
La explosión de la pipa que transportaba gas LP en el Puente de La Concordia, en Iztapalapa, ha dejado hasta el momento 15 personas fallecidas, pero también heridos que siguen luchando por sobrevivir a esta tragedia. Una de ellas es Yanet Guerrero López, una joven originaria de Guanajuato de tan sólo 22 años y con cinco meses de embarazo que se encontraba cerca de lugar donde ocurrió esta desgracia.
En una cama del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), rodeada de máquinas que monitorean sus constantes vitales, se encuentra Yanet. Al lado de ella, lucha también su hijo de dos años. Ambos siguen en estado grave. La familia vive horas de angustia.
¿Qué pasó?
El incidente ocurrió el 10 de septiembre alrededor del mediodía, cuando una pipa que transportaba gas LP volcó en el Distribuidor Vial La Concordia. Tras el accidente, el gas liberado provocó una deflagración que generó una enorme llamarada, con alcance que afectó vehículos, peatones y familias que transitaban por la zona.
Yanet viajaba junto con su esposo Francisco Uriel Rosas, su hijo de aproximadamente dos años (Uriel Antonio) y un sobrino. Todos sufrieron quemaduras, pero las lesiones de Yanet y de su hijo mayor son las más graves.
La mujer, de 22 años y embarazada de cinco meses, presenta quemaduras severas que afectan aproximadamente el 60% de su cuerpo. Su hijo Uriel, de dos años, también resultó gravemente herido, con quemaduras estimadas en 30% de su cuerpo. Los médicos del Centro Nacional de Rehabilitación (INR) son los encargados de atenderlos. Yanet además tiene riesgos tanto por las quemaduras extensas como por el embarazo, ya que el fuego, la inflamación, la pérdida de líquidos y las infecciones representan amenazas tanto para ella como para su bebé gestante.
La angustia de Francisco Uriel Rosas (esposo)
Francisco, con la voz entrecortada, comparte cómo algo tan cotidiano —una salida de familia— se convirtió en pesadilla:
“Es muy difícil… íbamos a disfrutar un día de familia y al final terminamos siendo una tragedia”, comenta.
Relata que en el instante en que ocurrió todo, la explosión lo hizo correr, intentar proteger al niño, y ver a sus seres queridos envueltos en llamas y humo. Francisco sufrió quemaduras en la oreja, el cuello y el brazo; su sobrino resultó con lesiones moderadas. Pero el panorama que más le atormenta es saber que Yanet y el hijo que espera están en condición crítica.
“Él (el bebé que espera) está muy chiquito, ya me quedé sin nada”.
Yanet y su hijo viajaban desde Guanajuato con frecuencia, pues ella trabaja en la Ciudad de México y realiza su control prenatal en Dolores Hidalgo. Al enterarse del accidente, las autoridades del estado —incluida la gobernadora Libia García Muñoz Ledo— prometieron apoyo.
El secretario de Gobierno de Guanajuato, Jorge Jiménez Lona, ha ofrecido declaraciones enfatizando que la salud de Yanet e hijo es muy delicada, pero que se está asegurando atención especializada en el INR.
Francisco admite que no deja de imaginar escenarios, pero se aferra a la esperanza de que ambos puedan salir adelante. “Que logren sobrevivir”, ha repetido en declaraciones oficiales.
El dolor y la angustia con las protagonistas de esta historia, pero también hay oraciones, vigilias, mensajes de apoyo en redes sociales, llamadas de vecinos que desean ayudar, muestras de compasión que se vuelven importantes en momentos como estos. Francisco dice que se aferra a cada buena noticia, a cada avance, por mínimo que sea.