Academia

Morir buscando, cuando no hay otra opción

En los últimos doce meses, al menos 6 madres que buscaban a sus
hijas desaparecidas han sido asesinadas

voces de la uam

Madres buscadoras.

Madres buscadoras.

EFE

En memoria de Mario Vergara Hernández

Lo hemos dicho una y otra vez, en éste y en otros espacios: buscar a un ser querido no debe ser una sentencia de muerte. No ha sido así, se han cometido y siguen cometiéndose asesinatos y particularmente feminicidios en contra de las víctimas que buscan a sus seres queridos como si nada pasara, las madres están siendo asesinadas porque se puede. El silencio mata y acompaña a los asesinos, la impunidad los arropa desde un Estado cómplice. Sí, es impunidad, pero también corrupción y una sociedad omisa en muchos lugares de la República Mexicana donde la violencia homicida y desaparecedora se ha normalizado.

En vísperas del 10 de mayo, día de las madres, se cometió un feminicidio, otro más, en contra de Teresa Magueyal, en Celaya Guanajuato, madre de José Luis Apaseo Magueyal, quien fue desaparecido el 6 de abril de 2020. El 6 de noviembre de 2022 fue también asesinada María Carmela Vázquez, en Abasolo, Guanajuato, madre de Óscar Zúñiga Vázquez, desaparecido el 14 de junio de 2022. El dolor y el miedo para quienes les rodean es inimaginable.

Desde la Rectoría y el Proyecto Sobre Desaparición Forzada en México y América Latina de la Unidad Cuajimalpa condenamos el feminicidio de Teresa mediante un comunicado recientemente y abrazamos a los colectivos y a todas y todos sus integrantes, así como a las familias de todo el país que han sido vulneradas con cada asesinato de una madre o familiar que busca a un ser querido. Seguimos y seguiremos nombrándolas y denunciando estos crímenes.

En los últimos doce meses, al menos 6 madres que buscaban a sus hijas desaparecidas han sido asesinadas cobardemente, un símbolo más de la macrocriminalidad que detenta el poder de las calles, campos y de la propia búsqueda de personas desaparecidas. Mario Vergara me dijo alguna vez: “encontramos en fosas porque es lo que nos dejan encontrar los malos”. ¿quiénes son los malos a quienes beneficia tanto la muerte de una madre con un hijo o hija desaparecida? ¿Cuándo deciden quién y cómo pueden encontrar a alguien?

No puedo dejar de nombrar mi tristeza y azoro por la reciente muerte de Mario , quien falleció este 18 de mayo de 2023 en un accidente en su natal Huitzuco; fue un amigo, pero también un padre amoroso, un luchador social y defensor de derechos humanos, sobre todo un maestro en todos los sentidos. Hermano de Tomás Vergara Hernández, secuestrado y desaparecido el 5 de julio de 2012 en Huitzuco, Guerrero, fue un símbolo sin quererlo de quienes buscaban a su familiar y no lograron encontrarlo antes de morir. A Mario no lo mató el Estado directamente, pero sí es responsable de que su salud mermara durante varios años de búsquedas, al hacer algo que no le tocaba a él ni a otras hermanas, hermanos, madres y padres. Mario me dijo más de una vez: “El Estado no busca a nuestros desaparecidos ni a los criminales porque si lo hace se encentran a ellos mismos…” Descansa en Paz Mario. #BuscandoaTomy.

Y es que buscar en fosas clandestinas, en campos de exterminio, en lugares sin ley se ha tornado normal porque la búsqueda inmediata y en vida ha pasado a segundo plano, como lo han dicho muchas de las madres con quienes hemos aprendido de sus palabras y sus actos, la no repetición es uno de muchos aspectos que posibilitaría una búsqueda segura. Es en sí un gran pendiente, deuda casi imposible de saldar, al Estado no le ha interesado encontrar en vida de forma inmediata a las personas desaparecidas, menos aún proteger las de quienes las buscan; que no haya más desapariciones pareciera un sueño frente a la cifra del horror que a pocos escandaliza ya en México: más de 110 mil personas desaparecidas y contando hasta mayo de 2023.

Debemos seguir señalando que la búsqueda de las personas desaparecidas en México es fundamentalmente responsabilidad del Estado y sus instituciones, el derecho de una víctima a exigir que su poder sea usado para buscar a una persona desaparecida. Esos instrumentos y recursos que poseen parecerían insuficientes, pero bastarían para detener al menos el horror de más desapariciones y la perpetuidad de las fosas clandestinas en nuestro país.

Indigna la maquila de escenografías siniestras para las búsquedas en campo y las forenses para la foto. Que una madre, un padre o un familiar salgan a buscar a sus seres queridos con sus propios medios, arriesgando sus vidas no es normal, que tomen una pala o un pico y recuperen restos no es natural: es profundamente inmoral.

Garantizar los cuidados de las familias de personas desaparecidas como víctimas pasa primeramente por asegurar su vida y su seguridad, para de forma inmediata garantizar también su derecho al acceso irrestricto a la justicia. Para quienes hacen búsquedas forenses no es ningún secreto que para cualquier gobierno todo esto no es una prioridad.

En la opinión pública la idealización y la naturalización de la presencia y existir de las “madres buscadoras” en fosas clandestinas denota el carácter de su lucha y su inminente necesidad de encontrar a sus seres queridos, el riesgo y peligro inminente es altísimo al día de hoy.

Es indispensable llamar a escena a la comunidad internacional para señalar lo que raya ya en una pesadilla y desesperanza para las madres que sobreviven, porque son eso: sobrevivientes de una masacre impune que se vislumbra sin fin próximo. Debemos cuestionarnos si verlas arrodillas en los campos mortuorios, recogiendo huesos y cualquier resto o pista que marque el retorno de algún “tesoro” a casa es el único presente posible. Son esas violencias que nos movilizan y nos indignan, bien pueden ser la imagen de un Estado arrodillado desde hace tiempo frente al crimen que detenta el poder en vastas zonas y regiones de este país, uno que sigue sembrando muertos y desapareciendo a sus hijas e hijos.

Edgar Chávez Hernández.

Edgar Chávez Hernández.

Alejandro Juarez Gallardo.

*Coordinador del Proyecto sobre Desaparición Forzada en México y América Latina de la Unidad Cuajimalpa de la UAM