Opinión

De la marcha ciudadana a las furias del señor presidente

Mientras ocurren otros sucesos importantes tanto en México como en el resto del mundo, el presidente Andrés Manuel López Obrador juega luchitas con los ciudadanos que nos expresamos en una gran marcha a favor del Instituto Nacional Electoral, garante absoluto de las elecciones, el domingo 13 de noviembre. Primero minimizó la jornada, aunque “corrigió” en su Mañanera del lunes los datos ofrecidos por Martí Batres, secretario de gobierno de la ciudad de México, que ascendían, según él, a 12 mil participantes. AMLO dijo que 50 mil o 60 mil personas habían marchado. Los demás sabemos que fueron mucho más. El número no es fácil de calcular, pero, digamos que unas 600 mil almas ciudadanas se manifestaron del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución. De todas formas, el inquilino de Palacio Nacional afirma que no hubieran llenado el Zócalo. Yo, y muchos otros, creemos que sí y aun así no habríamos cabido. Pido a mis posibles lectores que vean las fotografías tomadas por los drones y que hagan un cálculo personal, por lo menos, a ojo de buen cubero (frase muy extraña, por cierto).

Durante la marcha no hubo pronunciamientos en contra de nadie. Las consignas imperantes se redujeron a dos “El INE no se toca” y “A eso vine, a defender al INE”. No era una manifestación partidista ni política sino simplemente a favor del órgano electoral, que tirios y troyano (amloístas, no) reconocen como uno confiable, por eso marcharon personajes de los diferentes partidos y gente sin ninguna afiliación partidista, estudiantes, intelectuales, individuos de la tercera edad, feministas, representantes de los grupos LGTB y etcétera, ecologistas, actores y actrices, mexicanos de todas las clases, morenos y rubios, apiñonados y castaños, académicos y trabajadores de muchos oficios. Las organizaciones convocantes ubicaron a sus seguidores en contingentes. Yo iba con el Instituto de Estudios de la Transición Democrática y me tocó justo atrás de uno de sus fundadores, José Woldenberg, ex presidente del IFE, académico de la UNAM y amigo querido y admirado. Me acompañaban Víctor Avilés, quien fuera el encargado de comunicación social del Instituto Federal Electoral, cuando Woldenberg lo presidió, y su esposa, Dora Cruz, quien ha ejercido durante años como periodista. A partir de ese momento, Víctor, como en otros tiempos, se dio a la tarea de seguir a Pepe Woldenberg. Dora y yo caminábamos o corríamos tras de él, sobre todo cuando el único orador de la marcha tuvo que tomar atajos para llegar a tiempo al Monumento a la Revolución y donde finalmente dirigió un extraordinario discurso escrito con enorme elegancia, conocimiento y con el afán democrático que lo ha caracterizado siempre.

Una figura del presidente Andrés Manuel López Obrador en la marcha en defensa del INE

Una figura del presidente Andrés Manuel López Obrador en la marcha en defensa del INE

Cuartoscuro

“Estamos aquí reunidos con un solo objetivo claro y trascendente: defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron, que ha permitido la convivencia y competencia de la pluralidad y la estabilidad políticas, la trasmisión pacífica de los poderes públicos y la ampliación de las libertades.”

Mientras los más cercanos al Monumento guardábamos silencio absoluto, aún llegaban contingentes por las calles aledañas gritando “El INE no se toca”. Aguzábamos los oídos, porque, a veces, se bajaba el volumen, se perdían algunas frases, pero se volvía a recuperar la voz calmada, aunque decidida de Pepe Woldeberg:

“Todo eso constituye un patrimonio común y por ello estamos aquí, ciudadanos de muy deferentes orientaciones políticas y extracciones sociales, militantes de partidos, integrantes de organizaciones sociales y personas sin filiación política que deseamos que México sea la casa que nos cobije a todos”.

Algunos helicópteros y dos o tres drones sobrevolaban aquella plaza donde no cabía ni un alma, que fue insuficiente para albergar a todos los marchistas. Yo, que le tengo miedo a las multitudes, me encontraba tranquila, pendiente de lo que decía Woldenberg, a quien recordé en otras luchas desde los años setenta, como la creación del sindicato del STUNAM. Su colaboración del martes en El Universal fue una elegía a Elezier Morales, el más importante dirigente del sindicalismo académico universitario, con quien compartió, siendo muy joven, las batallas desde la izquierda universitaria, muy lejanas, por cierto, de los intereses de Andrés Manuel López Obrador en aquellos años, que se encontraba afiliado al PRI.

La Reforma al INE que plantea López Obrador rompe con la estructura democrática con la que fue creado primero el IFE y el luego el INE. Se llevó muchos años de trabajo con los partidos políticos, de procurar normas electorales que lograran la autonomía de una institución autónoma, capaz de organizar en todo el país cuerpos independientes para llevar a cabo elecciones. Hoy, el presidente y su partido insisten en cambios en el INE que quedarían en las manos de consejeros electorales escogidos a modo. No habría árbitros libres, sino que estarían sujetos a MoReNa. Volveríamos al pasado, sin pluralidad y bajo la orden de un partido nada más.

“El problema mayúsculo que nos ha traído aquí, --dijo Woldenberg—el que nos obliga a salir a las calles, el que se encuentra en el centro de la atención pública, es que buena parte de lo edificado se quiere destruir desde el gobierno. Es necesario insistir en eso porque significa no solo una agresión a las instituciones existentes sino a la posibilidad de procesar nuestra vida política en un formato democrático.”

Entretanto, López Obrador se hizo organizar de inmediato una marcha contra los conservadores, es decir, contra la manifestación del 13, a la que calificó de striptease político público del conservadurismo. Está realmente hecho un basilisco, a Woldenberg lo ha convertido en un villano y él y todos los que marchamos nos unimos “a favor de la corrupción, del racismo, del clasismo, de la discriminación y ese es el fondo”. El presidente de la Cuatroté saldrá con sus huestes y seguidores del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo este domingo 27, además de que ha propuesto un Plan B para acordar la Reforma electoral, aprobando una ley secundaria por encima de la Constitución. Según los expertos, este plan se anulará, en tanto que la Constitución está por encima de cualquier ley exprés. Así lo esperamos un extenso número de mexicanos.