México se ha vuelto un punto de llegada de migrantes centroamericanos, sudamericanos y del Caribe que buscan llegar a Estados Unidos y Canadá.
Un fenómeno ha llamado la atención de la doctora Margarita Aurora Vargas Canales, especialista en estudios latinoamericanos, ha sido el incremento de haitianos en Tijuana, la ciudad fronteriza ubicada en Baja California, en el norte del país.
“Estoy convencida de que la historia, no solamente de Haití, sino de los países expulsores de migrantes, explica mucho por qué sus ciudadanos quieren salir”, señala la investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM.
Aunado a la historia turbulenta de esta nación, la académica explica que el 2019 es caracterizado como el comienzo de la crisis más reciente: la población se encontraba inconforme ante el aumento de los precios en los productos básicos, la inseguridad y las acusaciones de corrupción al presidente por haber utilizado fondos de PetroCaribe para fines personales. Mientras tanto, se exacerbaron las pandillas o gangs, siendo la violencia una de las razones para huir.
Haití es un país sumamente resiliente, comenta Vargas; sin embargo, ha sido empobrecido y explotado por siglos. La falta de oportunidades económicas consecuentes obliga a muchos a irse.
LARGA RUTA.
Las trayectorias migratorias están determinadas por la política migratoria de los Estados Unidos debido a que, para la mayoría, la meta es llegar allá. En el año 2010, ese país abre una ventana para recibir, bajo ciertos requisitos, a haitianos por la situación humanitaria del terremoto. Empieza un éxodo que en ese entonces todavía no atraviesa por nuestro país.
La política estadounidense, sobre todo la del presidente Donald Trump, se caracterizó por la contención migratoria. Buscó frenar los flujos migratorios y limitar la llegada de nuevos residentes bajo condiciones muy específicas. Eso hace que la migración haitiana irregular aumente de forma desproporcionada.
Así, en 2016, México se convierte en un país de tránsito, pero también de residencia para muchos haitianos que son rechazados de Estados Unidos. También llegaron muchos provenientes de algunos países sudamericanos que años atrás habían representado una buena opción. Fue el caso de Brasil, que necesitaba mano de obra para construir la infraestructura del Copa Mundial de Fútbol de 2014. Cuando la situación económica y política se complicó, las condiciones para quedarse ahí se redujeron.
Tijuana, como ciudad fronteriza que nos conecta con Estados Unidos, se vuelve un punto fundamental. Completar estas largas trayectorias intercontinentales es muy difícil. En algunos casos, es una migración planeada en la que contaron con el soporte económico de sus familiares o de lo que ahorraron de su trabajo en el cono sur.
En otros casos, más frecuentes para los haitianos en los años siguientes, la urgencia no permite anticipar nada. “Salen huyendo de sus lugares de origen porque son extorsionados, tienen amenazas de muerte o sus tierras ya no producen más y no tienen de qué vivir”, enlista la investigadora.
Después de la pandemia, en cuanto se volvieron a abrir las fronteras, volvieron los flujos migratorios más altos de lo esperado. Pero ahora, hay otras trayectorias migratorias que no necesariamente pasan por atravesar toda América; hay quienes toman un vuelo de República Dominicana a México o hay quienes consideran que Canadá es una mejor opción entre nuestros vecinos del norte.
La presencia de haitianos en condición de migrantes también ya es notoria en la Ciudad de México.
Este tipo de migración, fuera del marco legal de los países destino, se caracteriza por la gran vulnerabilidad de las poblaciones desplazadas. “Muere mucha gente; otros desaparecen y sus familiares en sus países de residencia ni siquiera pueden saberlo”. Los gobiernos no tienen cifras exactas de los desaparecidos porque están en una situación irregular”, explica la académica.
INVESTIGACIÓN.
Las investigaciones de los académicos refieren que casi ninguno de los migrantes haitianos contempla a México como un país de residencia definitiva, pero sí para permanecer un periodo largo. Necesitan ganar un salario lo suficientemente bueno para vivir bien y además enviar dinero a sus familias. Si esa condición no se cumple, van a tratar de emigrar.
Investigaciones de esta profundidad son necesarias para comprender fenómenos sociales tan complejos como la migración haitiana. “Desafortunadamente hay una distancia muy grande entre lo que el gobierno mexicano decide en materia de política migratoria y lo que propone la mayoría de los académicos y las organizaciones no gubernamentales”.
*Colaboración de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia.
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