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Cristóbal García Jaimes: Los mexicanos damos vuelta a las dificultades y realizamos el trabajo con poco y mucha creatividad

El joven físico mexicano y Premio Crónica cuenta sus proyectos actuales en el CERN, sus anécdotas doctorales, los embates burocráticos que resolvió para hacer divulgación de la ciencia y cómo llegó a Ginebra para hacer su posgrado>>

Tres amigos sonríen para una foto en los Alpes suizos.
Cristóbal Miguel y sus hermanos Brian Ramiro y Ángeles Sorami. Cristóbal Miguel y sus hermanos Brian Ramiro y Ángeles Sorami. (La Crónica de Hoy)

La primera vez que Cristóbal Miguel García Jaimes (Guerrero, 1996) dio una conferencia en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN por sus siglas en francés) fue a sus 19 años y por haber construido un acelerador de partículas baratísimo.

“En ese entonces yo era velador en la Roma Norte, recuerdo que era un sábado por la noche porque estaba lavando ropa en la azotea y escuchando música en el celular. De pronto me llega un mensaje del doctor Luis Flores Castillo y me invita a dar una charla en verano”, relata bajo unos árboles del CERN, en Ginebra, Suiza.

Actualmente, Cristóbal tiene 27 años, es un científico y divulgador mexicano que cursa su doctorado en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza, donde fue aceptado mucho antes de recibir su título de licenciado.

En entrevista con Crónica, el mejor conocido como “chico partículas” conversa sobre sus proyectos actuales y hace un recuento de anécdotas doctorales: desde vender macetas y descubrir por primera vez el precio de un motor de combi, hasta los embates burocráticos que resolvió para hacer divulgación de la ciencia, así como el apoyo que ha recibido de la comunidad mexicana para llegar al extranjero.

Su proyecto de doctorado lleva un título que al momento sería algo así como “Optics Design for the future circular collider”, un proyecto para ver si es posible construir un acelerador de casi 100 km de circunferencia, “aunque ahorita está en 91, 174.11 metros”.

Mediante dibujos en servilletas y un enorme entusiasmo, Cristóbal explica que al doblar una partícula que va cargada y acelerada, ésta emite radiación. La radiación hace que el haz de partículas pierda energía, lo que es indeseable para hacer colisiones con propósitos de investigación, pues se requiere de una órbita fija y constante. Para ello, los científicos restauran la energía de las partículas con cabinas de radiofrecuencia a lo largo del acelerador.

“Esas cavidades hacen oscilación en las partículas, es el principio de un microondas. Tenemos puntos de interacción y arcos para transportar el haz del punto A al punto B”, ahonda.

Dentro de sus labores doctorantes, Cristóbal busca maneras de reducir la radiación de sincrotón, cosa que ya se logró el año pasado y que debe continuar.

“Haces el acelerador más sustentable y ahorras energía, medio ambiente y demás, pero también reduces problemas. La radiación es calor y tienes que ver cómo mitigas esa luz que sacas del acelerador”, señala como propósito.

Para lograrlo se pueden usar imanes con alineaciones específicas y el investigador informa que en el proyecto él está a cargo del “Optics design”, que es cómo acomodar los elementos de tal forma que tengas lo que necesitas en su lugar.

“¿Por qué es óptico si hay partículas e imanes? Las partículas se pueden enfocar y desenfocar con imanes, como si fueran lentes convergentes y divergentes”, subraya entre los puntos más interesantes del asunto.

-¿Por qué tienes interés en los aceleradores?

“Yo siento que es la idea de demostrar experimentalmente que la materia tiene carga y que la puedes manipular con la carga; que podemos controlar los átomos, que no se pueden ver a simple vista, pero puedes usar máquinas y crear reacciones nucleares y ser un alquimista del siglo XXI. Me emocionó mucho”.

EL BARRIO RESPALDA.

