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Prelación en el SNI: “no hay nada más neoliberal que esto”

Cerca de 10 mil postulantes al SNI se quedarán sin recursos · Conacyt claudica en su compromiso de velar por la comunidad: Brenda Valderrama, miembro de ProCienciaMx y ex presidenta de la ACMor

Política científica

La directora de Conacyt no se ha manifestado al respecto del cisma del SNI. En redes sólo celebró el “Día del Maíz” en los días que la comunidad enardecía

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SEP

El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) ha llegado a uno de sus mayores momentos de exclusión en su historia. De acuerdo al nuevo reglamento, las comisiones dictaminadoras del sistema deben ordenar las solicitudes de ingreso, permanencia o promoción (más de 15 mil, un máximo histórico) bajo un mecanismo de “prelación”. “Las comisiones dictaminadoras entregarán al Consejo General las recomendaciones de las evaluaciones por nivel y orden de prelación, de acuerdo con el presente Reglamento y la demás normativa aplicable”, señala el artículo 12 del reglamento.

En entrevista, Brenda Valderrama, ex presidenta de la Academia de Ciencias de Morelos y una de las principales especialistas en política científica del país, explica por qué dos terceras partes de los 15 mil postulantes al SNI se quedarán sin recursos en la más reciente convocatoria (una tercera parte sólo recibirá el nombramiento sin recursos) bajo el mecanismo de “prelación” establecido por Conacyt. El problema en resumen es la “falta de recursos” que, si bien tiene un origen anterior a este gobierno, la medida actual trastoca lo que, junto con las becas de posgrado, se creía intocable: el SNI –compuesto actualmente por más de 33 mil investigadores.

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Alrededor de 5 mil científicos se quedarán sin estímulo económico y otros 5 mil ni siquiera el nombramiento.

“Lo que estamos viendo es la claudicación del Conacyt en su compromiso de velar por los intereses de la comunidad científica”, señala la investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM y ex secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de Morelos. El SNI, añade, tenía varios años con problemas y comenzó a reportar problemas presupuestales; tras un análisis propio, refiere que hace alrededor de un lustro, inició con un déficit presupuestal de 20 millones de pesos, que para 2018 creció a 300. Para 2019 superó la barrera de los mil millones de pesos y en 2021 llegó a mil 600 millones. Era una bomba de tiempo y Conacyt lo sabía, por lo que realizó propuestas a la comunidad que fueron rechazadas, añade la académica; en vez de ello, vino la “prelación” (de a quienes se otorgaría el SNI y el SNI con estímulo económico), la cual ni siquiera consultó.

La política del sistema había sido integrar a todos los postulantes que cumplieran con los requisitos de ingreso, no tuvo cuota ni techo presupuestal, no obstante, el presupuesto para sustentarlo no crecía a la par.

Entre 2016 y 2021 el monto creció mil 500 millones –de 4 mil a 5 mil 500–, pero el costo real del programa creció mucho más que eso, hasta más de 7 mil millones, añade Valderrama, miembro de la red de científicos ProCienciaMx. Sin embargo, la Junta Directiva de Conacyt buscaba su compensación a través de recursos extra, como el obtenido por multas electorales. “Ahora, Conacyt y la Junta decidieron no hacer más esa compensación, sin importar a quién perjudique ni qué consecuencias tenga o el daño que genere”.

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El año pasado, apunta, hubo un sobre giro de mil 600 millones en SNI, pero hubo un subejercicio de 2 mil millones en becas (“decidir quitar a los becarios para darle a los investigadores es doloroso”), por lo cual la compensación quedó en el presupuesto. “En 2022 todavía no sabemos cómo quedará hasta que se presente la cuenta pública, pero prevemos que sea algo parecido. En realidad, el verdadero problema será en el 2023, donde se ve que no habrá más compensación, entonces tienen que rasurar la nómina a como dé lugar. Es por ello que se les ocurrió este mecanismo de prelación, pero que pudo ser cualquier otro: desaparecer las candidaturas o las categorías, con la arbitrariedad con la que se han manejado podría haber sido cualquiera, pero tomaron esta”.

Llegó así la “prelación por tercios”, entonces, explica, “de los 15 mil postulantes de este año, cinco mil no entrarán no importan si tienen méritos o no, otros 5 mil entrarán, pero no se les dará el estímulo económico, con lo cual se reduce el costo del programa y así lo harán otro año mientras siga esta administración”.

La exclusión permea a todos los postulantes del sistema, renovación y sus categorías. Así, se cambiaron los criterios de ingreso, de méritos académicos por numérico-presupuestales. “No hay nada más neoliberal que esto, dejar a alguien fuera por cuota”.

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–Además, la prelación responsabilizará a las comisiones dictaminadoras, es decir, a sus propios pares.

–Es un daño moral e institucional que le causan al sistema cuando obligan a los pares a que se apunten esta decisión tan arbitraria. Imaginemos que hay un departamento de investigación en algún lado cuyos investigadores tienen los mismos méritos, a uno sí le darán estímulo y a otro no, en tanto que en el mismo departamento se encontrarán los evaluadores. ¿Cómo será el ambiente en el lugar? Es lo que pasará en todo el país, son quince mil postulantes y más de mil evaluadores.

–Históricamente el SNI existe para mejorar las percepciones económicas de los investigadores, ¿el panorama actual apunta hacia la precarización de sus condiciones laborales?

