Opinión

¿Por qué no escucho las mañaneras?

El presidente López Obrador con su marrullería clásica, que tanto critica en otros cuando los acusa de politiqueros, agregó una cortinilla con la frase de advertencia: “si eres conservador, no veas este programa, te puede afectar” al final de sus mañaneras. Con esta actitud ofensiva, excluyente, antidemocrática y violadora del orden jurídico pretendió eludir cumplir la resolución del Instituto Nacional Electoral (INE), que lo conminó a ceñirse a la ley y abstenerse de emitir opiniones sobre el proceso electoral y su candidata favorita, así como no atacar a Xóchilt Gálvez desde la tribuna nacional.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, encabezó conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, encabezó conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional

Mario Jasso / Cuartoscuro

Entonces, era previsible que el INE nuevamente se pronunciara sobre el particular y lo conminara a suprimir la mencionada frase y le reitero que la legislación electoral le prohibía intervenir en el proceso electoral, tal y como en las anteriores elecciones el actual presidente había exigido, con razón, a los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto. El presidente justificó su contumacia (violación reiterada de la ley) declarando que ya había logrado su objetivo, que era excluir a un grupo de ciudadanos del supuesto ejercicio de transparencia.

Esta parodia que el presidente López Obrador hace de su investidura, desgarrándola en perjuicio de la convivencia política armónica y la tranquilidad de las elecciones, me hizo reflexionar sobre las razones por las que no escucho la mañanera y ciertamente no es por falta de amor al pueblo, ni porque tenga una visión retrógrada del futuro, ni porque sea un defensor de privilegios. Todo lo contrario. El presidente ha demostrado que pretende llevar al país a un pasado autoritario y protege intereses corporativos que han obstaculizado el desarrollo multidimensional de nuestro país. El discurso de las mañaneras es profundamente conservador y escucharlo no afecta, más bien aburre.

¿Por qué no escucho las mañaneras? Porque es un discurso circular y plagado de autoalabanzas, verdades a medias, exculpaciones, acusaciones a los gobiernos pasados para justificar el fracaso y promesas megalómanas. La más reciente ilusión politica que divulgó fue la instalación de una super farmacia con todas las medicinas en la Ciudad de México para evitar el desabasto crónico de los últimos cuatro años.

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Porque el discurso es tan estereotipado, lleno de lugares comunes y falacias políticas que preocupa. Es un perpetuo informe desgastado, reciclado, con cifras inconsistentes, y dirigido a un grupo de seguidores fieles que todo creen y toleran insultos como aquel en que llamó a los pobres sus mascotas y que le festejan sus ocurrencias como aquella de que el COVID 19 se combatía con una estampa religiosa. La cantidad de ocurrencias sin sustento político o científico inevitablemente se convierten en noticia por su grado de necedad y por eso se divulgan en todos los medios de comunicación en su defensa o ataque, dependiendo la orientación del reportero o el medio de comunicación.

Sólo escucho las mañaneras cuando la frase que se reporta en los medios es tan disparatada, que es necesario revisar si el periodista la descontextualizó, pero, desafortunadamente suele no ser cierta la nota, si corresponde a lo que el presidente declaró y coincide con en el sentido que se reportó en la prensa, de tal forma que en la siguiente mañanera el presidente recurre a desmentirse a si mismo, contradecirse o, de plano, ignorar los reclamos por sus inconsistencias.

No escucho las mañaneras porque el presidente habla de todo y cree, falsamente, que sabe de historia, política, administración, presupuesto, relaciones internacionales y un larguísimo etcétera en el que no se ha cansado de equivocarse y mostrar su ignorancia.

Otra razón para no escucharlas es por la pena ajena que dan sus colaboradores cercanos, como sucedió cuando humilló al Secretario de Hacienda y Crédito Público, llamó soberbio al ministro Zaldívar, le dio la espalda a la renunciante secretaria Clouthier, equiparó a la administración pública con un elefante reumático o se burló de alguna de sus corcholatas.

Si bien las mañaneras no son una fuente de información fidedigna, ni un ejercicio de transparencia hay que agradecerle al inquilino del Palacio Nacional que siempre da pie para reflexionar sobre lo importante para el país. A partir de frases carentes de sentido que ha expresado el presidente, he podido reflexionar sobre salud, educación, poder judicial, innovación administrativa, gestión pública, responsabilidades, seguridad social, relaciones laborales, estructura administrativa y un largo etcétera.

En contraposición del presidente que aprovecha la ilegalidad para lograr sus objetivos, espero que en junio del año entrante no haya necesidad de referirme en este espacio a las razones del tribunal para invalidar una elección en la que el presidente no entendió que la falta de neutralidad del gobierno es una causal de nulidad. No importa la ventaja en las encuestas, ni en las urnas si ambas se obtienen en forma ilícita violando la legislación electoral. El INE ha prohibido la difusión de algunas mañaneras porque escucharlas afecta a la equidad electoral que debe prevalecer en una democracia y no a los conservadores.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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