En el marco del día mundial de la creatividad y la innovación, que se celebra el 21 de abril de cada año, las Naciones Unidas hacen un recordatorio a nivel internacional sobre la importancia de promover el pensamiento creativo multidisciplinario y colaborativo como respuesta hacia un futuro más sostenible (ONU, SF).

Desde hace poco más de dos años de confinamiento ocasionado por la pandemia del COVID-19, la creatividad y la innovación han sido factores fundamentales para hacer frente a la crisis humanitaria y sanitaria, donde las carencias y el desempleo se agudizaron. Se vivió una espiral de cambios, alterando todos los aspectos de la sociedad, inclusive las rutinas familiares del día con día. La pandemia trastocó y alteró las rutinas de vida que ya estaban establecidas; nuevas habilidades y enfoques fueron la clave para atender los desafíos sociales, económicos y ambientales, surgiendo así modelos de emprendimiento oportunos al contexto actual.

A fin de comprender la importancia de estos dos conceptos, se explica primero a la creatividad como una habilidad del ser humano vinculada a su propio ser que indica la capacidad de crear, de ser novedoso (Esquivias, 2004); mientras que la innovación, hace referencia al cambio o alteración a las formas establecidas de hacer las cosas incorporando novedad y rebasando a la pura invención (OCDE, 2005), distinguiendo a la innovación de la creatividad, como la apropiación y aceptación económica y social de la invención en los procesos sociales, industriales y/o de mercado (OCDE,2005). Son varias las definiciones de ambos conceptos y su discusión muy amplia, pero en su mayoría coinciden con lo nuevo y la capacidad de reestructurar un orden. La creatividad y la innovación van de la mano.

Un emprendedor necesita mantenerse creativo en todos los aspectos de su emprendimiento, desde la idea, diseño de producto o servicio, el proceso de producción, comercialización y logística, marketing, inclusive en la fase de retroalimentación por parte del usuario, beneficiario y/o consumidor. Joseph Schumpeter, economista austríaco-estadounidense, indicaba al respecto, que el emprendedor debe pasar por un proceso de destrucción creativa, es decir, de reemplazar lo antiguo por la aparición de lo nuevo. De acuerdo con Montoya (2012) esto significa destruir modelos anteriores de organización, producción y/o servicios ajustándose al contexto social, económico y de mercado del momento y su tendencia, condenando a fracasar a aquellos emprendimientos que no incorporen a la innovación en sus procesos. Esto generaría una dinámica de evolución constante propiciando olas de innovación.

Sin duda, las universidades y centros de investigación pueden coadyuvar en este proceso, pues se ha demostrado que los resultados de investigación contribuyen al avance tecnológico y generación de nuevo conocimiento tanto en la industria, como para atender directamente los retos sociales y medioambientales de algunos sectores (Mazzoleni y Nelson, 2007). En ese sentido, es evidente la necesidad de fomentar y desarrollar las habilidades de vinculación sectorial, gestión de la protección de la propiedad intelectual, procesos de validación y maduración de los desarrollos tecnológicos, identificación de rutas en la gestión de la transferencia tecnológica y de conocimiento, conocimiento y dominio jurídico en la creación de emprendimientos basados en la ciencia y la tecnología.

En el contexto actual, los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030, son el marco de referencia para el diseño y desarrollo de nuevos emprendimientos o la reestructuración de los ya existentes. La Organización de las Naciones Unidas (2020) indica que el rol del emprendimento ante estos retos se ha fortalecido, ya que implica identificar las posibilidades, las limitaciones y las necesidades insatisfechas dentro de un ecosistema. Es determinante hacer hincapié del fortalecimiento en la resiliencia, priorizar sectores vulnerables, incentivar modelos ambientales y socialmente sostenibles. Incorporar en los emprendimientos la digitalización, nuevos mecanismos financieros, búsqueda de nuevos mercados, entre otros. Es así que, mejorar la alineación de las políticas de emprendimiento y su entorno regulatorio con las prioridades durante y después del COVID-19 y la agenda 2030 debe privilegiarse en cualquier región.

Para Ismail et al ( 2014) cualquier emprendedor, innovador, pequeña o gran empresa, puede desarrollar nuevas organizaciones adaptadas al contexto actual así como transformar las ya existentes conociendo lo mejor posible a sus usuarios y sus necesidades y utilizando metodologías de emprendimiento ágiles y exponenciales. Por tanto, el uso y aplicación de distintas metodologías y modelos de innovación disruptiva en emprendimientos permitirá marcar la diferencia y la transición entre un emprendimiento hacia un emprendimiento innovador y éste a su vez, hacia un emprendimiento basado en la ciencia y la tecnología, reduciendo la curva de aprendizaje a la que se enfrentan los emprendedores día con día.

De todo lo anterior, es de reconocer que la creatividad, la innovación y el emprendimiento son factores esenciales para la atención a los objetivos de la agenda 2030 y por supuesto, para impulsar el crecimiento y desarrollo económico en nuestras regiones. En el parque de innovación tecnológica y la incubadora de emprendimientos basados en ciencia y tecnología del CIBNOR, se puede encontrar ese espacio de sensibilización metodológica para que la comunidad científica, universitaria, gestores tecnológicos y de conocimiento, empresas, organizaciones de la sociedad civil, estudiantes, gobierno y la sociedad en general, se sumen al reto de la importancia de emprender, transferir y apropiar el conocimiento a la sociedad, en beneficio del desarrollo y bienestar socioeconómico de las regiones.

Referencias

Esquivias Serrano, María Teres (2004). Creatividad: definiciones, antecedentes y aportaciones.Revista Digital Universitaria 5(1), 17pp. Recuperado de https://www.revista.unam.mx/vol.5/num1/art4/ene_art4.pdf 27 de Marzo de 2022.

Ismail Salim, Malone Michael S., y Van Geest Yuri (2014). Organizaciones Exponenciales. Bubok Publishing. 409 pp.

Mazzoleni, R., y Nelson, R. R. (2007). Public research institutions and economic catch-up. Research policy, 36(10), 1512-1528.

Montoya Corrales, Carlos Alberto (2012). Destrucción Creativa. Revista Ciencias Estratégicas, 20(28), 213-216.Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/1513/151326917001.pdf 01 de Abril de 2022.

OCDE. (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) (2005). Manual de Oslo. OECD. Madrid.

ONU (Organización de las Naciones Unidas) (SF). “Día Mundial de la Creatividad y La Innovación” Recuperado de https://www.un.org/es/observances/creativity-and-innovation-day 27 de Marzo de 2022.

ONU (Organización de las Naciones Unidas) (2020). “ Emprendimiento para el desarrollo sustentable” Recuperado de https://unctad.org/system/files/official-document/a75d257_en.pdf 31 de Marzo de 2022.

Karla Suzeth Trejo-Berumen

Es doctora en desarrollo sustentable y globalización por la UABCS. Actualmente, es subcoordinadora de emprendimiento e incubación de base científica y tecnológica, perteneciente a la COVITECS del Cibnor, S.C. Miembro SNI. Su principal actividad es colaborar y contribuir a reducir la brecha entre la investigación, el desarrollo, la innovación y los retos de la sociedad. Las lineas de investigación son: economía de la innovación, emprendimiento basado en ciencia y tecnología, trasferencia y apropiación social del conocimiento.

Contacto: ktrejo@cibnor.mx