–Yo, como muchos, utilizamos esos montos para becar a nuestros estudiantes, quienes no tienen una beca de Conacyt; otros colegas lo usan para reactivos o asistir a un congreso. Habrá quien se lo gaste de forma personal, se vale, pero muchos los usamos para temas académicos. (…) “El SNI es algo que tenemos por mérito y un recurso importante para la investigación y ahora muchos se quedarán sin éste. Después de eso no hay nada, nada. Ahora sólo hay dos convocatorias, pero sin recursos ni postulaciones…

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El SNI fue creado en 1984 para evitar la fuga de cerebros al extranjero.

–Conacyt tiene pocos programas operando, el SNI, las becas de posgrado y…

–El Pronaces. Pero incluso éste tuvo el año pasado un déficit de 730 millones, es decir, ni siquiera el programa consentido de la directora alcanzó su presupuesto, por lo que tuvo que inyectarle más de otra parte. Eso es mala administración, pura y dura.

–Sin no le salen las cuentas, no defiende el presupuesto y apenas opera estos programas con déficits ¿qué más le queda por hacer? ¿Cuál es la relevancia de Conacyt actualmente?

–En este momento, por actividad institucional y presupuesto ejercido, Conacyt podría estar en un área de la SEP y seguir cumpliendo su función. Una vez que se desmanteló toda la gobernanza –toda la participación de la comunidad– se volvió en una oficina más de gobierno, dejó de ser “un Conacyt”.

–Sin dinero ni presupuesto que ejercer, ¿Conacyt se queda sin función?

–Y sin influencia, porque ésta la ejercía a través del presupuesto. Una vez que Conacyt deja de darnos dinero, deja de tener influencia sobre los investigadores y, con ello, deja de ser la cabeza de sector en la comunidad científica y la política científica.

–¿Por qué adelgazar así al Conacyt, es acaso una política de Estado?

–Hay un tema subyacente: una enorme desconfianza, tanto del Presidente como de la directora, Elena Álvarez-Buylla, puesto que desconfían de la comunidad científica. Asumen que somos malintencionados, que hay corrupción, componendas, deslealtades, con dictámenes tocados por intereses… en el fondo subyace una imagen poderosa de desconfianza. Por otro lado, la respuesta de la comunidad ha sido mucho más fuerte de lo que imaginábamos, lo cual ha alimentado esa desconfianza –desde el inicio del sexenio, desde de las primeras semanas–, entonces, más que una política diseñada, es más bien una respuesta: no quiere trato con nosotros. Así ha sido todo el tiempo, entre la desconfianza y el desinterés. Pero, en el caso de la directora, su mundo se ha cerrado a los Centros Públicos de Investigación que dependen directamente de ella y a los cuales les da órdenes –por eso cambió a sus directores–, así como a los investigadores que forman parte del Pronaces, un grupo muy pequeñito, que le responden directamente. Ese es todo su mundo, los demás no existimos, no tenemos voz, voto, acceso a recursos. No existimos”.

Brenda Valderrama durante su participación en el Parlamento Abierto de la Cámara de Diputados.

Brenda Valderrama durante una de sus participaciones en la Cámara de Diputados. 

–Se avizora un retraso del sistema científico nacional, pero esta administración se irá. ¿Qué se hará después?

–Esa es la gran pregunta. Una demolición de este tamaño no permite reconstruir, habrá algunos rescoldos que se puedan recuperar, pero la mayor parte quedó dinamitado. Entonces, lo que debemos hacer en estos últimos dos años es en diseñar un nuevo sistema nacional de ciencia y tecnología, que ahora sí cumpla con las características que necesitamos del sistema, que garantice la libertad académica, transparente, incluyente, con visión de largo plazo, sin carga ideológica, basado en premisas reconocidas, como la calidad o sustentabilidad, repensar todo… mis colegas y yo estamos abrumados, porque no hay un día que no suceda algo, eso nos agota, pero aun así hacemos la tarea para diseñar nuevas alternativas, de lo que necesitamos que se recupere del sistema para cuando los científicos podamos tener control nuevamente de él.

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El diputado Juan Carlos Romero Hicks, ex director de Conacyt, encabezó la presentación en la Cámara de Diputados.

–Los actores políticos de la oposición, principalmente legisladores, e incluso presidenciables de Morena no han mostrado en sus acciones ni discurso un seguimiento de este tipo de políticas en el sector.

–Eso esperamos, esperamos que haya una reflexión entre legisladores y políticos para que se den cuenta de que México no puede echarse otro sexenio así, en nada, pero no en el sistema científico, que nos concierne. Esperamos que los candidatos busquen asesoría científica, que es lo que esperábamos que hiciera la doctora Álvarez-Buylla cuando apareció en el escenario –que a todos nos dio mucho gusto, porque era una integrante de la comunidad, pero nos sorprendió el rumbo que tomaron las cosas–.

“Su gestión nos deja una reflexión más: ser un buen investigador no te hace un buen funcionario, una cosa es el activismo –que debe existir–, pero en un puesto de decisión no necesariamente da buenos resultados. Elena Álvarez-Buylla era conocida por su activismo y al entrar a la oficina lo siguió siendo, nunca se convirtió en funcionaria. Por ejemplo, mientras ocurría esta crisis del SNI y ella no hizo mención y, por el contrario, mostró que estaba celebrando el Día del Maíz.

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“Decirnos que todo es maravilloso cuando estamos viendo y viviendo estas deficiencias alude a la posverdad”.

–Aún queda el tema de la Ley General de Ciencia, la cual ya ha generado debates encabezados por los legisladores de la oposición.

–Desde 2019 la propuesta de Ana Lilia Rivera otro bulldozer… es mejor estar en la incertidumbre que bajo una ley así de demoledora. Hay quien dice que cada día que no entra la ley de Conacyt es un día más, nos quejamos por retraso, pero si pasa esa ley será terrible para los próximos 20 o 30 años.