Cultura

“Arte Obrera, un espacio cultural independiente que busca la autosuficiencia”

Situado en la colonia Obrera ofrece talleres artísticos para niños, jóvenes y adultos, dice Lalo Barajas. Es una zona difícil con una incidencia alta de violencia, pero nos han tratado porque tenemos un interés común: el bien de sus hijos”

Orquesta de niños tocando en un concierto
Una de las presentaciones de los alumnos del ArO. Una de las presentaciones de los alumnos del ArO. (La Crónica de Hoy)

“La política no son los partidos ni la actividad partidista: es la convivencia de los diferentes”, expresa Lalo Barajas en entrevista por el proyecto que inició junto con la bailarina Fernanda Parra, hace 5 años, en la colonia Obrera.

En ese sentido, el Arte Obrera (ArO), ubicado en el #233 y 231 de av. Isabel la Católica funciona como metáfora concreta de la diversidad que convive a través de expresiones artísticas: 32 salones con tratamiento acústico, una galería, un salón de usos múltiples y un auditorio a disposición de la comunidad cultural, así como clases de batería, chelo, danza y artes circenses, entre otras actividades que se promueven en el espacio.

“Normalmente, los grupos artísticos corren riesgo de disolverse por la inestabilidad, porque no hay trabajo, no hay lugar fijo para ensayar… para poner música se necesita un salón, bocina y eso cuesta. Lo que hacemos es darles la estabilidad que necesitan, aquí ensayan y les prestamos el equipo para que puedan no estar cargando, imagínate, en transporte público llevando, sin exagerar, un chelo o guitarra, un bajo y amplificador… hay que guardarles las cosas y les damos toda la facilidad. Eso es una parte del proyecto”, indica Lalo Barajas.

Para el promotor cultural, conocido por el proyecto “La Última Carcajada de la Cumbancha” (LUCC) y su trabajo organizativo en los congresos de moneros FiLo, el arte, en general, implica una postura política porque impone una posición de creación, sentir y compartir. Por eso le parece importante involucrarse en el mundo a través del arte.

ORIGEN DE ArO.

El edificio todavía luce el nombre original de Josefa Lago Tigel, pero la gente de la zona lo conoce como el Espacio de Arte Obrera, ArO.

“No le podemos dejar todo en las manos al gobierno y las instituciones, hay que ser corresponsables e ir tomando espacios, así como Arte Obrera. Se necesita participación social”, continúa Lalo.

“A lo que nos hemos reducido en el sistema vigente actual es partidista y absurdo: que un puñado de gente beneficiadas con impuestos de nosotros de gobierno determinen políticas culturales, sin consultar, con miles de cosas que están mal, no representa a nadie más que a sus partidos”.

Explica que la metodología para operar el espacio cultural se hizo a partir del diálogo con la comunidad local, ya que se trata de una colonia de perfil cerrado a proyectos externos, con un alto índice de violencia.

“Hicimos una metodología de intervención comunitaria y el staff de aquí son vecinos, la mayoría de los alumnos son vecinos también. Es una zona difícil, con una incidencia alta de violencia. Sin embargo, a nosotros nos han tratado y aceptado muy bien porque tenemos una moneda o interés común: el bien de sus hijos. Coincidimos en eso, tenemos grupos de música, danza, teatro, circo, que vienen y ensayan en las instalaciones”.

Lalo apunta que una idea importante es que la gente tenga un espacio digno y bien equipado, aunque la difusión de su oferta ha sido complicada.

En cuanto a los recursos con los que opera el espacio, que logró mantenerse a pesar de las complicaciones económicas que trajo la pandemia, Lalo comenta que se trata más bien de una inversión en el tejido social que de un trabajo, pues en vez de percibir un salario, tanto él como Fernanda Parra asumen el 30% de gastos del proyecto.

Consiguió un acuerdo con la inmobiliaria y dueños del edificio, de manera que no pagan renta. Sin embargo, quedan los salarios de docentes, pagos de servicios, seguridad, materiales y mantenimiento.

