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La caza ilegal de elefantes, gorilas, aves... favorece el cambio climático

Los autores descubrieron que muchos de los mamíferos y aves son frugívoros que dispersan grandes semillas de especies arbóreas con gran capacidad de almacenamiento de carbono

estudio

Elefante del bosque.

Elefante del bosque.

SCOTT RAMSEY/WCS

Un nuevo estudio de la Wildlife Conservation Society (WCS) revela que la caza excesiva de grandes frugívoros dispersores de semillas reduce la capacidad de los bosques tropicales para almacenar carbono.

Según publican los investigadores en la revista 'PLOS Biology', la razón es que la caza de especies que se alimentan con fruta como gorilas o elefantes reduce la capacidad de los bosques para almacenar o secuestrar carbono.

Los autores descubrieron que muchos de los mamíferos y aves objeto de caza ilegal y comercial son frugívoros que dispersan grandes semillas de especies arbóreas con gran capacidad de almacenamiento de carbono. Según el artículo, la pérdida de estos grandes frugívoros, como primates, cálaos, tucanes y otros, cambia con el tiempo la composición de los bosques, de modo que predominan las especies arbóreas dispersadas por el viento o con semillas pequeñas, con menor densidad de madera y, por tanto, menor cantidad de carbono.

La autora principal del estudio, la doctora Elizabeth Bennett, Vicepresidenta de Conservación de Especies de la WCS, explica que "muchos bosques tropicales se han descrito como 'vacíos' debido a la pérdida de animales, a menudo como resultado de la caza insostenible de subsistencia o de mercado. Se sabe que esta caza tiene efectos perjudiciales sobre las especies objetivo, la biodiversidad en general y los medios de vida y el bienestar de las comunidades locales --prosigue en un comunicado--. Menos apreciado es el impacto adverso de la deforestación en la capacidad de los bosques tropicales para secuestrar y almacenar carbono, lo que tiene implicaciones para el cambio climático".

En el Neotrópico, por ejemplo, se prevé que la defaunación de grandes primates y tapires, que dispersan las semillas de árboles de gran tamaño con mayor densidad de madera, provoque pérdidas a largo plazo en la biomasa arbórea por encima del suelo de una media del 3-6%, pero de hasta casi el 40%. En Tailandia central, las especies arbóreas dependientes de la dispersión de semillas por frugívoros de gran tamaño representan casi un tercio de la biomasa total de carbono.

Los autores señalan que los esfuerzos emergentes para reducir las emisiones netas mediante la restauración de los bosques tropicales a través de la plantación de semillas y plántulas suelen implicar especies de semillas pequeñas, en gran parte de segundo crecimiento. Las especies arbóreas de semillas grandes y dispersión animal suelen estar infrarrepresentadas en los plantones adquiridos para las plantaciones de restauración. Una vez perdidas, la restauración de las poblaciones animales es difícil, especialmente en ausencia de sus fuentes de alimento, lo que limitaría la capacidad de los bosques restaurados para almacenar y secuestrar carbono.

Los resultados subrayan la especial importancia de los bosques ecológicamente intactos, es decir, grandes franjas de bosque intactas, libres de daños significativos causados por el hombre y con una fauna silvestre completa. Se calcula que los bosques tropicales de alta integridad eliminan y almacenan de la atmósfera unos 3.600 millones de toneladas de CO2 al año (netas).

El doctor John Robinson, titular de la Cátedra Joan L. Tweedy de Estrategia de Conservación de la WCS, señala que "los animales desempeñan un papel vital en el mantenimiento de la integridad de esos bosques; los bosques que cuentan con su dotación completa de especies faunísticas, en densidades de población sanas, secuestran y almacenan más carbono que los que han perdido componentes de su fauna. Mantener la fauna intacta es, por tanto, un componente crítico de cualquier estrategia de conservación de los bosques para hacer frente al cambio climático", advierte.

Otro impacto climático negativo es la pérdida de fauna por la caza, que afecta al almacenamiento total de carbono forestal al eliminar el carbono que se almacena en los cuerpos de los animales. Por ejemplo, un elefante de bosque adulto almacena unos 720 kg (1.587 libras) de carbono (2,64 toneladas de CO2e). Por tanto, los 11.000 elefantes matados en un único parque nacional de Gabón entre 2004 y 2012 habrían supuesto la pérdida de 7.920 toneladas de carbono almacenado, equivalentes a 29.040 toneladas de CO2e.

Los autores señalan que ya existen mercados que valoran la capacidad de secuestro y almacenamiento de carbono de los bosques, siendo REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques) el más desarrollado. Estos mercados, en su mayoría voluntarios, se han centrado hasta ahora sobre todo en el carbono de los árboles del bosque y en reducir las emisiones evitando la deforestación y la degradación forestal.

Dado que la pérdida de grandes animales degrada el contenido de carbono del bosque, tanto a corto como a largo plazo, existe una oportunidad de mercado para incorporar la bonificación de carbono de una fauna intacta para reforzar las evaluaciones de biodiversidad existentes con el fin de incluir una demostración de la plena integridad ecológica de la fauna protegida.

Bennett indica que "valorar explícitamente la fauna salvaje por su papel en el secuestro y almacenamiento de carbono en los bosques tropicales, y crear un mercado para conjuntos faunísticos intactos, puede generar potencialmente importantes ingresos para la gestión forestal y cinegética. Un mercado así es una forma de pagar los programas polifacéticos necesarios para conservar los bosques con su dotación completa de grandes especies de fauna, garantizando al mismo tiempo la salud nutricional y el bienestar de las comunidades locales de forma respetuosa con el carbono", concluye.