Nacional

Cuando cae la noche en la Pequeña Haití de la colonia Juárez

En espera de una solución por parte del Instituto de migración, los pobladores de la pequeña Haití se preparan para pasar una noche más en su refugio

Juego de pelota

Haitianos jugando en la Plaza Giordano Bruno

Haitianos jugando en la Plaza Giordano Bruno

El sol se oculta en la Colonia Juárez y la Pequeña Haití comienza los preparativos para pasar la noche, no sin antes poder disfrutar de un momento de recreación. Aprovechando los últimos rayos de sol y las luces de las lámparas que apuntan hacia la entrada de la Plaza Giordano Bruno, algunos jóvenes de entre 18 y 21 años se divierten pateando un balón rojo. El espacio es muy reducido para jugar la clásica cascarita, pero es suficiente para pasarse el balón entre los cuatro participantes. El objetivo del juego cambia constantemente, en un momento el esférico pasa de un joven a otro con bastante tranquilidad, es un pretexto para poder entablar conversación mientras se entretienen con algo, después, en un momento de inspiración individual uno de ellos detiene el balón, le presta más atención y busca realizar una maniobra que no termina como se esperaba dada la reacción burlona que deja escapar mientras la pelota escapa de su control. Esto provoca la risa de sus compañeros de juego y anima a que cada uno trate de mostrar sus mejores movimientos, algunos logran unos cuantos trucos, mientras que otros pierden el control casi de inmediato y cuando el balón se escapa lo patean con un poco de desesperación, tan pronto como uno detiene el tiro del compañero ha adoptado el rol de portero y el juego ha vuelto a cambiar.

El espacio de juego está delimitado por varias cosas independientes entre sí, pero que el juego asimila sin intención, el paso peatonal frente al puesto de periódicos marca uno de los límites del campo, la luz de la lampara en la esquina de la calle ayuda a demarcar esa línea, una vez que el balón la cruza es momento de bajar la intensidad y de devolverlo al espacio marcado. Del lado contrario se encuentran las casas de campaña en la que se puede ver como poco a poco van llegando sus habitantes, algunos llegan con prisa y se pierden rápidamente en la pequeña ciudad, otros regresan en grupos de tres o cuatro personas, son más jóvenes y traen consigo bolsas de plástico color blanco en el que se alcanza a distinguir charolas con comida o eso dejan ver algunos que en lugar de dirigirse a las casas se quedan en las bancas y bardas al costado de los jugadores -los laterales del campo- mientras comen disfrutan del juego que está frente a ellos, algunos son espectadores, otros sólo se mantienen mirando su celular o sus alrededores.

Aunque es un momento de recreación en donde las risas y las burlas se hacen presentes es curioso que los más pequeños no se encuentren, al caer la noche están dentro de sus casas de acampar, al fondo, en lado opuesto al sitio de juegos se puede ver como una familia está organizando sus pertenencias, un hombre va pasando algunos víveres a una mujer que los va acomodando dentro de la casa mientras que, sentados frente a ella, están dos niños abrigándose, su madre los ayuda a uno de ellos porque tiene problemas para colocarse el gorro. A medida que el juego de pelota cambia de tema constantemente, la noche se hace patente, algunos se preparan para dormir y otros entran en calor jugando en la Pequeña Haití.