“La inmobiliaria pone el inmueble. El recurso para mantenerlo lo generamos dos personas, Fernanda Parra que es bailarina y yo. Lo que hemos hecho es hacer corresponsables a la comunidad. Antes teníamos las clases gratuitas, pero de pronto en un salón de 22 niños faltaban 8 alumnos un día porque no importaba, entonces los avances eran mínimos”, relata.

“Hicimos una campaña de sensibilización, evaluamos que la casa de cultura más económica de la zona cuesta 1,600 al mes, que son 400 pesos a la semana, que casi las clases cuestan 20$. Eso es lo más barato. Les preguntamos, uno por uno, ¿cuánto puedes pagar tú? Formalizamos y el volumen nos permite pagar el 70% de la oferta académica, lo cual es gran ayuda y lo demás lo generamos nosotros”.

Confiesa que son malísimos para bajar recursos de programas de gobierno y les gustaría encontrar a alguien que hiciera procuración de fondos para incorporarse al equipo, pero se necesita tener vocación para este tipo de iniciativas y no han encontrado a la persona adecuada.

“En realidad es un proyecto social. Si en algún momento puede ser autosustentable, sería maravilloso, increíble que Fernanda o yo pudiéramos cobrar un sueldo de aquí o que los maestros y staff de mantenimiento y vigilancia tuvieran un incremento en sus salarios. Es decir, que sería ideal que vivir de la cultura fuera dignamente, desafortunadamente estamos en un proceso de fomento cultural, de creación de públicos”.

Finalmente, Lalo opina que, dentro de la visión colectiva y social de ArO, las instituciones juegan un papel importante, por lo que desea que empresas e iniciativa privadas volteen a ver esta herramienta de concientización y sensibilización.

- ¿Tu idea es crear redes comunitarias a partir del arte, donde y como se pueda?

- “Sí, como esencia sí. A través de las actividades artísticas generamos valores sociales, generamos empatía, trabajo colaborativo, respeto, fomentamos la creatividad. La educación formal es una respuesta correcta para un problema específico; en el arte puedes resolver de cualquier manera. Aquí aplicamos la inter-creatividad: todos participan, proponen y deciden cómo, todos los niños y las niñas van participando y fortaleciendo la autoestima, la seguridad, la interacción que ha sido bien complicada después de la pandemia”.

“Son tiempos justamente de sanar esa parte del encierro y volver a sociabilizar y buscar modelos para ir construyendo nuestras identidades. Es la esencia de lo que nos interesa hacer aquí, no es una escuela de arte nada más, sino un proyecto social de valores”, agrega.

PARTICIPA: PROYECTOS Y CONVOCATORIAS.

Entre los programas y proyectos que habitan ArO, Lalo Barajas destaca el interés por normalizar la convivencia en entornos artísticos.

“Vamos a tener una compañía de danza contemporánea profesional propia, la directora será Luisa Carrión. Es uno de los proyectos que queremos potencializar, que se enteren las chicas y los chicos que les gusta la danza contemporánea que va a haber aquí una compañía de gran nivel técnico y creatividad, porque normalmente las compañías son muy técnicas y restringen mucho”, indica el promotor cultural.

Otro de los proyectos importantes que están impulsando es un observatorio cultural, en el que actores del sector participan, dialogan y analizan la situación y políticas culturales de la CDMX que, próximamente, esperan hacer a nivel nacional.

Asimismo, sobresale el programa “Fieras de la Obrera”, proyecto ideado por Daniela Aurelia para mujeres que necesiten y puedan dar acompañamiento, además de conectar a quienes lo necesiten con los programas de gobierno pertinentes.

Para más información sobre la programación, oferta de actividades y la convocatoria, que se abrirá en las próximas semanas para ingresar a la compañía de danza contemporánea entra a la página de Arte Obrera en redes sociales (FB e IG).

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