Opinión

Hacia el desastre

Los nuevos planes de estudio de educación básica presentan un marco conceptual farragoso, abstracto e incomprensible para la mayoría de los maestros, además, en todos sus planos encontramos innumerables contradicciones.

Se propone en ellos quitar al alumno de la posición central que ocupa en educación y colocar en su lugar a un sujeto colectivo: la comunidad. Esta proposición da lugar a un problema ontológico. En realidad, nuestra comunidad, en tanto sujeto colectivo, es la nación. El barrio, el espacio social donde se inserta la escuela, no siempre tiene identidad propia y es sólo parte, minúscula, de la nación.

Aunque en el pasado existieron las comunidades primordiales u originales. Se trataba de sociedades primitivas, internamente homogéneas, con pocas diferencias individuales cuya conducta estaba regida por un sistema único de valores y reglas de conducta que derivaba de la religión y la tradición. Estas entidades existieron en las sociedades pre-modernas. Emilio Durkheim dijo que tales comunidades estaban cohesionadas por poderosos lazos de solidaridad.

Pero esas comunidades fuertemente cohesionadas fueron desapareciendo con el arribo de la modernidad y del mercado capitalista. En la actualidad existen comunidades indígenas que conservan rasgos importantes del pasado, pero es improbable que sean completamente autónomas, sobretodo, respecto de la economía capitalista.

Salón de clases en una comunicad mexicana

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Cuartoscuro

El desarrollo de la economía capitalista moderna coloca al individuo en el centro de la vida social. La Ilustración (Kant, Rousseau, Smith, Hume, etc.) contribuyó a que, en el plano cultural, todas las ramas de la cultura, incluyendo la pedagogía, partieran del sujeto individual y es absurdo tratar de substituirlo por la comunidad.

Desde Rousseau hasta Piaget el alumno, en tanto individuo, es punto de partida para la pedagogía. La dinámica de la relación de un maestro con un alumno es la que caracteriza a la educación contemporánea, bajo cualquier enfoque educativo.

La pedagogía moderna insiste en hacer del alumno el actor principal del proceso educativo, por eso se propone, incluso en el tema de educar para la diversidad; por eso los expertos (Tomlinson, 2001; Perrenoud, 1997) recomiendan que previamente a la enseñanza el maestro investigue las aptitudes para el aprendizaje de cada estudiante.

Cada alumno es quien forja o construye su propio aprendizaje. Educar para la diversidad (cultural o de otro tipo) pasa por el trámite previo de educar a cada alumno individual. El colectivo “comunidad” no puede convertirse en el objeto central de la educación, aunque puede ser, eso sí, un objeto de estudio de la sociología o de la antropología.

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La educación del individuo tiene valor decisivo para la democracia moderna, esa es la vía regia para formar a ciudadanos autónomos, libres, capaces de vincularse con otros para llevar a cabo, por ejemplo, la transformación de la sociedad.

Cuando se pretende educar a un sujeto colectivo como “la comunidad” se incurre en un despropósito. Intentar hacerlo conducirá a la educación a un verdadero desastre…desastre que, según dice la SEP, comenzará a darse dentro de tres meses (o sea, el próximo año lectivo).