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Bolivia: del milagro económico a ser el nuevo enfermo de Sudamérica

La negativa del presidente Arce a someterse al poder en la sombra de Morales agudiza la crisis económica en el país andino, sediento de dólares

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Morales se involucró personalmente en la campaña que dio la victoria a  Arce en las elecciones de octubre de 2022

Morales se involucró personalmente en la campaña que dio la victoria a Arce en las elecciones de octubre de 2022

EFE

En el lapso de una década y media, el Estado Plurinacional de Bolivia ha pasado de ser el “milagro económico” a nuevo enfermo de Sudamérica, donde le acompañan pacientes ya crónicos, como Venezuela y Argentina. Aunque no presenta síntomas agudos de una crisis económica, como el fantasma de la hiperinflación que asfixia a argentinos y venezolanos, los bolivianos sí comparten con ellos la compra de pánico de dólares como moneda refugio debido a la creciente desconfianza en la gestión económica de sus respectivos gobiernos.

Lo que sí hace único el caso boliviano es que esta crisis económica camina en paralelo con una crisis política que tiene en pie de guerra al presidente Luis Arce y a su aliado y ahora enemigo, el expresidente Evo Morales, y que comenzó por la negativa del actual mandatario a dejarse manejar como una marioneta por su antiguo maestro, o a que le llenase el gobierno de “evistas”.

Mientras la nueva clase media boliviana —crecida en los años del boom de los hidrocarburos nacionalizados por Morales en 2006—, corre a guardar sus ahorros (previamente convertidos en dólares) en el colchón de su cama, Arce y sus aliados se preparan para resistir una guerra de desgaste declarada por Morales, quien acusa a su discípulo de “traidor” a la esencia de su Movimiento Al Socialismo (MAS), algo parecido a lo que pasó en Ecuador, cuando el expresidente Rafael Correa empezó a llamar traidor a su discípulo y sucesor, Lenín Moreno, y acabó exiliado en Bélgica cuando comenzó a ser perseguido judicialmente por supuestos casos de corrupción.

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La guerra sorda entre Morales y Arce, poco después de que este último empezara a gobernar, en noviembre de 2020, tras su victoria en las elecciones de octubre de ese año, degeneró en una guerra a gritos desde el pasado domingo 11 de junio, cuando el expresidente acusó al actual gobierno boliviano de tener un plan para “destrozarlo” con algún "montaje" por haber denunciado que su antiguo aliado y ahora presidente de Bolivia tiene nexos con el narcotráfico.

"Quiero alertar al pueblo boliviano que el Gobierno tiene un plan para destrozar a Evo”, denunció desde una emisora de radio y sugirió que incluso podría estar en peligro de muerte: “Tal vez me ataque con una demanda (judicial), un montaje, un atentado… no sé”.

Morales —el único de los cuatro líderes del núcleo duro del chavismo autoritario que no pudo perpetuarse en el poder, a diferencia del venezolano Nicolás Maduro, el nicaragüense Daniel Ortega y el cubano Miguel Díaz-Canel— denunció también que los hombres del círculo de Arce intentaron acusarlo de "financiamiento del narcotráfico", cuando, según aseguró es al contrario. Los que le acusan, dijo, son los mismos que permitieron que “la droga saliera por BoA (Boliviana de Aviación) hacia España”, en alusión al avión detenido en el aeropuerto internacional de Madrid el pasado 11 de febrero, con 487 kilos de cocaína, uno de los mayores cargamentos de drogas incautados en los últimos años en el país europeo.

El ex mandatario lamentó que "un Gobierno (el de Arce) que llegó al poder con la sigla del MAS" haya ordenado "citaciones, investigaciones y persecuciones; y nos persiga, amenace y ataque con mentiras, por denunciar que protegen al narcotráfico".

Sin embargo, nada en la investigación policial apunta directamente al gobierno de Arce. Los once detenidos en prisión preventiva forman parte de una trama en la que están involucrados una familia de narcos con base en Viru Viru, en la provincia de Santa Cruz (Bolivia), y una sucursal en España, así como dos funcionarios del sector de carga del aeropuerto de dicha ciudad, el conductor del remolque que transportó el contenedor que tenía los paquetes de droga y el jefe de canes antinarcóticos del aeropuerto. Todos ellos fueron sorprendidos “in fraganti” por las cámaras de vigilancia, según la investigación policial.

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El misterio del banquero “suicidado”

En su ataque a Arce, el expresidente Morales aseguró también que quisieron involucrarlo en el "escándalo" del clausurado Banco Fassil, cuyo interventor, Carlos Alberto Colodro, nombrado apenas el 26 de abril, cayó el 27 de mayo desde el piso 14 del edificio Ambassador, en un barrio exclusivo de Santa Cruz, donde dejó una aparente nota de suicidio.

