El extremismo de los moderados
Incluso las palabras tienen su destino en el confuso universo de nuestro debate público. En el contexto de una acentuada polarización política promovida desde el poder, actualmente el término “moderado” tiende a desaparecer. Colocados entre el gobierno y la oposición, los moderados no encuentran su espacio político, rechazando las jerarquías dominantes y sus narraciones ideológicas de apoyo. Actualmente, los moderados representan a los ciudadanos sin partido quienes no se quedarán inmóviles frente al actual desorden político. Los moderados proyectan una amplia gama de comportamientos, posiciones y culturas políticas. Ellos son plenamente identificables como defensores del orden democrático, siempre activos por hacerlo mejor a través de reformas consensuadas.
La moderación representa una virtud política. El concepto “moderado” ilustra una posición de centro democrático. Es una actitud que se encuentra en un punto intermedio y equilibrado, alejado de los extremos que por definición son irreconciliables. Los moderados no representan una clase social, son más bien la expresión de una predisposición ciudadana para el dialogo y la resistencia pacífica. Norberto Bobbio, afirmaba que la moderación resulta esencial para garantizar la estabilidad y el progreso en una sociedad, y que de ningún modo significaba apatía o indiferencia. Por el contrario, la moderación requiere de un compromiso activo con la democracia y la defensa de los valores fundamentales de libertad, justicia y tolerancia. Es una virtud cívica esencial que permite a las sociedades progresar y mejorar en el tiempo.
La construcción democrática de México se debe en buena medida a los moderados, quienes condujeron a buen término los acuerdos para nuestra transición política desde un sistema unipartidario hasta otro pluripartidista. Los moderados unificaron institucionalmente a los ciudadanos, al crear un moderno sistema electoral que brindó estabilidad y certeza a los procesos de renovación política. Estos permitieron absorber y neutralizar a grandes sectores reaccionarios o subversivos que actuaban en los márgenes del régimen político. Nuestro sistema electoral aunque imperfecto y limitado, ahora estorba al gobierno que pretende neutralizarlo. Impulsada desde la sociedad civil la moderación política representa una forma de actuación comprometida con el consenso y no necesariamente con el statu quo.
Los moderados buscan transformar las jerarquías y las relaciones de fuerza existentes, con el objetivo de ampliar la representación política y mejorar su calidad en los ámbitos legislativos. Ellos despliegan una obra de mediación social y política pensando como electores y articulando acciones desde la sociedad civil. En estos momentos, la moderación se manifiesta contra la perpetuación del conformismo y la indiferencia.
El problema para los moderados hoy, es que no se sienten representados por ninguna de las alternativas políticas existentes. Consideran que la vieja partidocracia ha sido incapaz de renovarse y de abrir sus puertas a los ciudadanos. Todas las fuerzas en disputa afirman representarlos pero es solo simulación. A este deterioro político también ha contribuido el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al permitir que las cuestionadas dirigencias de los viejos partidos continúen con sus discursos demagógicos, encarnando una política subalterna y parasitaria. La renovación organizativa y de liderazgos que los ciudadanos anhelaban, ahora deberá esperar hasta después de las elecciones presidenciales del 2024.
La actual polarización ha dividido a la sociedad en grupos políticos extremos, con opiniones y creencias opuestas e intransigentes, sin disposición al dialogo y con creciente hostilidad. La falta de entendimiento produce mutuas intolerancias, violencia e inestabilidad política. La polarización crea enemigos y adversarios reales o imaginarios, y se intensifica cuando los políticos de profesión se aferran a sus privilegios. Esta situación obliga a los moderados a tomar conciencia de su nuevo rol que, contrariamente a aquello que imaginaban ser, es el de convertirse en extremistas democráticos.