
El número de muertos por los potentes terremotos del lunes se disparó este miércoles a 11,719, de los cuales 9,057 se produjeron en Turquía y 2,662 en Siria.
En los dos países golpeados por el desastre se contabilizan también casi 55,000 heridos, muchos con fracturas y cortes de gravedad.
"Aquí en Kahramanmaras, en el epicentro del terremoto que golpeó diez provincias, puedo decir que por ahora hay 8.574 muertos y 49.133 heridos", declaró el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a la prensa durante una visita a esa ciudad.
En medio de crecientes críticas al Gobierno por la ausencia de ayudas en algunas zonas afectadas por el desastre, Erdogan se desplazó a Kahramanmaras y visitará también la provincia de Hatay, una de las más castigadas.
El mandatario turco, que en mayo afronta unas decisivas elecciones que evaluarán sus 20 años en el poder. reconoció este miércoles que ha habido “dificultades” para acceder a determinados lugares afectados, debido al estado de algunas carreteras, cerradas a causa de la nieve y de los daños sufridos durante el seísmo.
"El primer día hubo algunos problemas, pero el segundo y hoy las cosas están bajo control. Empezaremos a retirar los escombros y nuestro objetivo es reconstruir las viviendas de Kahramanmaras y las otras ciudades afectadas en el plazo de un año", prometió el presidente, que también anunció ayudas económicas para las víctimas, y añadió por último: "Creo que mis ciudadanos, que siempre fueron pacientes, seguirán siéndolo, bajo la coordinación de AFAD (la agencia de emergencias turca) el Estado está aquí".
Sin embargo, la paciencia empieza a agotarse. Pese a que en Turquía hay desplegados unos 60,000 miembros de equipos de rescate en la zona más golpeada, la devastación es de tal grado y el área tan amplia que todavía hay lugares a los que no ha llegado ayuda alguna.
Numerosos ciudadanos describen una situación dramática en pleno invierno por la falta de servicios y bienes básicos, con la interrupción de los suministros de agua, electricidad y calefacción, la carestía de combustible y dificultades para obtener medicinas.
"¿Qué ha pasado con los impuestos que pagamos? ¿Dónde está la Media Luna Roja? No hemos recibido nada. Estamos haciendo nuestras necesidades entre cuerpos hinchados. Nos han dado una tienda en la que vivimos tres familias, pero tememos que los niños se congelen", relataba una mujer superviviente de Kahramanmaras a Halk TV.
Yilmaz Kurt, un médico especialista en urgencias que se desplazó a Maras con su coche cargado de material de primeros auxilios, declaró por teléfono que "la gasolina y el gasóleo para coches y vehículos encabezan la lista de necesidades".
"Ninguna gasolinera tiene combustible en la región. Muchos vehículos se detuvieron en la carretera al vaciarse sus depósitos. Las máquinas de trabajo tampoco pueden funcionar cuando se les acaba la gasolina", aseguró.
Los rescatistas siguen liberando con vida a personas después de llevar más de 50 horas bajo los escombros, pero las tareas son cada vez más desesperadas en medio de temperaturas gélidas y réplicas que complican los trabajos.
La buena noticia del día entre tanta desgracia fue la liberación de un niño de ocho años, Yigit Cakmak, quien los equipos de rescate lograron sacarlo de entre los escombros de un edificio colapsado en la ciudad turca de Hatay. El niño permaneció atrapado unas 52 horas.
La recién nacida en Siria que logró ser rescatada de los escombros este martes, cuando aún seguía atada al cordón umbilical de su madre muerta, sigue recuperándose en un hospital de Afrin, al que llegó con laceraciones, heridas e hipotermia. Su madre había muerto después de dar a luz. Su padre, sus cuatro hermanos y su tía también fueron víctimas del sismo.
"Llegó con los miembros entumecidos por el frío, su tensión había bajado. Le hicimos los primeros auxilios y la pusimos bajo perfusión porque había estado demasiado tiempo sin ser alimentada", explicó el doctor Hani Maaruf. Pese a las contusiones, el estado de la bebé es estable, según el médico. "Probablemente, nació siete horas después del seísmo", añadió.
En Siria la cifra de muertos por los terremotos ascienden hasta ahora a 2,662 y el número de heridos a 4,985, mientras que cientos de personas continúan atrapadas entre los escombros más de 50 horas después del seísmo inicial.
Las áreas de las provincias noroccidentales de Idlib y Alepo, en manos de la oposición y fronterizas con Turquía, concentran el mayor número de víctimas en un país ya castigado por doce años de conflicto.
En cuanto a la región controlada por el régimen de Asad, más de 293 mil personas han tenido que abandonar sus hogares.
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