“Me engañaron, me dieron la espalda, me mataron. Ha llegado el momento de decir BASTA a este infierno que me tocó vivir desde el 26 de abril, un mes que parecieron 100 años de sufrimiento”, señala la nota manuscrita en aparente alusión al gobierno de Arce.

Pero, posteriormente, la investigación policial dio un vuelco al caso al asegurar que el “suicidado” tenía señales de haber sufrido torturas, por lo que se decidió seguir investigando antes de dar un informe final sobre esta misteriosa muerte del interventor del banco intervenido. Además, el abogado de la familia Colodro dijo que el manuscrito publicado no corresponde, ni en la letra ni en el estilo de redacción, al presunto suicida.

Asimismo, el escándalo adquirió una nueva dimensión cuando el diario “El Deber” informó que “cercanos a Morales tenían millonarias deudas contraídas” con el Banco Fassil. Esto reforzaba la sospecha de que el caso del banco forma parte del enfrentamiento entre los dos líderes del MAS, y que presidente Arce se proponía, después de haber cerrado el banco, sacar a luz pública esas conexiones del ex presidente, para evitar que se haga con el control total del partido oficialista y con la candidatura para las elecciones de 2025.

Juego de Tronos

El pasado sábado, Morales se reunió con las federaciones de productores de hojas de coca de Cochabamba, su principal bastión político, acompañado de varios parlamentarios "evistas", como el senador Leonardo Loza, quien proclamó que "el siguiente candidato del MAS (para las elecciones de 2025) es Evo Morales” y de paso denunció que los "arcistas" son "sinónimo de la derecha".

Casi en paralelo, pero en La Paz, Arce encabezó un encuentro con la presencia de sus ministros y parlamentarios fieles para “ratificar nuestros principios ideológicos revolucionarios, antiimperialistas, anticapitalistas, anticoloniales y antipatriarcales", para reiterar que Arce “no traicionó al Movimiento” y para rechazar todo intento "interno y externo de desestabilización", en alusión a la ofensiva de Morales, a quien el presidente de Bolivia se resiste a ver como adversario —“El enemigo principal no está en las filas del MAS sino que es la derecha fascista", dijo—, pero al mismo tiempo se niega a plegarse a sus órdenes.

Corrida al dólar

Bolivianos hacen fila en busca de dólares frente a la sede del Banco Central, en La Paz,

Bolivianos hacen fila en busca de dólares frente a la sede del Banco Central, en La Paz,

Los Tiempos

Y mientras sucede esta guerra fratricida entre “arcistas” y “evistas” por el control del partido oficialista y de la candidatura presidencial, los bolivianos llevan desde el 9 de marzo haciendo filas frente al Banco Central, uno de los pocos lugares donde oficialmente se pueden conseguir dólares, aunque haya que esperar días y hasta semanas.

El gobierno de Arce culpa a un “ataque especulativo neoliberal” para achacar la corrida al dólar, pero analistas creen que lo que está ocurriendo es resultado del mal manejo de la política económica. La nacionalización de los hidrocarburos y el precio alto del gas y el petróleo trajo un maná de dólares a Bolivia, que el gobierno de Morales distribuyó entre la población con menos recursos y en subsidios al combustible.

El índice de pobreza cayó a la mitad. Fueron los años de gloria del ministro Arce, considerado el artífice del “milagro económico boliviano”.

Pero Arce cometió un error que ahora están pagando caro los bolivianos: la industria extractora y las refinerías quedaron obsoletas por falta de mantenimiento (el que sí daban las multinacionales antes de la nacionalización) y Bolivia pasó de exportar a importar combustible, con el daño a las arcas públicas.

En la actualidad, Bolivia está extrayendo un 33% menos de gas de lo que producía en 2014 y el gobierno no tiene divisas para importar muchos bienes que el país no produce, por lo que el déficit fiscal aumenta y se asoma el fantasma de la inflación, por ahora contenido.

Las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia descendieron de 15.123 millones dólares en 2015 a sólo 3.538 millones en febrero de este año, de los cuales apenas 302 millones están en divisas.

Bolivia lleva una década con un déficit fiscal anual superior al 7% y la calificación de su deuda soberana ha disminuido de b+ a b.

Para agravar la situación, el gobierno ha denunciado que muchos exportadores del sector privado no repatrian sus divisas por temor a que queden “atrapadas” en bancos sedientos de dólares y por la alta tasa que tendrían que pagar para sacarlas de nuevo del país.

Además, el gobierno de Arce (como en su día hizo el de la argentina Cristina Kirchner) lleva cuatro meses sin informar de sus reservas, lo que aumenta el nerviosismo y los bolivianos han empezado a comprar dólares en el mercado negro (que cuesta ya un 15% más que el precio oficial).

De momento, el estallido social no ha llegado, pero la doble crisis está formando una tormenta perfecta que podría arrastrar no sólo a los bolivianos, sino acabar con la ambición de Arce y sobre todo de Morales por seguir llevando las riendas del poder del país del altiplano andino.