
“Los dolores, la preocupación por saber si voy a estar bien, el cansancio extremo, son de las cosas que no estoy dispuesto a volver a pasar, y menos por gente que no se cuida, ya que ya estuve contagiado de COVID y no quiero pasar por eso”, dijo Israel, quien luego de haber perdido durante 15 días el olfato por causa del coronavirus, decidió someterse, por iniciativa propia, a una rigurosa cuarentena.
El 10 de enero del 2021 Israel tuvo una pequeña gripe, a la que no le dio demasiada importancia, pero su preocupación aumentó cuando los dolores de cabeza fueron más intensos y no cesaban, y a los pocos días le invadió el temor al perder el olfato, lo mismo que el gusto, por lo que con estos síntomas decidió acudir a una clínica privada para realizarse una prueba para detectar el SARS-CoV-2.
“Desconozco dónde pude haber contraído el virus, presiento, quizás, que fue en el transporte público, ya que nadie en la oficina se enfermó de COVID y me habían dicho que los síntomas podrían ser leves, pero ese no fue mi caso”, comentó.
Este joven de 38 años relató a Crónica que durante 15 días tuvo fuertes dolores musculares, diarrea y presentó falta de aire, y aunque estos malestares ya son cosa del pasado, asegura que las secuelas aún son un problema para él.
“Hasta la fecha me cuesta trabajo respirar, me siento sin fuerzas y sufro de dolor de pecho, es increíble ver como un virus nos pone de rodillas”.
Ante la tercera ola de contagios que las propias autoridades de salud ya reconocieron, Israel decidió reforzar sus medidas de higiene contra el COVID, para evitar ser víctima de un nuevo contagio, y aunque éstas puedan resultar extremas, asegura que es la única forma de cuidarse a sí mismo.
“Llevo 20 días sin salir de casa, y desde mi comida hasta los artículos para el hogar los pido a domicilio. Diario paso una hora desinfectando mi casa, por lo que tampoco recibo visitas”, subrayó.
Israel refiere que es afortunado al poder trabajar desde casa, por lo que espera que el home office sea algo permanente, ya que advierte, mucha gente está tomando a la ligera la tercera ola de contagios, por lo que ahora los jóvenes son los más afectados.
“Muchas personas, sobre todo los más jóvenes piensan que esto ya pasó, los que están vacunados se creen inmunes, pero la realidad es otra, de nada sirve cuidarse si la gente no es consciente”.
JOVANA
En una situación similar se encuentra Jovana, una joven contadora residente en la colonia Peralvillo, en la alcaldía Cuauhtémoc, y quien considera que mientras siga presente el COVID, lo mejor que le pudo pasar es poder trabajar desde casa, y es que, comenta, hasta la feche, ni ella ni su familia han resultado positivos al virus, por lo que espera recibir la vacuna sin haberse infectado.
“Desde abril a varios de mis compañeros nos mandaron a casa, debido a que en la oficina algunos directivos dieron positivo al COVID, y desde entonces sólo he salido 3 veces de mi casa, y no pienso arriesgarme a poner a mi familia en peligro”.
La contadora de 29 años asegura que no hay necesidad para dejar el hogar ni exponerse al virus, por lo que sus compras las realiza por internet o con servicio a domicilio, y aunque sabe que los gastos han aumentado, considera que estos son mínimos cuando se trata de su salud.
“Mi familia canceló varios viajes que teníamos planeados; mis padres ya son mayores por lo que su salud es delicada, y el problema del encierro es que hay un punto en el que todo se vuelve repetitivo e incluso fastidioso, pero todo sea por asegurar nuestro bienestar”.
Para Jovana el trabajo en casa lo ve como una gran ventaja, aunque hace poco la empresa para la cual labora le informó que en las próximas semanas tendrían que volver a la oficina, lo que le a su parecer no sería oportuno en este momento con una nueva ola de contagios.
“No creo que sea el mejor momento para volver a lo presencial, sobre todo por la tercera ola de contagios y el repunte de casos, me aterra que el esfuerzo de tantos meses sea en vano”, comentó.
Debido a su edad aún no figura en la lista de los candidatos para recibir la vacuna antiCOVID, lo que le ha generado una preocupación al sentirse vulnerable al no contar con ninguna dosis de la vacuna.
MARISELA.
Para Marisela, una vecina de la colonia Centro, en la alcaldía Cuauhtémoc, el aumento de contagios y hospitalizaciones por COVID son un gran problema, y para ella como dueña de una cafetería cumplir con los protocolos de salud son una obligación necesaria, pero ante un nuevo caso de contagios considera que no es seguro reabrir su local.
“Cada vez es más la gente que se olvida del virus, me he enfermado solo una vez, por lo que no estoy dispuesta a volver a pasar por ese infierno, aunque yo ya tengo la vacuna, nada exenta a mi familia de contraer el virus”.
Fue el 14 de diciembre del año pasado cuando Marisela, de 42 años, le diagnosticaron COVID-19, y al recordar ese episodio comenta que estuvo en aislamiento durante 20 días, los cuales describe como un “martirio”.
“Me faltaba el aire y todo el tiempo me sentía cansada, llegué a necesitar oxígeno, aunque por suerte nunca me internaron, pero sólo puedo decir que todo me dolía y lo peor para mí fue no poder estar cerca de mi familia”.
Dice a Crónica que, aunque ella ya pudo recibir la vacuna antiCOVID, esto no es garantía de que sea una protección total, por lo que decidió volver al aislamiento hasta que las hospitalizaciones en la ciudad disminuyan.
“Han sido semanas difíciles, pues no he podido atender mi negocio, mi familia y yo sobrevivimos con los ahorros y algunos ingresos que percibo de mi negocio por internet, y no es nada grato estar encerrado noche y día en un mismo cuarto, pero no podemos tomar las cosas a la ligera y menos en un momento crítico como éste”.
Marisela espera que la jornada de vacunación ayude a que las cosas se normalicen, aunque estima que esto podría no ser de forma inmediata por las variantes de coronavirus que se han presentado en la ciudad.
Jaime Hernández, un empleado de una distribuidora de llantas y residente del municipio de Ecatepec, en el Estado de México, cuenta que todos los días tiene que viajar una hora desde su casa a su trabajo, y para llegar a éste tiene que utilizar varios transportes, lo que considera un riesgo latente para el contagio.
“Ya he recibido una dosis de la vacuna y gracias a Dios no he enfermado, pero el riesgo está latente, como a muchas personas, me gustaría trabajar desde casa, pero en mi caso es imposible, y sin duda mi mayor miedo sería que por culpa mía mis hijos se contagiaran o les pasara algo peor”.
Este mexiquense de 51 años espera que se acelere la aplicación de la segunda dosis de la vacuna, pues asegura que con la tercera ola de contagios en el país nadie está exento de poder contraer el virus.
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