
Sin estar oficialmente en guerra, México se ha afianzado como el segundo país más mortífero del mundo para la prensa, con nueve periodistas asesinados en 2025.
Así lo advierte la Universidad Iberoamericana quien establece que el panorama global es desolador para la Prensa pues durante este año, 67 profesionales de la información fueron asesinados alrededor del mundo destacando la Franja de Gaza, que “se consolidó como la peor zona de silencio, concentrando casi la mitad de los crímenes mortales contra periodistas”.
Agrega que en otros territorios de conflicto como Sudán y Ucrania, la guerra también dicta la censura a través de las balas, pero aunque México no tiene oficialmente guerra, es el segundo país --solo abajo de la Franja de Gaza--más letal para los periodistas donde el crimen organizado es el principal riesgo incluso por arriba de los actores políticos.
“El periodista mexicano trabaja en un ecosistema de vulnerabilidad extrema. Según nuestros hallazgos, casi una cuarta parte del gremio (23.8%) identifica al crimen organizado como una influencia determinante en su trabajo, superando incluso la presión de los actores políticos”, establece la institución educativa
La impunidad –agrega--es el motor de esta reincidencia y recuerda que un reporte de Reporteros Sin Frontera señala que el odio y la falta de castigo son los combustibles de este año mortífero parea la prensa en México.
Con base en el estudio Worlds of Journalism Study (WJS3), la IBERO advierte que la violencia letal contra los periodistas en México no ocurre en el vacío:
Es el desenlace de un proceso sistemático de desgaste. Nuestros datos revelan que el 76% de los periodistas mexicanos reporta recibir discursos de odio y un 65.6% ha sufrido descrédito público.
Detalla que esta violencia verbal, a menudo instigada desde tribunas políticas, prepara el terreno psicológico y social no para la violencia física, sino para la impunidad para perseguir los crímenes y para la indiferencia social ante el panorama.
El reporte de la IBERO alerta que esta violencia verbal, a menudo instigada desde tribunas políticas, prepara el terreno psicológico y social no para la violencia física, sino para la impunidad para perseguir los crímenes y para la indiferencia social ante el panorama.
En los mismos términos, en la encuesta Worlds of Journalism, un abrumador 98.2% de los colegas expresó su preocupación por la impunidad.
“No es una percepción infundada, es la experiencia empírica de trabajar en un país donde el Estado ha fallado en garantizar la vida. Mientras en Gaza matan los misiles, en México mata el abandono institucional y la complicidad local”, lamenta
El diagnóstico recalca que esta cooptación silenciosa ocurre en redacciones marcadas por la precariedad, donde cuatro de cada diez periodistas no pueden vivir exclusivamente de su profesión, lo que debilita su capacidad de resistencia y autonomía frente a los poderes fácticos.
El documento establece que hemos superado en letalidad a naciones con conflictos civiles abiertos, convirtiéndonos en el epicentro de la violencia contra la prensa en el hemisferio occidental.
Esta “mexicanización” del riesgo, como advierte RSF, no es un fenómeno nuevo, pero este año ha alcanzado un pico que desmiente cualquier discurso oficial sobre la pacificación del país, indica
Sin embargo y pese a este asedio, el gremio resiste. El 96.6% de los periodistas mexicanos sigue considerando vital “sacar a la luz los problemas de la sociedad”.
El documento considera que las promesas de protección son retórica vacía si no se desmantelan las redes de complicidad entre autoridades locales y crimen organizado que los estudios evidencian.
“Mientras la libertad de prensa en México sea una garantía de papel —percibida como real solo por el 17% del gremio— y no una realidad tangible, seguiremos contando muertos, normalizando el horror y administrando el silencio”, recalca