Cuando fue aceptado al doctorado, durante la pandemia, Cristóbal vendía girasoles que había plantado para comprar la batería de la Combi de la ciencia –“costó 1500 y yo ni idea que una batería costaba eso”.

Al darse cuenta que la venta de macetas y girasoles no iba a ser suficiente, empezó a dar conferencias y pedir apoyo en redes, donde obtuvo una buena respuesta.

Un paisano le dijo que no tenía dinero, pero tenía puntos de avión para ponerle el vuelo y otro “compa” de Puebla le dijo que no había podido apoyarlo en la primera ocasión y puso el primer mes de renta.

“Ahí sacaron el músculo mis paisanos, los braseros y mojados que están en California, Estados Unidos. Me hicieron una entrevista con el Pato Lucas de radio allá y les conté lo que iba a hacer, mucha banda me escribió y di mi número de celular. Me contactaron, una cosa llevó a la otra y terminé juntando la feria”, recuerda.

Desde el principio, la ciencia ha sido útil en la cotidianidad de Cristóbal y ha estado estrechamente relacionada con la economía.

Por ejemplo, se permitía ahorrar unos pesos en reparar conexiones eléctricas, a la par que aprendía más sobre este tema, aunque advierte que por cuestiones posteriormente aprendidas en temas de seguridad, no volvería arriesgarse de esa manera hoy en día. En su proyecto multifacético de divulgación, el científico constantemente pretende hacer ver que cualquiera puede entrar en el mundo de la ciencia sin necesitar mucho dinero.

-¿Hay una fijación mexicana por hacer las cosas “baratas”?

“Lo hacemos por dos cosas, una es porque es buena la sustentabilidad y eficiencia. La segunda parte es la más interesante: México tiene recursos limitados en muchas áreas, sobre todo en ciencias y no tenemos más que ingeniárnoslas. En Tierra Caliente, Guerrero es de admirarse cómo las mamás mexicanas hacen rendir el gasto”, observa.

Asimismo, el ingenio mexicano en el extranjero se da también en el contexto STEM, donde se trata de “poner en creatividad” la mayoría de las cosas y reinventar lo que puede ser sustituido por Inteligencia Artificial o software. Por ejemplo, recolección de datos, cálculos y análisis, entre otras funciones.

“Entonces ¿qué le queda al ser humano, si esas cosas pueden ser automatizadas? Pues ser creativo, ir más allá de lo que la máquina puede hacer. Yo lo veo como una yuxtaposición: a los mexicanos nos faltan recursos y por eso hacemos cosas con material de fortuna, lo que haya tirado; pero los camaradas Suizos no tienen necesidad de ser creativos para resolver cosas porque ya funcionan”, continúa.

“Me ha tocado ver como cosas poco sofisticadas dejan de funcionar y por eso se detiene el proceso, en vez de hacer una mexicanada, con la cual le damos vuelta a las dificultades y hacemos notar esa creatividad”, agrega.

 ¿Quién es el Chico Partículas?

Cristóbal Miguel García Jaimes es originario de San Miguel Totolapan, Guerrero. Fue Premio Nacional de la Juventud 2014. Es egresado de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, vende merch (playeras) y cursa su doctorado en Suiza.

ristóbal Miguel García Jaimes es originario de San Miguel Totolapan, Guerrero. Fue Premio Nacional de la Juventud 2014. Recientemente egresó de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, vende merch (playeras, tazas, mochilas) y cursa su segundo año de doctorado en Suiza.

“Siempre quise hacer playeras, pero nunca tuve la paciencia, ni el tiempo”, confiesa el científico.

También se encuentra políticamente activo en Guerrero, en contacto con autoridades locales para impulsar políticas públicas, pues le importa ser socialmente responsable. Además, continúa con el proyecto de la Combi de la ciencia, que se ha convertido en apoyo a la docencia, con la que reparte mochilas y útiles escolares en distintos pueblos.

Para conocer más sobre el trabajo de Cristóbal Miguel García Jaimes síguelo en sus redes sociales @chicoparticulas

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