Opinión

La persecución de las brujas (o de los heterodoxos o los diferentes)

La imagen de la bruja es fascinante. Se trata de una mujer que posee conocimientos ocultos, que puede ser vieja y además malvada; pero también puede transformarse en una bella joven que incita a los mancebos a la concupiscencia. Como en Aura de Carlos Fuentes, en la que el joven historiador Felipe Montero es contratado por doña Consuelo, viuda del general Llorente, para que concluya las memorias escritas en francés de su marido, ya difunto. Como condición, Montero debe vivir la casa, siempre a oscuras, de doña Consuelo. Allí, el historiador entra en contacto con Aura, la sobrina de doña Consuelo ,y se enamora de ella. Por los escritos del general Llorente, Montero se entera de cómo el militar se prendó de Consuelo y del proceso de deterioro físico de la mujer, que no pudo darle hijos al general. Mientras Montero piensa que se trata de una devota católica, la vieja se dedica a la hechicería. En la creencia de que Aura vive prisionera de doña Consuelo, Felipe Montero decide liberarla para descubrir, al final, que ambas mujeres, la anciana y Aura, son una misma persona.

Aura, de Carlos Fuentes

Aura, de Carlos Fuentes

Sin decirlo tal cual, Fuentes delineó al personaje de una bruja en funciones durante el año 1962, que es cuando Montero se queda en casa de doña Consuelo a trabajar las memorias del general Llorente.

La bruja existe en el imaginario occidental. Está incluida en nuestro inconsciente colectivo y qué mejor que evocarla en el mes de Octubre.

La bruja en México llena otro concepto, la que deshace malas vibras o trabajos “negros” por encargo de gente que quiere dañar a otra, por aquellos que malquieren a alguien. Se trata de hechiceras, de mujeres casi siempre indígenas con una gran conocimiento de la herbolaria. Curan o echan el mal de ojo, pero no se transforman en jóvenes hermosas y peligrosas, que despiertan el deseo sexual incontenible en los hombres jóvenes. No son Circe, la tentación que distrae a Ulises en la isla que ella habita, aunque ésta también preparara pociones poderosas con las que podía transformar a los seres humanos en animales.

¿Por qué el temor a las brujas? Muchas leyendas antiguas que corresponden a varias culturas se refieren a la vagina dentata de las mujeres Este mito expresa la amenaza del coito y le sirvió a la Iglesia durante la Edad Media para incentivar la castidad. La figura femenina, dependiente de la luna y sus fases, en la antigua Babilonia, la que deseaba alejar a la vejez por medio de afeites y de encantamientos que invocaban la plena sexualidad, quedó clausurada con el imperio católico. Y, como el Diablo es parte activa de la religión, se consideró que las brujas, en las que se creía, se convertían en fieles seguidoras del Demonio.

Lee también

Las mujeres que aún conservaban ideas del paganismo fueron satanizadas por el cristianismo. Estas outsiders, como los homosexuales, los judíos, los negros y cualquiera que no cabía en la norma establecida por la Iglesia se estigmatizaban.

Quisiera decir que el problema ya no existe, que ya nada es así. En la Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos. (trad. J.J.Sánchez, Madrid. Trotta, 2005), Theodor Adorno y Max Horkheimer establecen que el progreso y la barbarie, la violencia y los avances técnicos y científicos se abrazan. De ahí Auschwitz y Hiroshima. El antisemitismo moderno, exponen Adorno y Horkheimer, logra, como en antaño, que los judíos sean los chivos expiatorios de las incongruencias de la civilización.

Pensemos que esto también ocurre cuando impera un pensamiento que corresponde a una ideología en un país. Toda diferencia o alteridad se resalta, se muestra como equivocada, en el mejor de los casos. En el peor, se persigue a quienes no concuerdan con las políticas imperantes. Pienso en las Mañaneras, donde el señor presidente nombra constantemente a sus adversarios, porque los que no alaban su Cuarta Transformación resultan enemigos. Pienso también en su acoso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, invalidando los fideicomisos de los trabajadores, como una cacería de brujas, sin hoguera.

En este sentido, en América Latina, los que han criticado al régimen cubano dentro de Cuba, al de Nicaragua, al de Venezuela han pagado su rebeldía con cárcel o felizmente con el auto exilio.

Por otro lado, la guerra actual entre Israel y Hamas, mientras se desarrolla la Inteligencia Artificial es una claro ejemplo de barbarie y progreso. Progreso y barbarie, historia y catástrofe, agrega Walter Benajmin, en su Filosofía de la historia.

Es decir, volviendo al tema de las bhechiceras, la cacería de las brujas es un lado de la moneda, mientras del otro se encuentra el humanismo renacentista. Razón y violencia se compaginan. Esther Cohen, en su libro Con el diablo en el cuerpo. Filósofos y brujas en el Renacimiento, publicado por Taurus y la UNAM en el 2013, dice lo siguiente: ”la bruja será el cuerpo de la mujer renacentista narrado por sus verdugos” (p.31).

La persecución de las brujas en Europa, sostenida por un aparato pseudo científico de la comprensión del mundo se transformó en una práctica criminal. Si se agregan las funciones de la Santa Inquisición, que en España e Italia acosaba a los judíos y a todo aquel que pareciera heterodoxo, se podrá imaginar el clima sofocante durante una larga época de la historia en Occidente. La Inquisición hacía valer con sangre su carácter de control social y religioso, avalada por sus órganos judiciales.

La represión a las brujas por parte de la Inquisición acaba cuando la Iglesia reconoce que la brujería no es más que un conjunto de supercherías y de prácticas inofensivas.

Sin embargo, si aquellas brujas dejaron de perseguirse, aquello que hoy resalta en un grupo social como alteridad radical sigue despertando sospechas. Los migrantes en el mundo, que viven un éxodo doloroso, son los “otros”, los desplazados, los sin tierra. Hace unos días, en las entradas al viaducto de la ciudad de México, había parejas de negros, de un color maravilloso, pidiendo limosna. Les di a unos lo que llevaba y soltaron frases en español dándome las gracias. No sé de dónde eran oriundos. ¿Quién los apoyará, quién les dará casa y comida? Me conmoví sin poder hacer nada.