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Julio César Chávez: a 32 años del inicio de la leyenda

El 13 de septiembre de 1984 Julio César Chávez conquistó el campeonato mundial de peso superpluma del CMB ante Mario “Azabache” Martínez, dando paso a la más fulgurante trayectoria en la historia del boxeo mexicano

Julio César Chávez, el campeón mexicano
Julio César Chávez, el campeón mexicano Julio César Chávez, el campeón mexicano (La Crónica de Hoy)

Han pasado 32 años, y es muy probable que pasen varias generaciones antes de que surja otro boxeador de sus monumentales dimensiones. O tal vez nunca más. Julio César Chávez González, sin duda alguna el mejor peleador en la historia en México, y uno de los 5 mejores en todo el mundo, cimentó su fama con base en un estilo implacable de pelea arriba del ring y con una determinación que no se ha vuelto a repetir en las últimas tres generaciones.

Chávez fue capaz de detener a un país completo para verlo arriba del cuadrilátero, y convirtió el mes patrio en una fiesta internacional en Estados Unidos, particularmente en Las  Vegas, a donde arrastró multitudes para verlo enfrentar a los mejores boxeadores de su generación y a muchos de los mejores de la historia como Meldrik Taylor, Héctor Camacho, Edwin Rosario, Pernell Whitaker, Oscar de la Hoya, Kostya Tszyu, Jose Luis Ramírez y muchos más, hasta alcanzar la cima de la fama y la fortuna en una trayectoria que se extendió 25 años arriba de los rings.

Pero todo fue parte de un proceso, de una labor meticulosa del desaparecido manager sinaloense Ramón Félix, quien fue capaz de pulir un diamante hasta dejarlo listo para ser exhibido como una de las joyas más valiosas en la historia del deporte mexicano.

Chávez, el menor de una familia de boxeadores que incluye a sus hermanos Rodolfo y Rafael, se mantuvo invicto 90 peleas y realizó 36 peleas de campeonato del mundo, algo que constituye un récord de todos los tiempos, uno de los muchos que en su brillante trayectoria estableció el peleador originario de Ciudad Obregón, Sonora, pero sin duda, hijo predilecto de Culiacán, Sinaloa, donde se estableció su familia siendo él un niño.

Julio César avanzó por el largo camino de las peleas de poca paga y muchos kilómetros de carretera desde el 5 de febrero de 1980 cuando debutó profesionalmente, hasta que 44 combates y 4 años y 7 meses después, por fin pudo consagrarse campeón mundial.

Mario integrante de un trío de hermanos, en el que también figuraron Alberto “Húngaro” Martínez y Rodolfo “Dorado” Martínez, había derrotado al filipino Rolando Navarrete, excampeón mundial superpluma, para ubicarse en el tope de las clasificaciones del CMB, y aspiraba a disputar la corona que había quedado vacante cuando el desaparecido puertorriqueño Héctor “Macho” Camacho había renunciado al título para ir en pos del título mundial de peso ligero, para entonces, en poder de otro sonorense, compadre de Chávez, José Luis “Zurdo” Ramírez.

Julio César estaba clasificado como número 7 del mundo, pero a petición de Ramón Félix hacia don José Sulaimán, se acordó que Martínez enfrentaría a Chávez por el título vacante con la condición de que el ganador enfrentara al número 2, el méxico americano Rubén Castillo.

Aquella noche del 13 de septiembre de 1984 se registró en el Forum de Inglewood una de las más grandes sorpresas de la época. Y no es que Julio César no hubiera sido considerado un aspirante digno, es que ni siquiera había referencias reales de quien era, pues de sus 43 peleas previas, 39 habían sido en México, tres veces había combatido en Los Angeles y una en Puerto Rico, nunca había encabezado una cartelera y jamás había enfrentado a un peleador clasificado mundial.

Mario Martínez sufrió aquella noche una devastadora derrota que lo privó durante los siguientes cuatro años de poder disputar de nuevo un título mundial, algo que no ocurrió sino hasta que Chávez ya había emigrado en 1987 a los ligeros y el tapatío enfrentó a otro legendario peleador, el ghanés Azumah Nelson en el mismo Forum de Inglewood. A pesar de ganar esa pelea el 29 de febrero de 1988, fue despojado de la victoria.

Pero aquella noche ante Chávez, quedó asentado en la narración del desaparecido maestro de la crónica boxística, Jorge “Sonny” Alarcón, que “este muchachito Julio César Chávez, está resultando un auténtico tigre rasurado para el ‘Azabache’ Martínez…”  El entonces desconocido peleador sonorense dominó una trepidante pelea ante un bravísimo adversario que puso a prueba a Julio César, pero este la aprobó con notas sobresalientes con una gran demostración de técnica y poder.

Fue una espectacular victoria por nocaut técnico en el octavo asalto que habría de catapultar su carrera a la fama internacional. Chávez derrotó esa noche a Martínez, pero además dominó la división de peso ligero junior durante los siguientes 3 años en los que realizó 9 defensas antes de invadir las divisiones de peso ligero y superligero, e incluso la de peso welter en la que disputó en dos ocasiones sin éxito la corona, ante Pernell Whitaker en 1993 en San Antonio, Texas y ante Oscar de la Hoya en Las Vegas en 1998.

Han pasado ya 32 años desde aquella noche, pero se mantiene vigente en la memoria el surgimiento de la máxima estrella del boxeo mexicano en la historia. Ha sido un privilegio vivir en sus tiempos, para dar testimonio de su grandeza.

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