reinventarla porque cuidar el planeta no es solo un guion alternativo, es el único que nos queda para vivir.
*Dra. Sandra Pascoe Ortiz. Profesora Investigadora de la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA), Campus Guadalajara.