Opinión

Project NexGen

De la oficina de la secretaria de salud y servicios humanos del gobierno de los Estados Unidos y del equipo de respuesta al COVID-19 de la casa blanca publicaron un editorial la semana pasada en el New England Journal of Medicine (DOI: 10.1056/NEJMp2307867) para dar a conocer lo que llaman el “Project NexGen” para atacar al SARS-CoV-2 y prepararse para la siguiente pandemia.

Aunque los casos de COVID-19 han disminuido drásticamente, así como las hospitalizaciones y muertes, de cualquier forma, siguen existiendo, por lo que no se puede considerar al mundo como fuera de peligro en el tema del SARS-CoV-2. Las personas de edad avanzada y los pacientes inmunocomprometidos son muy vulnerables a esta infección. Por otro lado, se tiene evidencia clara de que el virus sigue mutando, buscando formas de sobrevivir para lo que requiere ser altamente transmisible y resistente a las vacunas. Se necesitan vacunas que permitan que ataquemos la infección, pero también se reduzca su transmisión y que el efecto protector sea más duradero. Además, que vayan dirigidas a regiones del virus en la que ocurren menos mutaciones, pero que resulten igual de efectivas para neutralizarlo.

Prueba de detección de Covid.

Prueba de detección de Covid.

Fiel a la tradición de estos países en los que se gobierna con la consigna de resolver problemas a largo plazo, la inversión del Project NextGen está designada para financiar la investigación científica. La inversión que consta de cinco mil millones de dólares (unos noventa mil millones de pesos) estará enfocada en tres áreas: para desarrollar vacunas que generen inmunidad contra cualquier versión que vaya saliendo de SARS-CoV-2 y otros betacoronavirus de próxima aparición; desarrollar vacunas que generen inmunidad en las mucosas, que sirvan para contrarrestar la infección y la transmisibilidad del virus y desarrollar anticuerpos monoclonales que puedan debilitar la evolución viral y que sirvan como un arsenal para el tratamiento de futuros betacoronavirus.

La razón para la inversión, dicen los autores, es porque saben que el tipo de investigación que se requiere es de las que no garantizan ganancias con la velocidad que lo quisiera la industria y, por lo tanto, no lo harían. Aunque las compañías son buenas para generar el producto y ponerlo en el mercado, el tipo de conocimiento que se debe desarrollar para eso no va a salir de la inversión privada.

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Los que conocemos o vivimos los grandes proyectos generados en los Estados Unidos como el Manhattan, el Apolo y el del Genoma Humano, sabemos las consecuencias enormes y positivas que tienen este tipo de iniciativas gubernamentales para promover la investigación científica en un área determinada con recursos millonarios.

Mientras tanto, en nuestro país seguimos esperando la tan anunciada y atrasada vacuna patria de la que presumen que fue hecha con mucho menos recursos que las de Pfizer o AstraZeneca. Muy barata, pero ya está obsoleta, porque va dirigida contra un virus que ya no existe y un porcentaje muy alto de la población ya está vacunada, con las de Pfizer y AstraZeneca que compramos con recursos del erario. ¿Quién pagó al final las vacunas caras?

Mientras los países poderosos siguen avanzando porque basan su futuro en la investigación científica, en el nuestro, le pusimos más interés a elegir el nombre para la vacuna, que a que funcionara. Cada día que pasa nos volvemos más dependientes de las potencias a las que tanto criticamos.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM