Opinión

La explicación sobrenatural de los fenómenos

El concepto de deidades supremas que formaron al mundo y que sean la explicación para diversos fenómenos, tanto naturales como sociales, es común a todas las sociedades del planeta. Paradójicamente, el que diversidad de sociedades en el mundo, que nunca tuvieron contacto entre ellas, desarrollaran estas ideas es en sí un poderoso argumento de la inexistencia de los dioses que más bien, fueron creados por el ser humano.

Un trabajo publicado la semana pasada en la revista Nature Human Behaviour (doi.org/10.1038/s41562-023-01558-0) analiza este aspecto en 114 sociedades de diversas regiones geográficas, culturas ancestrales y niveles de complejidad social. Los autores incluyeron solo aquellas sociedades en las que la información etnogeográfica fuera adecuada.

. Miguel de Unamuno tiene uno de sus poemas más largos y ambiciosos sobre el Cristo crucificado, de Velázquez.

. Miguel de Unamuno tiene uno de sus poemas más largos y ambiciosos sobre el Cristo crucificado, de Velázquez.

El estudio fue diseñado para analizar la frecuencia con la que las sociedades analizadas generaran explicaciones sobrenaturales para tres fenómenos naturales (enfermedades, desastres y escasez de comida) y tres fenómenos sociales (guerra, asesinatos y robo). La explicación sobrenatural podría venir de deidades o chamanes, o bien, de fuerzas como el karma y el destino. Cuando hagan un estudio similar dentro de miles de años e incluyan a nuestra sociedad, tendrán que agregar la “energía positiva o negativa” que ahora está de moda.

La utilización de explicaciones sobrenaturales fue más prevalente para explicar fenómenos naturales, que los sociales. La explicación sobrenatural para entender las enfermedades, escasez de comida y fuerzas de la naturaleza se observó en el 96, 92 y 90 % de las sociedades estudiadas, mientras que para explicar la guerra, los asesinatos y el robo se observó en 67, 82 y 26 %. Esto muestra que las explicaciones sobrenaturales son utilizadas con más frecuencia para entender fenómenos que no involucran actos generados por los humanos. Es decir, que cuando se identifica claramente a un humano en la generación del fenómeno social, se queda fácilmente esa explicación, mientras que cuando no se encuentra a otro humano como el causante (fenómenos naturales), entonces recurrimos a las deidades, brujas, espíritus y chamanes para entender el origen del asunto.

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El resultado más inesperado fue que mientras más compleja fue la sociedad (determinado por evidencia de escritura, residencia fija, agricultura, urbanización, especialización tecnológica, transporte, uso de dinero, densidad de población, integración política y estratificación social), mayor fue la utilización de explicación sobrenatural a los fenómenos sociales, lo que sugiere que a mayor complejidad social, mayor opacidad e incertidumbre en la explicación de fenómenos sociales.

El estudio muestra claramente como el ser humano tiende a satisfacer su curiosidad sobre como se generan fenómenos, con explicaciones simples, que le den la falsa sensación de que ya entendió. Adjudicar que alguien se enferme y eventualmente muera, o que ocurra un sismo o una tormenta, o bien que dos países entren en guerra o un individuo cometa asesinatos en masa, a los deseos de una deidad o a los poderes de un chamán o un brujo o bruja, está muy lejos de realmente explicar un fenómeno.

Afortunadamente nos ha tocado vivir una época de la humanidad en donde a través de la ciencia, los humanos hemos encontrado una forma de satisfacer nuestra curiosidad con explicaciones más reales y saber que, cuando no la encontramos, la cosa no para con adjudicársela a un fenómeno sobrenatural, sino que aceptamos que no tenemos explicación y por eso la seguimos buscando. Lo malo es que, aún en las ciudades industrializadas como la nuestra, siguen existiendo miles de personas que, inclusive con educación hasta profesional, se conforman con las explicaciones sobrenaturales.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM