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El peligro de morir a balazos en EU por equivocarse de puerta: 3 casos en 6 días

Dos porristas resultaron heridas este miércoles; se suman a un adolescente que salvó la vida de milagro y una joven muerta cuando iba de fiesta

epidemia de armas en estados unidos

Pedro Tello Rodríguez disparó de gravedad a la adolescente Payton Washington y otra compañera porrista, tras abrir sin querer el coche donde estaba el agresor en un estacionamiento de Elgin, Texas

Pedro Tello Rodríguez disparó de gravedad a la adolescente Payton Washington y otra compañera porrista, tras abrir sin querer el coche donde estaba el agresor en un estacionamiento de Elgin, Texas

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Con más de 420 millones de armas en manos de ciudadanos de Estados Unidos (el 46% de todo el arsenal mundial) para una población de 335 millones de habitantes, no es raro que Estados Unidos bata todos los récords mundiales en cifras de muertos y heridos, por accidente, suicidio y asesinatos, empezando por la cifra de muertos al día, una media de 56, la más alta para cualquier país no en guerra.

Un total de 45,222 personas murieron por lesiones relacionadas con armas de fuego durante 2020, el último año del que se dispone de datos completos: 24,292 suicidios, 19,384 homicidios, 611 por disparos de la policía, 535 por accidente (con el agravante de que muchos de estos casos fueron disparos de menores a menores) y 400 muertes a balazos sin aclarar.

Los asesinatos cometidos por policías (de modo alarmante contra negros e hispanos) y los tiroteos masivos (EU es el país con más niños muertos en la escuela por armas de fuego) son objeto de atención mediática, pero está surgiendo una variante que llama cada vez más la atención: la de personas tiroteadas por error, porque se equivocaron de puerta.

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El lunes por la noche, dos adolescentes estadounidenses, porristas, resultaron alcanzadas por arma de fuego después de que un joven les disparara tras haber intentado abrir, por equivocación, su vehículo en un estacionamiento. Una de las dos heridas se encuentra en estado grave.

La Policía de la ciudad de Elgin, Texas, informó este miércoles en un comunicado del arresto de un hombre de 25 años, Pedro Tello Rodríguez, acusado de haber abierto fuego indiscriminadamente contra un grupo de adolescentes, después de que una de ellas intentara entrar en su vehículo, por error, pensando que era el suyo.

Una de las jóvenes contó lo sucedido en un evento celebrado en el gimnasio de su equipo de porristas, que fue retransmitido por redes sociales.

Según explicó, la chica llegó al estacionamiento a bordo del automóvil de un amigo y fue a cambiarse a su propio vehículo. Abrió la puerta del que pensaba que era su automóvil y se encontró a un hombre sentado en el asiento del pasajero.

Al darse cuenta del error le pidió disculpas y regresó al vehículo de su amigo, en el que viajaban cuatro personas (con ella incluida) pero el dueño del vehículo al que intentó subirse se bajó y atacó a los jóvenes.

"Vi al tipo salir por la puerta del pasajero, bajé la ventanilla y estaba tratando de disculparme con él", pero él "levantó las manos, sacó un arma y comenzó a dispararnos a todos", explicó la joven, Heather Roth.

Tello fue detenido horas después gracias a las grabaciones de las cámaras de video vigilancia y llevaba todavía la misma ropa que usaba durante el incidente.

Tercer caso en seis días

Este es el tercer caso de personas heridas o asesinadas a balazos por error en los últimos días en Estados Unidos.

Ralph Yarl, un adolescente afroamericano de 16 años, se equivocó de casa la noche del jueves pasado en Kansas City, Missouri, cuando fue a buscar a sus dos hermanos menores, y el dueño de la vivienda, un hombre de 84 años, le disparó hiriéndolo de gravedad en un brazo y encima del ojo izquierdo.

Andrew  Lester disparon en la cabeza al adolescente Ralph Yarl por tocar el timbre de su puerta

Andrew Lester disparon en la cabeza al adolescente Ralph Yarl por tocar el timbre de su puerta

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El agresor, Andrew Lester, relató a la policía que estaba en la cama cuando escuchó que alguien tocaba el timbre. Dijo que pensó que un hombre negro de “1.82 metros de altura” estaba tratando de abrir su puerta, según la denuncia penal. Fue entonces cuando, sin mediar palabra, abrió fuego.

Lester le aseguró a los oficiales que “era lo último que quería hacer, pero estaba ‘muerto de miedo’” por el tamaño de la persona, de la que recalcó su color de piel, por lo que la fiscalía estudia tratar el crimen como agravado por componente racial.

El fiscal del condado de Clay, Zachary Thompson anunció que el agresor fue acusado de asalto en primer grado y acción criminal armada.

Mientras el adolescente afroamericano, un amante de la música y gran compañero, según sus profesores, se debatía entre la vida y la muerte, dos días después de este crimen absurdo, que volvió a sacar a las calles a organizaciones antiarmas como Moms Demand Actions, era una joven, Kaylin Gillis, la que era baleada por equivocación, sólo que en esta ocasión la víctima murió con apenas 20 años.

Kevin Monahan no mostró arrepentimiento por haber asesinado a la joven Kaylin Gillis

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El trágico hecho ocurrió el sábado. La joven de 20 años había salido de fiesta en compañía de un grupo de amigos cuando la caravana de vehículos en la que viajaba se confundió de trayecto en la pequeña localidad de Hebron, en el estado de Nueva York.

Buscaban la residencia de una amiga, pero accedieron por error a un camino de tierra que daba entrada a la residencia privada de Kevin Monahan, un hombre de 65 años. El propietario no dudó en apretar el gatillo contra los dos coches y la moto en la que viajaba el grupo.

Monahan sólo disparó dos veces, pero una de las balas se alojó en el cuerpo de la joven. Gillis era una de las ocupantes del último vehículo que abandonó el camino de tierra cuando se produjeron los disparos. Estaba en el asiento del copiloto.

Los jóvenes huyeron a toda prisa de la zona y condujeron ocho kilómetros hasta llegar a la localidad anexa de Salem, próxima al estado de Vermont. Fue entonces cuando consiguieron algo de cobertura y ponerse en contacto con el 911. 

Pero cuando los equipos de emergencia llegaron al lugar ya era tarde. No pudieron reanimar a la joven, que perdió la vida como consecuencia del disparo, explicó el sheriff en su comparecencia ante los medios, donde señaló, además, que el agresor no ha mostrado ningún signo de arrepentimiento.

El asesinato conmocionó al país, especialmente después de que trascendiera el tiroteo que casi acaba con la vida de Ralph Yarl. Este caso no tuvo los mismos condicionantes raciales. Yarl era un adolescente negro y su tirador, un hombre blanco. Tanto Gillis como su presunto asesino, Kevin Monahan, eran blancos.

Los dos sucesos (al que se sumó este miércoles el de las dos porristas heridas) conmocionaron a gran parte de la sociedad estadounidense, dividida entre una exigua mayoría que pide un mayor control de las armas y los que piensan que no deben endurecerse las leyes, de por sí laxas, e incluso rebajarlas aún más, como piden muchos congresistas y gobernadores republicanos, quienes han dejado claro, en cada tragedia diaria, que les interesa más preservar el derecho a portar armas que el derecho a la vida.