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Conejo de las Islas Marías, ícono de conservación

Esuna especie que habita exclusivamente en ese entorno e ilustra las complejidades y desafíos de la vida en un entorno insular

Conejo de las Islas Marías (Sylvilagus graysoni) en la Isla María Madre. Conejo de las Islas Marías (Sylvilagus graysoni) en la Isla María Madre. (Juan Pablo Ramírez-Silva.)

El cambio en la función de las Islas Marías presenta una oportunidad única para proteger y preservar su delicado ecosistema. En este contexto, el conejo de las Islas Marías emerge como un ejemplo distintivo de adaptación, supervivencia y de los desafíos de la vida insular.

Los lagomorfos son un grupo de mamíferos (que incluye a los conejos, liebres y pikas) se distingue por poseer cuatro dientes incisivos en la parte superior de su boca, un par situado detrás del otro. En México habitan nueve especies de conejos del género Sylvilagus, de entre los cuales destaca el conejo de las Islas Marías (S. graysoni), por ser una especie que habita exclusivamente en las Islas Marías, México, ilustrando las complejidades y desafíos de la vida en un entorno insular. Al igual que otras especies insulares alrededor del mundo, el conejo de las Islas Marías es un fascinante ejemplo de adaptación y evolución ya que a menudo estas especies exhiben características únicas, resultado del proceso de especiación, en el que el aislamiento geográfico conduce a divergencia genética y al desarrollo de nuevas características.

Las Islas Marías, se ubican en el océano Pacífico a unos 112 km de la costa de Nayarit, México, este archipiélago conformado por cuatro islas, alberga 28 especies de mamíferos terrestres, nueve de ellas endémicas, es decir, especies que habitan únicamente en esta región geográfica y en ningún otro lugar, lo cual subraya el papel crucial que desempeña en la conservación de la biodiversidad. Presentan un clima tropical con influencias oceánicas que se caracteriza por temperaturas cálidas durante todo el año y una estación de lluvias pronunciada, generalmente entre los meses de julio y septiembre. Esta combinación de temperatura cálida y humedad favorece el crecimiento de una vegetación diversa. Las Islas Marías albergan una mezcla de ecosistemas, incluyendo manglares, matorrales espinosos y selvas bajas caducifolias; este último, se caracteriza por perder sus hojas en la estación seca que va de noviembre a mayo.

Las Islas Marías surgieron hace más de ocho millones de años durante el Plioceno medio, con el tiempo, se han distanciado geográficamente debido a procesos geológicos como movimientos tectónicos y cambios en el nivel del mar. Esta separación ha tenido un impacto significativo el conejo de las Islas Marías, esta especie ha evolucionado de manera única, adaptándose a las condiciones específicas de las islas. Su abundancia es particularmente notable en las dos islas más grandes del archipiélago, la Isla María Madre, con una extensión de 114 km², y María Magdalena, que abarca 70.440 km². La vida en un ambiente libre de depredadores naturales permitió a esta especie de conejo prosperar, pero también trajo consigo una serie de desafíos. Si bien, la ausencia de depredadores puede parecer una ventaja, esto implica que no ha desarrollado estrategias de defensa contra nuevas posibles amenazas, lo cual lo hace particularmente vulnerable ante los cambios en su entorno, especialmente a la introducción de especies exóticas.

Es importante resaltar que las islas funcionan como ecosistemas cerrados, donde el equilibrio ecológico es particularmente frágil. En estos entornos, las especies endémicas como S. graysoni son extremadamente vulnerables a las alteraciones. La introducción de nuevas especies, ya sean depredadores, competidores o especies que pueden ser portadoras de enfermedades, puede desencadenar consecuencias devastadoras, estas especies exógenas, es decir, que no pertenecen a este ecosistema de manera natural, pueden alterar drásticamente la dinámica del ecosistema insular, poniendo en riesgo la supervivencia de las especies nativas.

Un aspecto interesante de esta especie de conejo es que se distingue por presentar un comportamiento notablemente dócil, poco común en especies de conejos silvestres; esta docilidad puede ser el resultado de varios factores relacionados con su evolución y su entorno insular. Sin embargo, aunque esta docilidad puede parecer beneficiosa desde una perspectiva de observación o interacción humana, también puede hacer que la especie sea más vulnerable a las amenazas, precisamente aquellas relacionadas con interferencias humana.

La interacción humana es prácticamente inevitable en cualquier ecosistema; a este respecto cabe mencionar que las Islas Marías albergan una historia fascinante desde su descubrimiento en 1532 por Diego Hurtado de Mendoza, primo de Hernán Cortés. A lo largo de los siglos, han experimentado cambios significativos en cuanto a sus edificaciones y usos. En el año 1905, la Isla María Madre comenzó a funcionar como Colonia Penal, es decir, era un centro penitenciario; y tuvo este uso hasta el 1 de agosto del 2021, cuando se cerró definitivamente. Entonces comenzó una era centrada en la educación y la conservación ambiental con la transformación del lugar, de un centro penitenciario a el "Centro de Educación Ambiental y Cultural Muros de Agua José Revueltas". Con su apertura a finales de 2022, el centro ha iniciado una dinámica renovada, abriendo sus puertas a más visitantes y fomentando un mayor enfoque en la conservación.

Con este cambio, las Islas Marías han comenzado a atraer a un número creciente de visitantes, lo que, aunque beneficioso para la educación y la sensibilización ambiental, plantea nuevos desafíos. El incremento del turismo en áreas ecológicamente sensibles como estas requiere una gestión extremadamente cuidadosa para asegurar que el impacto humano no comprometa la biodiversidad única del archipiélago, en particular, la conservación de especies endémicas como S. graysoni.

Estas condiciones le han conferido al conejo de las Islas Marías una especie de misterio fascinante, tan grande que hubo un tiempo en que capturar su fotografía se convirtió en un interés particular en la comunidad científica, motivado por su rareza, aislamiento y estado de conservación. Sin embargo, el acceso limitado a las Islas Marías, que prevaleció durante muchos años, representó un desafío significativo para capturar una imagen de esta especie. Este entorno restringido no solo preservó su aislamiento, sino que también dificultó la documentación visual y el estudio científico detallado del conejo, esto contribuyó a aumentar el enigma que rodea a esta especie.

A medida que avanza el tiempo, el destino de Sylvilagus graysoni podría convertirse en un emblema representativo de los esfuerzos de conservación y de nuestra conexión con el mundo natural.

Therya ixmana 3(1):28-29

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* Unidad Académica de Turismo. Universidad Autónoma de Nayarit. Tepic, Nayarit, México. pablor@uan.edu.mx

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