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Momentos muy oscuros en la historia de las migraciones en México: la persecución antichina

No hay, en el curso del siglo XX mexicano, un fenómeno de persecución contra una comunidad extranjera de tanta intensidad como el que ocurrió contra los inmigrantes chinos.

Barrio chino de Lima
Barrio chino de Lima Barrio chino de Lima (La Crónica de Hoy)

No hay, en el curso del siglo XX mexicano, un fenómeno de persecución contra una comunidad extranjera de tanta intensidad como el que ocurrió contra los inmigrantes chinos.  Se trata de una cicatriz que hoy día permanece en la memoria de una parte de los actuales chinos mexicanos. El paso de los años difuminó aquellos movimientos xenófobos, que, en su momento, fueron auspiciados por el Estado mexicano en una compleja red en la cual, por épocas, los migrantes eran una necesidad económica y después eran vistos como un problema.

El historiador Jason Oliver Chang, investigador de la Universidad de Connecticut, se ha dedicado a estudiar los movimientos racistas antichinos en México, y traza para Crónica el mapa del fenómeno.

“Originalmente, los chinos eran una población laboral importada deseable, porque se esperaba que trabajaran en áreas remotas del territorio nacional y luego pudieran ser expulsados.  La inmigración china se expandió para satisfacer las crecientes necesidades de mano de obra durante el período revolucionario, a pesar de la persecución, y llegó a tener presencia en toda la economía de México, en parte porque muchos otros socios comerciales fueron eclipsados por la Primera Guerra Mundial. Esta etapa de la migración china se redujo y se detuvo por completo en la década de 1940 a causa de la Segunda Guerra Mundial y la revolución comunista en China”.

La migración china se reanudó lentamente hacia los

años 60 del siglo XX, y desde entonces se ha mantenido, con incrementos año tras año. “En este pasado reciente, hay migraciones chinas tanto legales como indocumentadas: Quienes ingresan a México legalmente vienen atraídos por las perspectivas de la industria maquiladora y la integración de cadenas de suministro de alcance global; la migración china indocumentada viene impulsada por tres factores: la pobreza en China, las redes de narcotráfico y la proximidad a los Estados Unidos”.

“Los núcleos fuertes de la migración china se establecieron en el norte del país, como ocurrió en Sonora, y en el sur del país, como en Yucatán. En esos estados las comunidades chinas fueron bastante grandes porque allí se dieron las grandes rebeliones indígenas de fines del siglo XIX. Los trabajadores chinos fueron enviados a lugares en los que el estado buscaba iniciar la industrialización a pesar de los conflictos sociales”.

La expectativa del gobierno porfiriano era que la industrialización ayudaría a reprimir los brotes de rebelión indígena y que, a la larga, los trabajadores chinos serían “desechables”. Ese es el origen de la actitud de persecución contra los chinos, que subió de punto con los movimientos revolucionarios. “Esa violencia fue mucho más fuerte en el norte del país: en Torreón, en 1911, se da una masacre de chinos, y es sabido que Villa mandó ejecutar migrantes chinos”. 

A lo largo de la segunda década del siglo pasado, las organizaciones antichinas se extendieron de Sonora a los estados vecinos y, finalmente, a todo el país en la década de 1930. “Se constituyeron en los grupos políticos mejor organizados de México, lo que las convirtió en una plataforma ideal del PNR.  Fue en ese momento cuando las ideas antichinas tuvieron alcance nacional. El movimiento antichino llegó a su punto más intenso cuando Abelardo Rodríguez, que fue gobernador de Baja California entre 1923 y 1930, y que lideró las campañas de persecución en el estado, se convirtió en presidente interino en 1932”

Ese papel jugado por los inmigrantes chinos en la modernización porfiriana los hizo poco gratos a los ojos de los movimientos revolucionarios. “Se les miró como a traidores y se les persiguió y asesinó”.

Como se sabe, los movimientos revolucionarios acabaron por abandonar la etapa armada y crearon instituciones en las décadas de los 20 y 30 del siglo XX. “La virulencia antichina se canalizó a agendas de reforma, a campañas electorales, al activismo comunitario y a los debates sobre políticas de Estado. “Circuló entonces la imagen de los chinos como un “mal racial” y eso ayudó a las élites a vender la imagen de México como una nación mestiza que requería ser protegida de la “amenaza amarilla”.”

¿Cuándo se terminaron los movimientos antichinos? “Se terminaron con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, porque surgieron otros discursos políticos más efectivos para promover el nacionalismo mexicano mestizo, como el llamado a la guerra en los años 40. Pero, aun cuando el Estado mexicano dejó de invertir en la propaganda antichina, se convirtió en un estereotipo racial común que todavía permanece en la cultura mexicana”.

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