Opinión

La competencia para el ingreso

El sábado pasado fue el examen para ingreso a las residencias médicas que ofrece el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Es el día que está por mucho tiempo en la mente de centenas de médicos y médicas jóvenes que anhelan ingresar al Instituto para realizar una residencia médica. El Instituto tiene fama bien ganada de ser un lugar de excelencia para la realización de la residencia médica.

El Instituto ofrece residencias de entrada directa, como medicina interna, cirugía, geriatría, patología, entre otras, y muchas de entrada indirecta, que significa que quien aspira a una de estas es porque ya efectuó antes una de entrada directa. Por ejemplo, para hacer la residencia de nefrología, gastroenterología o endocrinología, el aspirante debe haber realizado antes la de medicina interna, ya sea en el propio instituto o en otro hospital.

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El examen es particularmente difícil porque se basa en una serie de enunciados sobre algún aspecto médico y la respuesta para cada enunciado solo puede ser V, de verdadero, F de falso o N de no sé. Por ejemplo, un enunciado puede ser: “la anemia es una característica distintiva de la insuficiencia renal aguda”. Este enunciado es falso, pero puede resultar confuso, porque la anemia sí es una característica de la insuficiencia renal, pero en su fase crónica. Los textos de medicina dicen lo que se puede ver o encontrar en una enfermedad, pero obviamente no dicen lo que no, porque sería interminable. De tal manera que para saber si un enunciado es verdadero o falso, el estudiante debe tener muy firmes los conocimientos.

Lo que le agrega estrés al asunto es que una respuesta errónea no solo no agrega puntos, sino que, además, resta una buena. De ahí la opción de responder “no sé”. Por decir un ejemplo, si de 10 preguntas un alumno contesta 6 buenas, 2 malas y dos como “no sé” la calificación sería 4. La respuesta “no sé” tiene además una importancia crucial. Queremos doctores que sepan mucha medicina. Pero también queremos que sepan reconocer cuando no saben algo, porque es la mejor forma de evitar errores. El que acepta no saber algo, busca ayuda.

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Con base en el examen, solo acceden a la siguiente fase del proceso alrededor del 13 % de los contendientes y al final, quedan solo el 10% del total. Lo que hace la competencia elevada es que para poder presentar examen el alumno debe tener promedio equivalente a nueve o mayor en la carrera de medicina (ponderado según la universidad de origen). Por lo tanto, los aspirantes no solo se enfrentan a un examen particularmente difícil, sino que están compitiendo contra los mejores estudiantes del país. Todavía recuerdo el nivel de estrés que vivimos en el año de 1984 en que lo presentamos. Puedo decir que es el reto académico más duro que he enfrentado.

El sistema de selección para ingresar al Instituto está exento de influyentísimo. Para acceder a la siguiente fase hay que tener el examen que lo justifique. De lo contrario, no se pasa, sea quien sea. Esto es una de las razones que ha hecho al Instituto ser lo que es. Quien hace con nosotros la residencia y, luego se queda como especialista de base, es porque se lo ganó.

Desafortunadamente, a muchas instituciones, tanto gubernamentales como privadas, les gana el conflicto de interés al aceptar a sus agremiados y eso, con el tiempo, reduce su calidad. Cada persona que ingresa, saltándose un proceso estricto, tiene efecto negativo doble. Por un lado, no tiene la calidad requerida y su desempeño es malo y, por otro, le quita lugar a quien sí la tiene. Les deseo el mejor de los éxitos a quienes presentaron examen.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM