Opinión

La apropiación intelectual de estudios colaborativos

En investigación, la colaboración entre grupos y con la industria es necesaria. Obtener lo más rápido posible el número de pacientes en los ensayos clínicos requiere de colaboración internacional. Para lograr esto, la industria farmacéutica, a través de compañías llamadas CRO (Contract Research Organization), contrata a diversas instituciones clínicas en el mundo.

En los estudios diseñados para encontrar asociaciones significativas entre cambios puntuales del genoma y la enfermedad de interés, se requieren de miles de muestras, por lo que este tipo de estudios son diseñados, realizados y financiados por grandes instituciones del primer mundo, que invitan a profesionales de la salud a participar con el envío de DNA y los datos necesarios de cada sujeto.

Por las razones expuestas, la participación en estudios internacionales y de la industria es deseable y muy importante. Además, suele traer recursos a los grupos de investigación. Este tipo de investigación es bienvenida y es avalada por los comités de ética institucionales.

Con el objetivo de encontrar

Con el objetivo de encontrar "antídotos", los investigadores utilizaron los estudios científicos que surgieron a partir de abril de 2020

Lo que es inaceptable es la tendencia a colgarse medallas que no corresponden, con lo cual se daña a la investigación médica en el país y, sobre todo, a la enseñanza de la ciencia médica. Me refiero a presentar los trabajos grupales en los que se participa, como si fueran propios. Esto hace que no se distinga entre lo que es el trabajo original e intelectual de un investigador, versus la colaboración con grupos internacionales o la industria.

Comento dos ejemplos reales extraídos de redes sociales. Un investigador dijo: “les dejo nuestra reciente publicación en Science”. Resulta que es un estudio genómico hecho en una institución de Estados Unidos, que colectó el DNA de la enfermedad de interés de más de 650 instituciones del mundo, con más de mil colaboradores. El investigador recibió en la red social decenas de felicitaciones de amigos y familiares que, por la forma en que lo presentó, creyeron que publicó su trabajo en Science. No saben que no es su trabajo como investigador, sino que colaboró con un grupo poderoso enviando cierta información y material genómica de algunos pacientes, por lo que, justificadamente es uno de los autores, pero, el problema ético es que lo presenta de una forma que hace creer que se trata de un trabajo original de su grupo. El otro caso, lo presentó un colega así: “les dejo nuestra reciente contribución al desarrollo de……”, se refiere a un artículo en el New England Journal of Medicine que muestra un ensayo clínico de una vacuna hecho por una empresa americana, para el que reclutó pacientes de más de 250 instituciones del mundo. En realidad, el investigador no colaboró en el desarrollo de la vacuna. Eso lo hizo la empresa. Lo que él y su grupo hicieron, bajo contrato de una CRO, fue incluir participantes en el estudio.

He visto otras formas de apropiación intelectual de trabajo colaborativo que considero peores, porque ya no se trata de redes sociales, sino de ambientes académicos. Una es el caso de directivos de Institutos que cuando dan su informe anual no resisten la tentación de resaltar una publicación de colaboración en una revista de muy alto nivel, en la que un miembro de la comunidad es uno de los tantos coautores, en vez de destacar algún trabajo publicado en una buena revista, aunque no de tan alto nivel, pero que sea un trabajo original del que un investigador de su instituto es el responsable. La otra la he visto desafortunadamente varias veces durante presentaciones en foros académicos, en la que el ponente presenta los resultados de un estudio colaborativo en el que es uno de los coautores como propio, para lo cual, en la cita que anota en la diapositiva, omite a los autores principales y pone su nombre, seguido de et al, como si fuera primer autor del trabajo.

Presentar artículos de investigación grupales o de la industria como si fueran propios, es una forma de plagio. Es mostrar el trabajo de una manera que parece propio, pero no lo es. Esto es similar a escribir algo sin dar la cita correspondiente o, a no poner las comillas al citar algo textual.

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En los años recientes se han revelado evidencias de plagios en tesis universitarias por personajes de la vida pública de muy alto nivel que, al negar lo evidente y darle poca importancia, hacen todavía un daño mayor a la ética científica, porque no solo hubo plagio, sino que les parece poco relevante. Preocupa pensar de qué tamaño será el problema, ya que las evidencias reveladas han ocurrido en personajes públicos por intereses políticos. Los nuevos programas anti-plagio evitarán eso hacia el futuro, pero hacia atrás, ¿Cuántas tesis plagiadas de personajes irrelevantes a la vida pública descansarán en los anaqueles de las bibliotecas sin ser descubiertas?

Nosotros, los miembros de la comunidad científica, cuyo trabajo es precisamente el desarrollo y planteamiento de ideas originales, la generación de conocimiento y la propiedad intelectual, debemos ser quienes pongan el ejemplo de lo grave que es el plagio intelectual. Para eso, debemos evitarlo en todas sus variantes. Presentar a la comunidad un trabajo intelectual como propio, sin dejar claro el nivel de contribución en el mismo, es una forma de plagio.

Yo creo que, en el más estricto nivel de ética científica, en el currículo deberíamos de listar los artículos en dos grupos. Uno con los trabajos propios, como autor principal o correspondiente, y el otro con los artículos en los que se participa como colaborador.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM