
En el mes de enero, personal del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) terminará la limpieza general, soldadura de fisuras y aplicación de una capa protectora de cera en los cuatro pegasos que se encuentran en la explanada del Palacio de Bellas Artes. Esta serie de trabajos de conservación son los terceros que se aplican a las esculturas hechas por el artista español Agustín Querol y Subirat (1860-1909), desde el año 1911 llegaron a México.
Las fisuras en los pegasos y la corrosión metálica que escurre sobre los pedestales de mármol han sido una problemática constante, según se puede leer en los dos peritajes hechos a estas obras fabricadas con bronce en Europa y las cuales arribaron al puerto de Veracruz hace 105 años. El primer peritaje se realizó en 1994 por la empresa Proyectos e Instalaciones Sierra Madre SA de CV cuya restauración ejecutó la constructora ICA, y el segundo se hizo en el año 2007 y estuvo a cargo del Cencropam.
Crónica buscó a los encargados de la actual restauración de los pegasos para conocer el peritaje previo a los trabajos de conservación que desde el pasado mes de noviembre se realizan, sin embargo, a través del área de comunicación social del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) se informó que no se daría ningún detalle específico ni entrevista con los responsables.
En 2007, los documentos que justificaron la soldadura del ala izquierda de un pegaso, la reintegración de color a los cuatro pegasos y la limpieza general de las obras –incluidos los pedestales de mármol, los fustes, cinturones de bronce de los fustes y las águilas de las dos astas– señalan que la anterior restauración fue muy superficial.
“Las esculturas en cuestión han demostrado tener una aceptable estabilidad estructural por varios años; sin embargo, las intervenciones que ha sufrido se han limitado a limpiezas superficiales y aplicación de innumerables recubrimientos”, se lee en el documento.
En dicho año (2007), el pegaso ubicado a un costado de la Alameda Central esquina con Avenida Juárez, presentaba una grieta poco estable y profunda en el ala izquierda en todo su ancho, por lo que aplicaron soldaduras de cobre con máquina de microalabre, al igual que una soldadura en un pliegue del manto y en la base de la escultura.
En ese mismo documento, se menciona la existencia de escurrimientos de corrosión sobre los pedestales de mármol debido a que la cera protectora que recubría a los pegasos, concluyó su vida útil.
“A simple vista, indica el estudio, se detectan severos ataques de corrosión en toda la superficie del metal y escurrimiento sobre el pedestal de mármol, esto nos indica que la capa protectora (cera) ya caducó su vida útil”, agrega.
Hace casi 10 años, el peritaje del Cencropam encontró dos tipos de corrosión: aireación diferencial y en hendiduras. La primera inicia cuando una superficie metálica se le aplica una película de protección y ésta se deteriora y se desprende en algunas zonas, por lo que el agua, oxígeno y sales disueltas penetran, convirtiéndose en un área susceptible a la corrosión.
La corrosión por hendiduras —indica en el estudio—, “es aquella que se da en huecos y puntos de unión (de las esculturas), en donde se acumulan los agentes oxidantes generando corrosión activa”.
Estos cuatro grupos escultóricos de bronce fueron hechos por el artista español Agustín Querol (1860-1909) y se fundieron en Europa con el sistema de cera perdida para reducir su peso.
“En julio de 1911 llegaron a la Aduana de Veracruz donde fueron rotas las cajas que los contenían, perdiéndose algunas piezas que posteriormente se solicitaron a Europa y fueron repuestas”, se lee en el documento.
Del mes de diciembre de 1921 a enero de 1922, añade el estudio, los pegasos se colocaron en pedestales de mármol para decorar los ángulos de la Plaza Mayor o Zócalo capitalino. Allí permanecieron hasta diciembre de 1928, fecha en que fueron trasladados a los terrenos del teatro.
“Tiempo después, en 1932, fueron ubicados sobre pedestales de cuatro metros de altura en la plaza frente al Palacio de Bellas Artes, según el proyecto original del arquitecto Adamo Boari”, aunque fue el arquitecto Federico Mariscal quien determinó que las esculturas se instalaran en la explanada exterior y en dichos pedestales.
En la década de 1990, precisa el estudio, a raíz de la construcción del estacionamiento subterráneo, los pegasos y otros elementos que se encuentran en la explanada del Palacio de Bellas Artes tuvieron que ser removidos y fueron reubicados en los puntos donde se observan actualmente.
“El área de Seguridad y Vigilancia, así como la Unidad Interna de Protección Civil, realiza diariamente recorridos para vigilar y reportar cualquier deterioro que sufran las estructuras a causa de agentes naturales o actos provocados y en su caso levantan un reporte de incidencias con los cuales la Subgerencia de Conservación y Obras puede evaluar los daños y autorizar alguna intervención”, se lee en el oficio UT/388/2016.
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